El pensamiento maritainiano y Remo D’Natale
Mauricio Aira
La filosofía tomista es viviente y presente, con todo el poder de avanzar en la conquista de nuevas áreas del pensamiento porque sus principios son firmes y orgánicamente interrelacionados. La experiencia de Jacques Maritain de haber pasado por todos los niveles de conocimiento y después de haberse convertido al catolicismo llegó a encontrar la iluminación de la razón. Surgió el filósofo en todo su resplandor. De Maritain nació el humanismo integral que ahora inspira nuestra acción política bajo distintos nombres. Este fue el primer mensaje sobre Democracia Cristiana que escuché de labios de Remo D’Natale en la ciudad de Potosí cuando rodeado de un selecto núcleo de profesionales, estudiantes y obreros fundara el primer núcleo del Partido Social Cristiano, del que formé parte con la mayor convicción.
Maritain fue un libre pensador idealista, un converso inexperto y un cristiano enraizado en la fe y que nos mostró la vía de convertir la práctica cristiana en el instrumento político para buscar el poder que debe lograr el Bien Común según las enseñanzas de la Iglesia, de las pautas que la Rerum Novarum y Quadragessimo Anno nos ofrecen en la lucha por el poder político. Así de claro, de principista y enfervorizado en la fe lucía el joven Remo D’Natale primer dirigente del partido recién fundado y que empezó a crecer en medio del fervor y del entusiasmo con que sus líderes emprendieron la tarea.
De aquel primer encuentro (Potosí, mayo de 1955) en el salón de la familia Armijo, me nació la vocación por el quehacer político. “Tienes talentos, pero no basta, tienes que hacerlos crecer, enriquecerlos con la lectura y la oración” fue su mayor recomendación personal. El humanismo integral tiende a convertir al hombre en verdaderamente humano y haciéndole participar en todo lo que le sirva y desarrolle sus virtudes naturales, su fuerza creadora que se nutre del dolor del mundo y le insufla energía cultural y cristiana para actuar sobre la historia en lo social y en lo político.
Los cristianos tenemos que trabajar para sustituir el régimen inhumano que agoniza y hacer que surja otro régimen de civilización caracterizado por el humanismo integral, o sea una cristiandad nueva, no sacra sino profana. La sociedad libre ha generado el egoísmo y la desigualdad, le ha faltado el condimento de las ideas contenidas en el contexto social de la Iglesia que responde a todas las preguntas del hombre y la sociedad. Sus enseñanzas repetidas una y otra vez junto a los dirigentes nacionales como Benjamín Miguel, Rafael Gumucio, José Luis Roca, Luis Ossio, José Bustamante, Vicente Mendoza y otros muchos constituyó el “vade mecum” del nuevo partido que rápidamente encarnó en la juventud de los 30 años subsiguiente, habiendo logrado aportar con sus hombres y sus ideas la levadura , el nutriente a la acción política de la post Revolución Nacional.
Cuántas tertulias en diversos escenarios de casi todas las ciudades de Bolivia donde tenían lugar los eventos de la socialdemocracia de donde nacieron otras corrientes como el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, partidos varios de efímera existencia que recibieron los aportes de gente formada por Remo y sus camaradas. Muy joven Remo había formado parte del Consejo Nacional de Reforma Agraria que redactó la histórica medida junto a expertos de entonces como Arturo Urquidi, Ñuflo Chávez, Sergio Almaraz, lo que significó que lo invitaran a la cátedra de Derecho Agrario en la ciudad de Barquisemeto, Venezuela en un momento culminante de su carrera política, el PDC que había cobrado actualidad y colocado diputados en el Congreso Nacional sufrió un remezón y otros líderes asumieron el mando sin el carisma de Remo, no obstante las ideas continuaron vigentes, para triunfar sobre las tendencias totalitarias y fortalecer la democracia con su concepción en el hombre y la sociedad, su filosofía propia y su propia fe para educar al pueblo para la libertad y defenderse de sus enemigos que en Bolivia pretendían destruir la libertad y los derechos humanos. No en vano otro de los pilares de la corriente León Bloy había proclamado “ninguna sociedad puede vivir sin una inspiración fundamental común y sin una fe común fundamental, objeto de un acuerdo práctico antes que teórico o dogmatico”.
Ahora que Remo D’Natale ha dejado el mundo de los vivos su legado intelectual no perece, se refiere a “hombres de convicciones metafísicas o religiosas diferentes que pueden converger hacia las mismas conclusiones y participar de la misma filosofía de una democracia práctica”. Materialistas, idealistas, agnósticos, cristianos y judíos, musulmanes y budistas si respetan la verdad y la inteligencia y la dignidad humana, el amor fraternal, la libertad y el valor absoluto del bien moral pueden en efecto formar la gran comunidad humana para un mundo fraterno y pacifico.
De regreso a Bolivia después de varios años de ausencia D’Natale se consagró a la cátedra dentro de la Universidad Católica, prosiguió la prédica del humanismo y de precisar la conducta humana en el quehacer político, de lo que recordamos de su gran capacidad oratoria, don de lenguas y expresión fonética citamos: “la responsabilidad de Maquiavelo consiste en haber aceptado y reconocido y sancionado como normal el hecho de la inmoralidad política y en haber afirmado que la política y sus genuinas aspiraciones son por esencia amorales” lo que viene como anillo al dedo para ciertos personajes del partido gobernante que suelen citar incorrectamente al italiano, comparándolo con un genio de la política y poco menos que incitando a ejercitar su norma “el fin justifica los medios” para obtener rédito político sin ética ni respeto por los valores que siempre proclamó D’Natale.
Presente en el homenaje público que le rindió la Católica consagrándolo como “Doctor Honoris Causa” en noviembre de 2009 apenas si alcancé a intercambiar unas frases, su salud iba en franco deterioro, aunque el brillo de sus ojos y la inteligencia privilegiada de que siempre gozó me honró con una frase “cuánto me alegro que hayas podido llegar”. Una lágrima furtiva empañó la mirada de aquel postrer encuentro.
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