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viernes, 5 de junio de 2009

Jaime Paz Zamora escribe una página brillante sobre Carlos Andrés Pérez, quién junto a Rafael Calderas de la democracia cristiana son enormes...

Conocí a Carlos Andrés Pérez como parte de un descubrimiento mayor, el del extraordinario mundo político de esa otra América Latina que es el Caribe, tan distinto al nuestro, al del sur y tan próximo en sus pautas, visiones y comportamientos a los contenidos de lo que se vino a llamar en literatura el realismo mágico latinoamericano. Allí Carlos Andrés compartía con el negro Peña Gómez, el Gral. Torrijos, Fidel, Balaguer, Figueres, Oduber, Monje, Manley, Bosch, Berrios entre otros, un archipiélago político igualmente mágico rebosante de colorido, acción-pasión, imaginación, osadía, asentado sobre sedimentos de sabiduría criolla que las aguas acumularon durante siglos en esa encrucijada geográfica, histórica y cultural.

El nos recibió fraternalmente como líder regional y Vicepresidente de la Internacional Socialista cuando como parte de la lucha por instaurar la democracia en Bolivia iniciamos nuestra aproximación a esa importante constelación mundial de partidos social demócratas. Recuerdo que la sigla MIR que nos identificaba le causó resquemores como a muchos en ese momento teniendo en cuenta que algunos movimientos armados la utilizaron en los 60 y que aún tenía protagonismo en el Chile post Allende. Preocupado porque su partido asuma nuestra causa organizó una tertulia en su casa con la cúpula de AD, en la que entre otras personalidades se encontraba Lusinchi que seria también presidente de Venezuela. La noche caraqueña transcurrió particularmente grata. Todo quedó fraternalmente claro tanto que al final con unos rones encima y hablando de todo y de nada surgió como una chispa Carlos Andrés con su manera genial de explicar la política: "lo que pasa es que los políticos no terminamos de aprender de la sabiduría milenaria de la iglesia en la que por ejemplo, hay ciertos temas que no se tocan.... De la virginidad de María, nadie discute... y menos de la paternidad de San José...Y muy importante, a cada santo su nicho...Nunca dos santos en un mismo nicho".

Desde su atalaya venezolana Carlos Andrés fue uno de los grandes avanzados de la democratización de América Latina, mucho antes que la administración Carter incluyera este asunto entre los objetivos de la política norteamericana en la región. En la oscuridad dictatorial de los años 70 ejerció un liderato claro con iniciativas constantes en esa dirección como la de hacerse presente en Bolivia con ocasión del Sesquicentenario de la independencia en 1975 por encima de críticas que incluso le reclamaban la Doctrina Betancourt sobre los gobiernos militares. Años más tarde ante una pregunta mía me explicó que más allá del acontecimiento, su objetivo único era convencer al Gral. Banzer para que convoque a elecciones, lo que terminó haciendo a finales del 77. "En el mapa negro del cono sur de América me parecía que la punta del ovillo estaba en Bolivia... De allá había que jalar para que se haga la luz en el resto..." me dijo. Y así fue.

Y permaneció atento al proceso boliviano y de la región tratando de incidir positivamente en todo lo que estaba en sus manos particularmente cuando fuerzas civiles y militares retardatarias se resistían a admitir las repetidas victorias electorales de la Unidad Democrática y Popular (UDP) generando las condiciones para el sangriento y decimonónico golpe del Gral. García Mesa en julio del 80. Es entonces que Don Hernán Siles Zuazo, su amigo personal, constituye en la clandestinidad el Gobierno de Unidad Nacional (GUN) y nos encarga la representación internacional del mismo. Carlos Andrés y Peña Gómez articulan el accionar de una pléyade de personalidades como Olof Palme, Betino Craxi, Felipe González, Billy Brand, Miterrand, Mario Suarez, Jaime Roldós, Torrijos entre otros como una zaga exterior inexpugnable. Por ello, con puntualidad histórica el 10 de Octubre de 1982 posesionado el primer gobierno democrático boliviano, en el balcón del histórico Palacio Quemado de La Paz se encontraba entre los flamantes presidente y vicepresidente constitucionales la figura enhiesta de Carlos Andrés Pérez. A su lado, ya anciano, pero con igual dimensión, el legendario José Figueres de Costa Rica me dijo emocionado saludando con su pañuelo blanco a la multitud, "aquí mismo estuve en abril del 52 "; y como intuyendo la continuidad histórica del momento, añadió "con el primer gobierno de la Revolución Nacional".

También en octubre pero siete años más tarde Carlos Andrés, acucioso como siempre, fue el primer presidente en visitarnos. No lo recibí en La Paz sede del gobierno republicano, sino en Tiahuanaku, capital imperial de nuestro país. El comprendió inmediatamente que no solo se trataba de un gesto particular de confianza y amistad, sino una oportunidad para demostrar al continente y al mundo la voluntad política de nuestro gobierno de incorporar a la naciente democracia boliviana los contenidos étnico culturales e históricos prehispánicos provenientes de los pueblos originarios. Allí el Colegio Militar del Ejército con penachos y estandartes le rindió honores en solemne formación al pié de los milenarios muros de piedra y lo saludaron protocolarmente los ministros y otras autoridades republicanas así como los Mallcus y Jilacatas de los ayllus y comunidades aimaras de Tiahuanakumarca. Se trataba probablemente de la primera ceremonia oficial desde que el Mariscal Sucre esperara al Libertador Bolívar que venía del Perú y lo acompañara a pasar por la Puerta del Sol para crear en Chuquisaca la República de Bolivia en 1825.

Lo demás vino después con la tormenta. Carlos Andrés tiene probablemente el ingrato record de haber sido el primer líder democrático de la región víctima del nefasto propósito de los centros hegemónicos del capitalismo victorioso en la guerra fría de imponer a través del llamado consenso de Washington rigurosos ajustes económicos y sociales a las todavía frágiles democracias latinoamericanas. A mediados del 96 con ocasión de un evento organizado por la UNESCO en Cartagena de Indias me encontré a Gabriel García Márquez, sugerente y gratísimo como siempre. Luego de almorzar nos fuimos a visitar la casona que estaba construyendo dentro de las murallas de la vieja ciudad y entre explicarme el por qué de cada cosa y tomarnos unas fotos, me dijo que tenía un encargo para mí. Una vez instalados en el apartamento que todavía ocupaba sobre la playa, degustando a modo de bajativo un Tres Esquinas cartagenero, me entregó un libro que contenía el alegato de defensa de Carlos Andrés en el juicio político que le seguían en Venezuela. Mientras lo hojeaba, me lo quitó de las manos y como quien no quiere la cosa escribió en la contratapa "De Carlos Andrés Pérez para Jaime Paz Zamora en manos de Gabo..." Mirando al mar a través del inmenso ventanal de su salón escritorio me lo devolvió diciendo "... que quede constancia...".

* Ex presidente constitucional de Bolivia.

Testimonio personal para la publicación que se prepara sobre la historia política del Ex presidente de Venezuela.


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