Vistas de página en total

viernes, 5 de junio de 2009

fragmento de un estudio que plantea, cuándo empieza a caerse la figura de Chávez. testimonio invalorable de una historia cuyo final ha comenzado

Desde el punto de vista de la comunicación estratégica, Chávez era grande (polarizaba por si o por no) porque su enemigo identificado era grande.

Desde el punto de vista de la guerra comunicacional contra el Imperio (la Guerra de Cuarta Generación) no importaba si Chávez estaba haciendo o no una revolución en tiempo real en Venezuela.

Chávez -por su correcta definición del enemigo- simbolizaba el verbo, el mensaje revolucionario, contra un enemigo y un proyecto (el Imperio capitalista) identificado a escala global.

Se podía discutir si Chávez era un "teórico"  o un "hacedor" de revolución, pero no se podía discutir la precisión conceptual del punto de partida de su estrategia de combate: La correcta identificación del enemigo.

Aunque sólo fuera por el tiempo que duraran las exposiciones de Chávez en las grandes cadenas mediáticas, las mayorías mundiales (adormecidas por las tácticas psicológicas de dominio con el "mundo único") accedían a un "contramensaje" y descubrían la posibilidad de "otro mundo fuera del capitalismo". 

El mensaje antiimperialista y anticapitalista de Chávez sacaba la contrainformación revolucionaria del espacio acotado de los medios alternativos de Internet y la depositaba -aunque sólo fuese por unos minutos- en el cerebro de las mayorías alienadas por la manipulación del capitalismo consumista impuesto a escala mundial.

Chávez -desde la comunicación revolucionaria estratégica- era grande porque peleaba contra un enemigo grande.

Hasta que un día, como a Sansón, a Chávez le cortaron (o se cortó) el pelo y comenzó a perder la fuerza.

Sorpresivamente, en la Cumbre de Río, en marzo de 2008, Chávez le dio la mano y "selló la paz" con el presidente de Colombia, el "cachorro" Álvaro Uribe, el símbolo de presidente sumiso al imperio norteamericano más emblemático de América Latina.

Posteriormente el presidente de Venezuela sorprendió al mundo y"dejó sin aire" a sus militantes y a sus seguidores planetarioscuando  pidió a las FARC que liberaran a los secuestrados y que abandonaran la lucha armada a cambio de nada.

Finalmente, y a modo de factor desencadenante, la imagen antiimperialista y revolucionaria de Chávez se terminó de desmoronar cuando, en abril de este año, en la Cumbre de las Américas, estrechó la mano del nuevo presidente imperial, Barack Obama, y depositó su confianza en el "cambio democrático" de EEUU.

De esta manera (y posiblemente argumentando una "actitud pragmática"), Chávez, desde el punto de vista de la guerra contrainformacional, se quedó sin enemigo estratégico.

Los iconos de las imágenes que surcaron el planeta fueron demoledores: Chávez, sin ningún combate, le dio la mano al enemigo, declaró una paz unilateral, y se quedó (a nivel de la comunicación estratégica) sin identidad ni proyecto propio.

El presidente de Venezuela, pareció olvidar un principio axiomático de la guerra: Con el enemigo se lucha, se negocia acuerdos transitorios como táctica de supervivencia o de fortalecimiento, peronunca se hace la paz y se abandona el campo de batalla a cambio de nada.

Cumbre de las Américas: Chávez sonríe cautivado: Con Obama el Imperio es otra cosa.

Eso fue lo que quiso decir el Comandante Fidel Castro cuando criticó (en soledad) las concesiones y los excesivos elogios a cambio de nada prodigados al presidente imperial durante la Cumbre de las Américas.

Por otra parte, y como ya está documentado en la información internacional, en sus casi cuatro meses de gestión la administración de Barack Obama ha demostrado ser -en todas las áreas- una fiel continuidad de las políticas imperiales de George W. Bush.

De pronto, y sin la precisión de un enemigo estratégico claro y aglutinador (el Imperio y su presidente de turno), los mensajes de Chávez fueron perdiendo contundencia y efectividad masiva.

Su figura y su voz perdieron la potencia de otrora, y el presidente (sin el control del centro estratégico de la batalla) comenzó gradualmente a perderse en "escaramuzas de orden menor" con sus enemigos internos de la oposición y de los medios de comunicación venezolanos.

En otras palabras, Chávez (desde que hizo la "paz" con Obama)  ya no pelea una guerra estratégica contra el Imperio, sino que pelea batallas acotadas contra los empleados menores del Imperio.Chávez, que antes peleaba con leones, ahora desgasta y devalúa su imagen internacional peleando con ratones.

Un ejemplo claro es su polémica con el escritor gusano y provocador mediático enviado por Washington, Mario Vargas Llosa, al que Chávez confirió identidad de "enemigo estratégico"  al invitarlo a un "debate" y luego desistir argumentado su investidura de "presidente y de militar".

Rápidas de reflejo, las usinas mediáticas imperialistas, desde Nueva York a Miami, proclamaron la "gran victoria" de Vargas Llosa sobre Chávez en una clara operación psicológica para nivelar al escritor gusano de novelas con el presidente de Venezuela.

"Cuándo un león confiere identidad de enemigo a un ratón, se convierte él mismo en un ratón", es el principio que rige la estrategia de nivelación hacia abajo que las cadenas mediáticas internacionales practicaron con Chávez en su polémica con Vargas Llosa.

Y algo que el presidente venezolano y sus asesores deberían registrar: Cuando los ratones se pelean el león duerme la siesta.

Y "Mister Danger", jubilado, debe estar sonriendo en paz.

 Autor: Manuel Freytas. Fuente: IAR Noticias, aparece también en Google

No hay comentarios:

Publicar un comentario