Marcelo Rivero del diario El Deber de SC, Bolivia
Tras el ‘gasolinazo’ como regalito de Navidad del Gobierno al pueblo, se produjeron manifestaciones repudiando semejante obsequio, que en verdad no era tal sino una engañifa con la que se pretendía recaudar fondos de manera que éstos no falten para pagar bonos y gustos del masismo en el poder. Manifestaciones, según lo reflejaron los medios de comunicación, llevadas a cabo por las ‘organizaciones sociales’ que han respaldado al oficialismo en las elecciones y referendos de los últimos años.
De esta manera a los destrozos de un pasado no lejano (por ejemplo en Cochabamba para hacer saltar al prefecto Manfred Reyes Villa, en Pando a otro prefecto opositor, Leopoldo Fernández, ahora preso, con consecuencias funestas que no se pueden medir en dinero, en fin, en Sucre, en Oruro, en Potosí), hay que añadir los daños que originaron las protestas de dichas organizaciones sociales contra el gasolinazo, cuyas huellas todavía deben estar frescas. Sobre todo en El Alto donde apedrearon negocios, en la autopista hacia la sede del Gobierno donde hicieron talco un microbús y las instalaciones para el cobro del peaje, en el trópico cochabambino con bloqueo de ruta, incendios en varios puntos del país, en las oficinas de la Vicepresidencia de la nación... En el colmo del descaro le están endosando la culpa de la acontecido en La Paz a su alcalde, uno de los pocos opositores que quedan de los tantos que han desbancado por las buenas o por las malas, y a otros contrarios como Juan del Granado y Doria Medina.
Así como el Gobierno reculó con su decreto demoledor, así como hizo meter preso al alcalde de Cotoca (opositor) por presunto daño al Estado en un bloqueo hace dos años y pico, así como tiene presos a tantos tipos por simple sospecha y porque se inventó denuncias, también debe poner tras las rejas y enjuiciar a dirigentes de esas organizaciones sociales y a quienes ocasionaron el desbarajuste de hace unos días, a los que debe tener bien identificados. Es que los perjuicios han sido incalculables tomando en cuenta que volvemos a lo de antes, las petroleras no querrán invertir y el contrabando de carburantes crecerá, en vista de que los ‘vistas’ de la aduana no ven nada, tampoco los del COA y menos los militares.
Lamentable que todos ellos -especialmente los uniformados de las Fuerzas Armadas una de cuyas altas misiones consiste en vigilar las fronteras de la patria-, resulten tan miopes al extremo de no percatarse de que a pocos pasos de donde están parados ‘desfilan’ las garrafas y los tanques llenos de gasolina y diésel. ¿O será que a todos los han puesto a fabricar pan?
De ahí entonces que el Gobierno y sus fieles fiscales -tan aplicados en otras ocasiones-, pueden tener ardua labor echándoles el guante a los propiciadores de los destrozos y bloqueos y a los de la vista gorda en las fronteras nacionales.
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