Ayer, desde primeras horas de la mañana hasta alrededor del medio día, nuestro país fue el centro de atención de gran parte de los medios de comunicación del mundo con motivo de la supuesta decisión del Gobierno boliviano de expulsar a las subsidiarias de dos de los mayores símbolos de la sociedad de consumo como son la Coca Coca y McDonald´s.
Poco duró la euforia, pues a medida que se aclaraba la verdadera naturaleza de la noticia y, lo peor, su origen, quienes cayeron en la tentación de darle gran despliegue la fueron retirando de sus portadas y sustituyéndola por notas aclaratorias y pedidos de disculpas.
No pasó lo mismo con los batallones de intelectuales al servicio de los regímenes populistas latinoamericanos, pues con tanto entusiasmo como el que a primeras horas desplegaron para elogiar la dimensión revolucionaria y anticapitalista de la noticia, poco después se deshacían en diatribas contra la “irresponsabilidad de los medios de comunicación del sistema” o simplezas parecidas.
En medio de tal vorágine hubo un par de elementos que brilló por su ausencia. Una disculpa de quien lanzó al mundo la “primicia”, la Agencia Venezolana de Noticias y algo similar de parte de quienes en el colmo de la deshonestidad intelectual no titubearon al referirse al caso como un ejemplo de la manipulación informativa que atribuyen a los medios “capitalistas”, cuando en realidad, como se supo después, fue más bien el más claro ejemplo de los extremos a los que pueden llegar los medios que se rebajan a la condición de propagandistas al servicio de regímenes autoritarios.
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