Conocemos las raíces del problema, pobreza, desigualdad, racismo, discriminación, exclusión… Por eso es que se hicieron experimentos como el “socialismo militar”, la Revolución de 1952, la recuperación democrática de 1982 y el proyecto masista de 2006
La búsqueda de la gobernabilidad se ha convertido en un imperativo. Ahora que estamos bajo un Gobierno democrático de corte fuertemente autoritario ¿La hay? Parece, por el contrario, que lo que estamos viviendo es un proceso de debilitamiento progresivo del poder estatal, al punto de que algunas de las decisiones que toma el Ejecutivo no son ya producto de su programa de acción y de su libre voluntad, sino de las presiones a las que es sometido desde dentro de las propias fuerzas que lo sustentan. Al actuar en función de esas tensiones que lo obligan a encarar una ruta u otra, pretende dar la impresión de que lo hace en función de una estrategia predeterminada que en realidad no existía, y sobrelleva como mejor puede la evidencia de que está perdiendo el control de las cosas.
Ahora bien ¿No es ésta acaso una dinámica perversa que tiene que ver con la naturaleza de la sociedad boliviana? La respuesta parece indicar que sí, que la gobernabilidad en democracia plena es una ilusión que se hizo realidad muy pocas veces en nuestro pasado republicano. Hagamos un somero repaso hacia atrás de lo ocurrido en la primera década del siglo XXI y todo el siglo XX.
El periodo 1982-2012, la etapa democrática más larga de la historia, pasó por varios y diversos trances. El presidente Siles Zuazo tuvo que adelantar un año el proceso electoral ante un colapso económico y completo descontrol social. Paz Estenssoro gobernó con el estado de sitio en la mano. Paz Zamora, salvo un par de episodios complejos, tuvo un Gobierno relativamente tranquilo. Sánchez de Lozada tuvo que imponer en su primer Gobierno dos estados de sitio para llevar adelante las reformas estructurales del Estado. Banzer renunció un año antes de concluir agobiado por el cáncer, pero si eso no ocurría el final de su Gobierno hubiese podido ser también abrupto. Quiroga tuvo un solo año de mando y aún así enfrentó tensiones importantes. Sánchez de Lozada apenas pudo completar el primer año de su segundo Gobierno. Yo mismo renuncié ante el riesgo de la violencia descontrolada en la mitad del periodo que me tocaba gobernar. Rodríguez presidió un breve y relativamente tranquilo interregno de transición.
Entre 1978 y 1982 tuvimos nueve Gobiernos, siete de facto por la vía del golpe de Estado y dos democráticos, el periodo más inestable de nuestra historia.
El Gobierno más largo del siglo XX (1971-1978), el de Banzer, estuvo signado por una férrea dictadura.
Entre 1969 y 1971 tuvimos tres Gobiernos con un promedio de menos de un año por cada uno.
En el periodo 1964-1969 Barrientos gobernó tanto de facto como constitucionalmente con mano dura, y aún así tuvo que compartir el poder con Ovando en una sui generis copresidencia y dejarle además un interinato de seis meses.
En 1964 se dio el cuarto y último Gobierno de la Revolución Nacional que duró apenas tres meses. Entre 1952 y 1964, una notable estabilidad de 12 años, el MNR gobernó tres periodos basado en una implacable dictadura de partido y con varios graves episodios de violencia y de disensiones internas.
Entre 1946 y 1952 tuvimos cinco Gobiernos (uno cada año y dos meses), tres de ellos de facto. En 1946 el horror se apoderó de las calles y el Presidente fue colgado.
Desde la caída de Salamanca en plena guerra del Chaco, 1934, hasta 1943, en un periodo de nueve años tuvimos cinco Gobiernos, cuatro de ellos de facto.
La sangrienta caída de Siles Reyes (1930) dio lugar a un breve interregno militar. En la década 1920-1930 el país tuvo cuatro Gobiernos, tres de ellos constitucionales. Siles tuvo que aplicar el estado de sitio y cayó en la tentación del prorroguismo. Saavedra gobernó con puño de hierro y sin contemplaciones a pesar de su ropaje democrático.
El periodo anterior, el liberal, surgido de la Guerra Federal (1899) con un costo de más de mil muertos, se prolongó por 20 años con cinco gobiernos constitucionales. A pesar de la guerra del Acre y el Tratado de 1904 y hasta su caída producto del golpe republicano, fueron años relativamente tranquilos, especialmente el Gobierno de Eliodoro Villazón (1909-1913), pero siempre apoyados en el dominio incontrastable y personalista de un caudillo (en este caso dos, Pando y Montes).
Turbulencia tras turbulencia, revuelta indígena, represión. Revuelta callejera, represión. Organización sindical y confrontación con el Estado, motines y cuartelazos militares, desorden, tensión. Revolución, la política en las calles, movimientos sociales…
No es una tradición que permita encontrar el hilo de la institucionalidad democrática, la construcción de un verdadero estado de derecho, la posibilidad de entender el pacto entre ciudadano y Estado, la edificación de una conciencia individual y colectiva enraizada en valores de convivencia, respeto, tolerancia y aceptación del otro.
Conocemos las raíces del problema, pobreza, desigualdad, racismo, discriminación, exclusión… Por eso es que se hicieron experimentos como el “socialismo militar”, la Revolución de 1952, la recuperación democrática de 1982 y el proyecto masista de 2006. Pero ninguno de esos ejercicios parece habernos acercado demasiado al objetivo de una sociedad que crea en el respeto al otro a través del cumplimiento de la ley.
El autor fue Presidente de la República
http://carlosdmesa.com/
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