Es importante contrastar la realidad política actual de los cruceños que ahora se aprontan a una elección de prefecto y alcalde. No es posible tomarse el momento actual tan a la ligera dejando a nuestro pueblo a la deriva mientras se juegan tantos aspectos estructurales, tomando este riesgoso trance como si se tratara de una azarosa tarde de bingo, donde por el puro placer de jugar o el vicio de apostar al poder se pretenden poner en riesgo todos los planteos reivindicativos que nacen de un departamento que en la presente contienda se juega sobre todas las cosas su sobrevivencia además de la posibilidad o no de tomar un liderazgo a nivel nacional.
La política florentina que hoy vivimos en nuestro departamento es absolutamente desacertada puesto que no es admisible ni correcto que algunos candidatos pretendan ganar impulso o ganarle la partida a nuestro pueblo echando mano de un hervidero de apetitos, de intrigas, de mensajes bajo la mesa, de interminables manipulaciones y pugnas.
Es imprescindible que hoy leamos acertadamente la realidad, para elegir a un candidato que responda al momento presente, a la coyuntura y la visión de país que los cruceños hemos reafirmado de manera contundente en los referéndums por autonomía y por estatutos.
Cabe recordar que en la circunstancia actual no están en juego personas, sino una visión país que tiene todas las características de convertirse en el equilibrio y el plan de ruta que necesariamente deberán retomar los bolivianos para no caer en picada dentro de un proyecto que por su carga ideológica rebasa todas las posibilidades de ser inclusivo y que por este mismo motivo tarde o temprano terminará por demostrar que es sólo una bandera política sin asidero en la realidad, y menos en los procesos económicos y sociales que van de cara a la consolidación de un Estado moderno que responda a todos y que evite el marginamiento, o que eche mano de la violencia para tapar los agujeros negros de una visión que se pretende imponer privilegiando la toma del poder en contraste con las necesidades y aspiraciones de los pueblos.
El problema es que el proyecto cruceño está hoy por hoy obstruido por las ambiciones que se ciernen sobre nuestra tierra. Sabemos que el privilegio de la economía es una apuesta que siempre ha existido, pero no se puede privilegiar al punto de preferir que un proyecto o visión país se venga abajo tan sólo por ponerlo al servicio de quienes aquilatan apetitos personales.
Hay algo que debemos considerar en primer término y es que no podemos seguir aplicando en Santa Cruz la ley del más forzudo, del poder por el poder económico o por el poder- poder. Nuestra realidad, el momento que vivimos amerita otras apuestas, otros parámetros, amerita que se pergeñen ideales, nos exige que retomemos la profunda convicción de que en esta tierra somos peregrinos, pero que debemos serlo en buena ley, buscando un mundo mejor, apostando a mejores días para todos y para edificar una visión en la que creemos y a la que hemos apostado con nuestros votos, con nuestras acciones, con nuestra llegada a los cabildos.
Santa Cruz se merece un liderazgo sólido, incluyente, defensor de libertades, de derechos, con menos discursos orondos y más acciones decididamente sólidas y eficaces. Queremos que nuestros líderes reflejen la imagen que nos dieron nuestros abuelos y padres que lucharon sin tregua y descanso por las regalías para construir una tierra próspera, amistosa, decidida a marcar un derrotero de producción y alegría, de derroche de carisma, de buena fe, de apuesta a un futuro en el que todos sus hijos nos sintamos encarnando un proyecto democrático y de libertad y que en este momento estamos a punto de echar por tierra.
No es posible que cuatro jinetes quieran poner el caballo, que quieran hacer las apuestas y que además pretendan ganar la carrera con un caballo cojo y tuerto, sólo porque lo pusieron ellos que se creen los dueños de nuestro destino. No consideramos que esto sea correcto. La presente contienda electoral marcará definitivamente el mapa político de nuestro país, dejará huella por mucho tiempo y debe ser hecha a consciencia y no sólo con desprendimiento sino también con rigor de amor y respeto por el proyecto y visión país que hemos jurado defender a los pies del Cristo Redentor.
Santa Cruz está a las puertas de decidir un proceso que siga dándole apertura a su proyecto, o de tomar una mala decisión camino a tener que enfrentar un momento altamente invasivo, de persecuciones, de destrucción, dolor y luto. En todos los casos serán los cruceños quienes en buena o mala fe habrán permitido que se tome uno u otro camino.
No es lógico que se impongan candidatos que no responden a las necesidades del momento presente, pensemos quien es el indicado para el momento que nos toca vivir, para la coyuntura actual y a los demás obliguémoslos a ocuparse de su propia vida, a renunciar a sus apetitos y a dejar el terreno expedito para que Santa Cruz no sólo sobreviva a la actual circunstancia de peligro sino que muestre que tiene hombres y mujeres capaces de construir su proyecto paso a paso, con renunciamiento, con responsabilidad y con altruismo, así algunos tengan que dar un paso al costado.
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