La Paz (Bolivia)- La carretera que baja zigzagueante desde el aeropuerto de El Alto en La Paz está llena de sorprendentes vistas pero también de carteles que anuncian obras bolivarianas. Sin ningún tipo de tapujo los paneles informan sobre los millones de bolívares invertidos en cada localización, el texto viene ilustrado con la foto sonriente de Hugo Chávez, en ocasiones abrazado al presidente Evo Morales.
El Gobierno de Venezuela financia desde enero de 2006 el Programa «Evo cumple, Bolivia cambia». De acuerdo con el informe remitido por el Ministerio de la Presidencia a la Comisión de Desarrollo Económico de la Cámara de Diputados, el Gobierno boliviano utilizó 239 millones. Sin embargo según la oposición, podría alcanzar los mil millones.
«Los petrodólares están fomentando la corrupción y el manejo dispendioso», denuncia a LA RAZÓN el diputado de Podemos, Bernardo Montenegro.
Montenegro asegura que en algún momento el país tendrá que responder por esos préstamos. «No sabemos a cuánto ascienden los préstamos de Venezuela, unos dicen que son 300 otros 500 (millones de dólares) no sabemos, podían haber sido 1.000 (millones de dólares) que se repartieron entre la gente del MAS para comprar votos», añade.
El mecanismo de asignación de fondos a los municipios y el monto donado por Venezuela para el plan es manejado con absoluta confidencialidad. Desde el Palacio Quemado se niegan a ofrecer información al respecto. La financiación proveniente de Caracas no es refrendada por el Parlamento boliviano, tal y como lo establece la ley de ese país.
La red tejida por los petrodólares llega hasta los lugares más recónditos de Bolivia, como el corazón del bastión de los ponchos rojos, en la localidad de Achacachi. La oposición los acusa de conformar el principal grupo de choque paramilitar a las órdenes de Evo Morales. Organizaciones como las Juventudes Cruceñas les consideran «talibanes» y «terroristas aimaras».
Para encontrarlos hemos de trasladarnos hasta su sede. Un complejo moderno, en construcción, que gracias al dinero aportado por Hugo Chávez gozará de pista de fútbol, piscina olímpica e incluso emisora de TV.
En la puerta dos tractores de la empresa mixta Veneiran –compuesta por capital venezolano e iraní– permanecen aparcados. Allí es donde nos recibe Constancio Mamaní, unos de los dirigentes que, ataviado con el poncho rojo, sombrero y su «chicote» (látigo de cuero) nos aclara: «Un día llegaron técnicos venezolanos con uniformes de PDVSA y nos preguntaron si estábamos dispuestos a seguir a Morales. Les dijimos que siempre lucharíamos por defender nuestras riquezas naturales».
«Poco después empezaron a desembarcaron todo tipo de excavadoras y comenzaron a construir escuelas y la sede» agrega. Eso sí, Mamaní afirma que nunca les dieron armamento y como muestra, nos enseña orgullosos su rifle Máuser, un fusil obsoleto de la Segunda Guerra Mundial.
Votos, pelota vasca y coches de lujo
Un informe de la diputada boliviana Ninoska Lazarte Caballero, del opositor Poder Democrático y Social demuestra el despilfarro y descontrol con el que se entregan los cheques bolivarianos. «Supongo que son dineros que no forman parte del peculio de Chávez, sino que se trata de los recursos de todos los venezolanos, y que se utilizan para comprar coches por cien mil dólares a los dirigentes sindicales bolivianos», dice Lazarte. En el informe aparece que se utilizaron 1’24 millones de dólares (835.000 euros) en la construcción de 19 frontones para jugar a la pelota vasca, mientras que el espacio deportivo La Bombonera significó un coste de más de 456.000 dólares (307.000 euros).
No hay comentarios:
Publicar un comentario