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miércoles, 2 de enero de 2013

repasa Claudio Ferrufino la situación política haciendo intervenir la figura de Chávez ya jugando "los descuentos" ese temor, de no involucrar a Evo en los sucesos de Santa Cruz con el caso del empresario Ostreicher, en cambio buscan "chivos expiatorios" incluyendo "la llorona" que jugó una trampa a la opinión nacional, con la estratagema familiar...lo que le valió por horas la atención mediática..."en la balanza" está sabroso.


MIRANDO DE ABAJOClaudio Ferrufino-Coqueugniot 

En la balanza
Con impúdico ánimo lo primero que hice al encender el ordenador esta mañana fue observar si el bufón de Caracas se había ido a donde le corresponde. Por ahí va, transitando casi las fronteras del Purgatorio, sin entorchados y finalizada su detestable soberbia. Desnudo, con los labios pegados a una cruz, execrado por una tradición revolucionaria atea que decía seguir. Debajo del comandante pervivió el monaguillo, y así se extingue. Es que la revolución es decoro todavía atractivo que esconde a divas, delincuentes, malvivientes, rateros. Cuando nos damos cuenta ya nos birlaron la billetera, la dignidad, la identificación, el país.
Se espantarán de lo que digo, y creerán que vivar el fin del sujeto emula el “viva la muerte” de Millán Astray. Se equivocan. Cuando se habla del tiempo en que los minutos se acaban, el paso al polvo que no al infinito, las viejas se persignan. “No hay que desearle mal a nadie”, sugieren. ¿Por qué no? Si la muerte es bienvenida para alejar la pesadilla de la eternidad, más aún para deshacerse de los que juegan a eternos. ¿Que eso tiene castigo? Que tenga y que venga, pero ahora será para otro.
Reloj, marca las horas –le cambiamos letra al bolero-, que tu tic tac es acicate en contra de tiranos y santos.
Bajamos la vista al sur. En la Gomorra chapareña, para dar pábulo a conjeturas y certezas, el presidente de los cocaleros “informa” a sus bases acerca de cómo marcha la expropiación de Bolivia. En corrillos secretos lamentarán que no se pueda sembrar coca en las alturas, por eso se concentran en las tierras bajas y analizan la mejor forma de eliminar los rivales de su ilimitada y pervertida ambición. Así incluya destruir el agro, la naturaleza, las etnias indígenas, lo que sea. Pero el toque de Midas es más que una fábula, tiene mucho de premonición. Y el oro que acumulan los gobernantes, la lascivia con la que anhelan conseguir más, tiene su faceta oscura, aquella que de pronto ya no tendrán qué comer, porque el dinero no se come, señores, el dinero devora.
Hay una extraña realidad muy nuestra, el cuidarse de no hablar del que ostenta el mayor cargo, el presidente en este caso. Remanentes de pongueaje mental, de espíritu de servidumbre. Pocos se animan a involucrar a Morales en la flagrante corrupción que nos engulle, cuando es tan obvio, haya estado o no con las manos en la masa, que el responsable es él… y su segundo. Andan buscando chivos expiatorios en los estamentos inferiores o medios, porque apenas suben un poco el cocalero sale en defensa. Dice, único país el nuestro, que no hagan “llorar” a la Suxo. Pobrecita, lagrimeará de miedo por lo mucho a perder, su parte de la piñata.
El dedo acusatorio debe ser firme y concreto. El presidente y vicepresidente de los cocaleros son culpables, más por acción que omisión, y como tales deberán en su momento responder ante la ley. Nadie se libra; miren al otrora amo de Venezuela de rodillas, arrastrándose en un calvario que podía haber evitado. Volvemos al toque de Midas, una enfermedad de la que ninguno de estos individuos se libra. A unos les toca el olvido; a otros la cárcel.
¿Qué se trae Evo Morales detrás de su abominable obsesión por la carretera del TIPNIS? El adjetivo basta, lo describe bien. Cuándo comprenderán los imbéciles que esta no es una fiesta en la que hay que llevarse los regalos. La poca lectura que han tenido, o la supuesta mucha, no les sirve. Deambulan alegres como cualquier carterista en bus atestado. Y cuando se los descubre, actúan, juegan a estadistas y políticos y elucubran salidas infantiles, tontas, como el llanto de la ministra y los “chicos malos” de Chile. Miseria intelectual y humana. Ni asomo, ni pizca o fragmento de grandeza. Uno creyera que recibiendo del voto un cargo oficial existiría algo que los impulsase a lo imperecedero en torno a su legado. Tristemente encontramos que no existe. Larga vida al pillaje y la estulticia. De inteligentes nada. De avivados mucho.
Se termina la página. Hasta para columnas de opinión hay plazos y límites. ¿Cuesta tanto entenderlo? Por ahora vayan alistando los aksus negros, awayos de luto de Calcha porque tenemos entierro.

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