La muerte de Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano disidente, que fuera comandante de la revolución dirigida por Fidel Castro, que partió hacia el exilio del que retornó con el deseo frustrado de construir una fuerza opositora que pudiera garantizar una transición pacífica hacia un sistema democrático, y la necesidad de difundir fotografías de Fidel Castro para desmentir rumores sobre su muerte, marcan gráficamente la decadencia de un proceso que, hace poco más de 50 años, era visto como una esperanza de liberación en la región.
Hoy, salvo visiones autoritarias de poder, nadie ve en ese país caribeño algo digno de emulación. Más bien, sirve para no hacer lo que se hizo en la isla para poder impulsar procesos de desarrollo más equitativos de la mano del mejoramiento sistemático de condiciones de vida, manteniendo crecientes niveles de participación política, pluralismo, control social y alternancia en el poder, cualidades detestadas por los conductores e ideólogos del régimen cubano.
Sin embargo, hay muchos indicios de que sobrevendrán tiempos de cambio en la isla, y América Latina deberá ayudar a que se devuelva a su pueblo la capacidad de decidir sobre su destino, y evitar cualquier atisbo de violencia fratricida porque, así como hay una casta familiar militar que hará lo que esté a su alcance para mantenerse en el poder, hay una irracional oposición que quisiera barrerla, revertir la historia y retornar a la Cuba pre revolucionaria.
De ahí que la muerte de Gutiérrez Menoyo sin poder estructurar una alternativa democrática y la necesidad de desmentir rumores sobre la muerte de Fidel, parecen ser parte del fin del sistema que responde al siglo XVII en pleno siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario