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sábado, 13 de octubre de 2012

cuenta Iván Arias su historia, la del proceso político de los 30 años, en que han sucedido muchas cosas para volver al 52 idea colonial de que el Estado lo puede todo y que hay que renunciar a nuestros derechos, ahora entre odios raciales y étnicos


Ese fue el achaque que me echó mi primo de toda la vida, aquel con el que me crie desde niño en la casa de la abuela, pasteando ovejas en Vallegrande, vendiendo periódicos en Santa Cruz, discutiendo de política (en aquellos años él era un enemigo declarado de los comunistas y yo su defensor) y compartiendo alegrías y penas por más de cincuenta años. “De no haber sido tan sonso, ahorita estarías disfrutando del poder…pero como sos un boludo, acá estas: jodido y vetado por gente con la cual luchaste y que ahora está en el Gobierno”.
Esta reprobación la hizo mi primo a propósito de recordar los 30 años de retorno a la democracia: “te persiguieron, te torturaron, te balearon y para que termines, 30 años después, ¿igualingo?”. Aclarándole que exageraba, puesto que hoy no hay torturas ni balaceras, me replicó: “No las habrá contigo, ¿pero y qué son los muertos? ¿Qué son los presos políticos? ¿Que son los vetos a que accedan a trabajo? Cambian las formas, pero no parece que cambie el fondo”, fue su réplica.
¿Donde se jodió la democracia? ¿Es decir, la apuesta por hacer un país de democracia madura? La culpa por supuesto no está solo en el actual régimen sino en los errores que cometimos desde el año 82. La angurria por el poder obligó a que don Hernán Siles Suazo asuma el poder a sabiendas que tenía un Parlamento mayoritariamente en contra. Los consejos de primero hacer una nueva elección para cambiar la correlación de fuerzas, no fueron escuchados, pues, el principio de “en el camino se arreglan las cargas” decidió. Por otro lado, las veleidades revolucionarias al estilo soviético, chino o cubano de presentir que “la revolución socialista estaba a la vuelta de la esquina”, nos llevaron a acorralar al gobierno de la UDP con demandas maximalistas que lo hundieron y postraron al país en una hiperinflación histórica. Los que augurábamos que la lógica de la toma del cielo por el asalto estaba cimentando el camino para el ascenso de la derecha, éramos considerados unos reformistas y serviles a los intereses contrarrevolucionarios.
Tocamos fondo y con el 21060 se abrió un periodo que marcaria, con antelación a la caída del muro de Berlín, la ruptura de paradigmas como el del socialismo y del mundo bipolar. A la cabeza del doctor Paz, hacedor y demoledor, del modelo estatista se abría la posibilidad para construir un país moderno en el que las instituciones públicas se consoliden, la empresa privada se desarrolle y la sociedad civil se incluya. La hiperinflación llevó a que se una al general Banzer (que había ganado las elecciones del 85) y elaboren las medidas que buscaban cambiar la matriz de desarrollo nacional. Con ese programa, Víctor Paz auguró que se iniciaba un periodo de 20 años por lo menos. Y así fue, en esos 20 años se hicieron impresionantes reformas que hacían creer que íbamos en la dirección correcta: la institucionalización de la corte electoral, consolidación de las libertades democráticas, la ley de participación popular, la ley del dialogo, la designación del defensor del pueblo, la ley de capitalización, la atracción de inversiones. Gracias a la capitalización el actual gobierno goza de ingresos superextraordinarios.
Sin embargo las medidas si no están acompañadas de hombres y mujeres probos, pero ante todo, de personas que piensen en la nación antes que en su ración, no tienen garantizadas su arribo a buen puerto. Las mezquindades y corruptela de políticos y empresarios que se pavonearon en esa veintena de años, llevo a que, en vez de respetar los acuerdos y profundizar los cambios, se enfrascaran en socavar las bases del nuevo modelo propuesto a favor de llevar las aguas a su molino y las arcas a sus bolsillos. El inicio de la debacle se dio cuando Goni no supo respetar el acuerdo de que para las elecciones de 1989, el MNR debía apoyar a ADN para que Banzer sea presidente y así dar continuidad al acuerdo del 85. El famoso “estoy con los manos atados” fue la llave que abrió los demonios para que todas las reformas posteriores dejaran de ser políticas de Estado y solo se convirtieran en políticas de gobierno. La rapiña política se institucionalizó.
La lógica del “ahora nos toca” se apoderó de la gestión pública y ésta volvió a convertirse en el botín a asaltar. Rápidamente muchos pasaron de pobres a ricos o prósperos empresarios en base a dineros del Estado. El sistema de justicia que se buscaba modernizar fue copado por intereses particulares. La democracia del pacto, que les inherente a sí misma, fue prostituida y envilecida porque se la usó no para modernizar el país sino para repartírselo. Con todas esas acciones se cimentó el camino para que retorne el modelo del 52, la idea colonial de que el Rey o el Estado lo puede todo y que las personas debemos renunciar a la ciudadanía a favor del vasallaje, con el aditamento de un fuerte impulso al resurgimiento de odios raciales y étnicos. Así, volvemos al principio.
Sacando lecciones de la historia, con mi primo, terminamos cantando este tango: “… sentir – que es un soplo la vida – que veinte años no es nada – que febril la mirada- errante en las sombras- te busca y te nombra- Vivir….”.
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