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jueves, 7 de noviembre de 2013

Bolivia vive exportando gas hace 50 años y todavía altos porcentajes de bolivianos viven a carbón y leña, o las zonas dueñas de esa riqueza acusan márgenes de pobreza intolerables. El Dia, SC

El presidente Morales expresó hace unos días en Tarija una de las facetas más tristes de la mentalidad boliviana, “colonizada” por la idea de que todo lo que viene de afuera es mejor y que nuestro pueblo no es capaz de surgir por sus propios medios, lo que nos conduce a un estado de baja autoestima social, al pesimismo y al menosprecio generalizado de cualquier idea o creación que brota de un cerebro boliviano.

Durante el evento “Soberanía Hidrocarburífera al 2025” (qué ironía) el primer mandatario trató de justificar por qué Bolivia no aprovecha su gas para generar industrias, para mejorar el bienestar de los bolivianos y para crear fuentes de trabajo, argumentando que “exportando gas ganamos más que usando el gas en las termoeléctricas y el pueblo gana más económicamente”.

Esa premisa sería aceptable en cierta medida en el caso de que al igual que los países nórdicos, Bolivia utilizara el dinero de la exportación del gas en la diversificación productiva, en dar un salto cualitativo en la educación, en la promoción de la ciencia y la tecnología, pero todos sabemos que la platita es malgastada en satélites, en teleféricos, canchitas de fútbol, en aeropuertos sin seguridad y otros “chiches” tecnológicos que no sabemos ni siquiera manejar y que nos los venden “llave en mano” para que un boliviano sea el guardia de seguridad, el que cobra los  boletos o el que hace la limpieza.

Se le da mucho valor a los millones que ingresan al país, pero ese dinero no sirve de nada si no se lo usa bien. El valor del dinero es relativo y depende de quién es el poseedor. Nuestra gente tiene fama de ahorrativa, pero de qué sirve que los billetes estén debajo del colchón y el dueño siga viviendo en condiciones precarias. Vemos todos los días cómo prósperos comerciantes no cambian su estilo de vida. Construyen sus casas y en lo primero que piensan es en el puesto de venta que da a la calle y ellos se quedan relegados a la parte trasera del terreno, donde se instalan en condiciones bastante precarias.

Bolivia exporta gas hace 50 años y a nadie se le ha ocurrido pensar en un equilibrio; es decir, que parte de esa valiosa energía que aprovechan los grandes centros industriales de Brasil y Argentina, se queden en el país para hacer exactamente lo mismo, ayudar a mejorar el bienestar de los bolivianos, 30 por ciento de los cuales continúan cocinando a leña.

La historia de la humanidad podría resumirse a una constante búsqueda de energía. Bolivia ha perdido gran parte de su territorio por la avidez de los vecinos por nuestras riquezas energéticas y lamentablemente no aprendemos la lección. El departamento de Santa Cruz es el único del país que ha podido aprovechar parte de esa energía y ese factor fue determinante para que se convierta en el motor de la economía nacional. Pero no se puede decir lo mismo de Tarija, cuyo subsuelo aporta hoy la mayor parte del gas que se produce, pero lamentablemente y coincidiendo con los intereses capitalistas transnacionales, el 85 por ciento de esa producción se va al exterior para generar riqueza en los países vecinos. Acá nos quedamos con la plata, que va y viene pero nunca llega a la vida de los bolivianos.
Bolivia exporta gas hace 50 años y a nadie se le ha ocurrido pensar en un equilibrio; es decir, que parte de esa valiosa energía que aprovechan los grandes centros industriales de Brasil y Argentina, se queden en el país para hacer exactamente lo mismo, ayudar a mejorar el bienestar de los bolivianos, 30 por ciento de los cuales continúan cocinando a leña.

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