¿Quién puede vivir con 697 bolivianos? Se preguntan, desesperados, al borde de las lágrimas, millares de ciudadanos de la tercera edad, aquellos que por el simple transcurso de tiempo han perdido la capacidad de trabajo y que hoy, por tecnicismos de la normativa de pensiones, y la falta de voluntad de algunas autoridades, se ven obligados a subsistir en condiciones difíciles. ¿Acaso nos hemos olvidado de que estas personas aportaron, en su momento y conforme a sus posibilidades, al sistema de pensiones? ¿Acaso estos hombres y mujeres no merecen un renta justa que les ofrezca una subsistencia digna?
Los jubilados claman una nivelación de sus ingresos al salario mínimo nacional de 815,40 bolivianos y un incremento adicional del 6,5% a su renta de vejez. A efectos de ser escuchada, la denominada “generación sándwich”, heredada del antiguo sistema de reparto, ha protagonizado una masiva marcha de protesta a la ciudad de La Paz, donde intentó ingresar en la plaza Murillo, donde fue reprimida por las fuerzas del orden, fuertemente equipadas. El objeto de esta movilización era lograr un acuerdo con el Estado, conducente a mejorar los ingresos que perciben. Como si la vida no les fuese suficientemente dura, se ven obligados a ampollar sus pies en el duro asfalto del altiplano y someter su rostro al duro sol de principios de invierno. A pesar de todo este esfuerzo y despliegue de necesidades, las autoridades responsables de analizar y mediar en este conflicto no han atendido las peticiones. Al contrario, se han mantenido firmes, señalando que el incremento solicitado no corresponde en aplicación a la Ley de Pensiones en vigencia. La falta de un acuerdo ha dejado este tema aún en la mesa, con amenazas de radicalización de medidas.
Contextualizando el problema, estos individuos deben pasar la mensualidad con 99 dólares ¿Cuánto cuesta un alquiler? ¿Cuántos fondos podrán disponer para garantizar el plato de cada día? De gas y otras comodidades, ni hablar ¿Podrán acceder al sistema de salud? Sin duda, muchos de ellos no. Sobre el tapete queda la interrogante de si vale la pena ejercer mano dura con estas añejas personas.
La Central Obrera Boliviana se ha sumado a las movilizaciones y ha asegurado su apoyo a esta clase urgida, ganando puntos ante la opinión pública, en la lucha de reivindicación de los derechos de los trabajadores. Sustancialmente oportuna la aparición de los dirigentes de esta organización social, frente a los comicios para nuevas autoridades que se realizarán próximamente en Cochabamba.
El protagonismo en la solución de este embrollo le correspondía al Gobierno, el que, por su naturaleza popular, debería haber hallado los instrumentos y los interlocutores que viabilicen un acuerdo.
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