Las libertades ciudadanas y los derechos políticos continúan restringidos en China. Es particularmente severo el control de las comunicaciones privadas por correo electrónico. Para acceder al servicio, se obliga a los usuarios a registrar sus direcciones en un sistema gubernamental.
Actualmente, figuran 30 países en la nómina de Estados que según organismos especializados abatieron las vallas de privacidad en las comunicaciones de correo electrónico por las redes de Internet.
Encabezaban la lista los países de Magreb, a los que la furia popular expurgara de regímenes totalitarios. En ellos era férreo el control estatal de los proveedores de acceso a Internet y de todos los usuarios, a quienes se les obligaba a inscribir sus direcciones de correo electrónico a un sistema de registro gubernamental. Los operadores de este servicio revisaban así, al revés y al través, los textos comunicacionales de personas sospechosas de actuar contra el Gobierno, los intereses, religión y cultura nacionales.
No les sirvió de nada, pues para todo mal siempre hay un remedio, el cual, para los damnificados con tan condenable trasgresión, fue la comunicación electrónica sujeta a código cifrado, modalidad que ya no fue necesaria en una segunda fase, cuando las masas enardecidas acorralaban a los dictadores. En forma explícita, a través de las redes sociales de Internet, se convocaba a la rebelión.
En China se dejó atrás el dogmatismo de Mao. Se abrieron las puertas a la inversión extranjera y en vez de política se empezó a hacer buenos negocios en el mercado internacional. China pasó a convertirse en un gigante asiático de peso decisorio en la economía mundial, ascenso al cual, sin embargo, no acompañó alteración alguna en su sistema hegemónico de gobierno. Las libertades ciudadanas y los derechos políticos continúan restringidos. Es particularmente severo el control de las comunicaciones privadas por correo electrónico.
En el lado opuesto están 140 países –aplastante mayoría– que en América, Europa y otros continentes respetan y garantizan la privacidad de las comunicaciones por correo electrónico. No es casual esta coincidencia. En todos ellos impera en forma rigurosa la democracia y los principios que la inspiran, en lo que respecta a libertades personales y derechos humanos. Obviamente, coinciden en emprendimientos dirigidos a depurar los espacios de Internet de males que causan daños a la sociedad y particularmente a la niñez y juventud, como la pornografía, los delitos electrónicos o la promoción de la prostitución, pero nada más.