Loteamiento
Marcelo Rivero
Lo ocurrido en días pasados en terrenos del ingenio San Aurelio era cuestión de tiempo, más bien podría decirse que los asaltantes se habían demorado. Es que el loteamiento de Santa Cruz, tanto en la capital como en las provincias, viene ocurriendo desde hace más de 20 años, en un principio por cuenta de ‘sindicatos’ agrarios -aunque generalmente eran dirigidos por loteadores profesionales que después ‘arreglaban’ sacando gran tajada-, luego vinieron los ‘sin tierra’ y ahora aparecen los ‘sin lote’, todos ellos casi siempre integrados por ‘colonizadores’ y por gente que arribó del interior del país. Así fueron cayendo Amboró -con su valiosísima riqueza natural- hasta por el lado de los valles cruceños, Choré y su enorme reserva forestal, igualmente tierras de la Chiquitania, hasta llegar a cercanías de nuestra capital, como decir Urubó, Terebinto, Pampa de la Isla, La Guardia y otros. Ahí están en posesión de Tucabaca, de la citada reserva de Choré y de propiedades que estaban en plena producción agrícola y ganadera. En las horas que corren ha sido el turno de las tierras de San Aurelio -sin contar predios pequeños en áreas urbanas y rurales-, y el loteamiento ya incluye individuos que pueden ser de cualquier punto, incluyendo el nuestro, aunque los líderes, por más osados y ‘expertos’, son del interior y se las buscan para tener apoyo de los que están en el poder.
El asalto, desde luego, es más sostenido en los tiempos actuales del masismo, que tolera semejante abuso sin que le importe el descrédito que sufre la nación en el mundo entero, de ahí que no se entiende cómo el Gobierno se atreve a mandar comisiones al exterior en búsqueda de inversores si nada garantiza, ni una industria en plena producción como es el mencionado ingenio. No es todo, con un pasmoso cinismo, en el poder central, en la Fiscalía y en la Policía unos afirman que la culpa la tiene un partido que ahora es opositor, otros dicen que la zafra y la producción de azúcar no están siendo afectados, los de más allá se lavan las manos, en suma que no hay a quien acudir, no para pedir respaldo a un propósito u objetivo que por ahí carece de importancia, sino para algo simple y claro como la luz del día: poner orden y aplicar la ley.
Ahora ya todo está trastrocado por este lavarse de manos, por esto de buscar culpables donde no los hay y por restar importancia a lo que es de suma gravedad. En otros casos hasta el ejército intervino, los policías se movilizaron prontamente, los fiscales fueron y vinieron con asombrosa agilidad, y lo siguen haciendo. Unos para tomar presos inocentes y para cometer atropellos incluso contra el periodismo, y otros para levantar falsos testimonios.
Las imágenes de esta convulsionada Bolivia donde nada se respeta, que muestran a gente haciendo fila para convertirse en dueña ilegal de un terreno, están dando la vuelta al planeta, horas después de que éste, absorto, escuchase una charla magistral sobre los peligros que encierra beber Coca Cola y comer pollo y papas holandesas.
¡Lindo el crédito que la patria está ganando!
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