Desde lejos, los detalles se pierden y destacan las grandes líneas, el horizonte. Así aparece el 11 de enero en la historia nacional, esta vez recogida en Yapacaní; desde lejos. Varios civiles muertos, casi un centenar de heridos (incluyendo varios policías), después de un conflicto prolongado en el cual nadie respetó la ley. Pero, un arreglo económico con los familiares de los que ya no podrán participar de otro conflicto, y se pasa la hoja. Hasta los detenidos fueron liberados. Ya no interesa hablar de los motivos de la disputa, quienes participaron, en qué circunstancias fueron abatidos como bandidos ciudadanos corrientes. De quienes son los responsables. La solución es un éxito a criterio del gobierno. La tranquilidad ha vuelto al pueblo.
Si ordenamos algunos valores, como la honra, la libertad física psicológica política espiritual, encontraremos al final, la vida. Como condición previa a todas las demás. De cuanto valoramos la vida en general, en la teoría, y la respetamos en lo particular, en lo que es nuestra realidad y la de los otros, se juega el destino del resto de los valores. Cuanto más respeto por la vida, más valor agregaremos al conjunto de libertades que posibilitan nuestro desarrollo en sociedad.
Es curioso, miles de títulos demuestran el interés por la democracia, la libertad y otros temas, pero el hecho de que la vida y la muerte sean algo “negociable” ha pasado desapercibido. La tribu; la tribu de siempre. El comportamiento menos organizado, el menos evolucionado, la sociedad del tan-tan, presentes. Los caídos no tienen deudos; solo herederos. El poder lo sabe. Entra en la puja, copa y gana. Pero, después de este primer acto, cómo queda ese grupo humano, si para la condición de humano se requiere el reconocimiento de la vida como algo supremo, independiente de los poderes de los hombres. Nadie tiene derecho a quitar la vida de un ser humano. Como nadie tiene el poder de darla. Y al atentar contra ella se ha puesto en marcha del retorno a la barbarie. Si el caso fuera la excepción….pero no es el primer escenario, muy al contrario, se ha hecho recurrente en los últimos años: Huanuni, Porvenir, La Calancha, Caranavi, El Torno, entre tantos.
La vida, fuera del poder del Estado. Si es absolutamente rechazable el sometimiento del destino de un ser humano a la voluntad de otro, mucho más lo es que sea cuestión de Estado. La violencia que provoca la muerte de ciudadanos, aunque enfrentados en diversas disputas, debe ser condenada. ¿Cabe algo peor que la sospecha de que el poder ejercido desde el aparato coercitivo del Estado tiene responsabilidad principal en los hechos? Certifica que el poder constituido carece de moral, de principios éticos y, por tanto, de legitimidad. Incluyendo, la legitimidad política. El conseguir el favor de los votos en una elección de ninguna manera es una carta blanca para disponer hasta de la vida de los ciudadanos. Y se dispone, por acción y por omisión. Cuando se alargan o no se atienden las situaciones en etapas controlables; cuando se pueden, y se deben, resolver mediante el diálogo, la mediación, la negociación. Aquí sí que es ético y justificable, negociar. Lo que está generalmente en juego son intereses, y eso, se negocia.
La tolerancia es condición sine qua non para dirigir a buen puerto la nave del Estado. Por más que seamos reiterativos, el MAS debe conceder los espacios adecuados para la expresión de opciones distintas. Sería una total estupidez comportarse como si tuvieran
la razón en todo. La realidad, el examen final de cualquier teoría social, termina por demostrar lo contrario: en unas aciertas, en otras te equivocas. Lo mejor, tener en cuenta el aporte de todos. Los que se resisten a reconocerlo pueden estar padeciendo el conocido síndrome de la esquizofrenia. Terminan en Sucre, en el Pacheco, con el brazo cruzado al pecho repitiendo, “soy Napoleón”, o “el último de los jacobinos”, da lo mismo.
No es muy inteligente pretender tapar el sol con un dedo. ¿YPFB, una demostración palpable del éxito en la administración del Estado? Seis años, y no arranca. Al gobernador del Beni lo sacan del cargo por proveer de luz a un pueblo; San Matías pasa 14 hrs / día sin luz y, todo bien, gracias. ¿Cuántos pueblos en el altiplano no tienen fluido eléctrico? En la frontera argentino boliviana nos prestan nueve metros cuadrados, sin aire acondicionado a 40º C, para que efectivos policiales nacionales (no más de seis) ejerzan control a bienes (miles de qq y miles de viajeros diarios) a través de una frontera crítica para el país. ¿Nadie sabe, que el cruzar una línea, mostrar un carnet, demora hasta 10 horas? Sigue el jueguito con JINDAL, proyecto clave para Santa Cruz y para Bolivia: le exigen flujo de caja y plan de inversiones, cuando lo que se requiere es “gas”, y YPFB no lo tiene. Esto es igual al “éxito” de la cumbre política convocada por el gobierno, que terminó con el abrazo de Johnny y Evo.
“Santa Cruz concentra los créditos, mientras La Paz ahorra”. Se trata de producir, lo que implica “invertir”, facilitar créditos y diseñar nuevamente “reglas claras”. ¿Es la gran diferencia con los que guardan los recursos en los bancos, especulan con UVF o DPF, en US$ o Bs, sin salirse de la especulación a corto plazo? En la inversión hay riesgo. Hay que estar atento a los mercados, donde es fundamental la acción propositiva del Estado, para ponerle el hombro al país junto a los sectores productivos, públicos y privados. Atender a la distribución de riqueza es labor fundamental, pero es el final del proceso. Se impone el modelo del sentido común: primero riqueza, después, a repartir. El ejemplo de la economía del bien vivir, a costa de otros, es gran parte de la crisis europea. Es mejor, en términos del vecino Brasil, “café para todos, pero primero, café”. Mientras tanto, respeto a la vida, propia y ajena. Que no le pongan precio. Que aparezcan los responsables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario