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viernes, 25 de septiembre de 2009

inédito el asilo para Zelaya que se concede al que sale de su país, no al que ingresa en él. lo dramático de Honduras mueve a la búsqueda de solución


En este escenario, hay que leer las críticas a la actividad desplegada por el derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, desde la embajada de Brasil en Tegucigalpa, que ha generado polémicas y rechazo en la alta esfera del poder brasileño y hasta dudas sobre una supuesta "injerencia en asuntos internos".

En Nueva York, donde participa en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Lula, en un clara injerencia en los asuntos internos de Honduras, pidió durante el discurso de apertura de la reunión la restitución en el poder de Zelaya.

El miércoles, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó el envío de una misión parlamentaria a Honduras, integrada por congresistas de la base aliada y la oposición, quienes coinciden que el asunto debe ser tratado con delicadeza.

El desplazamiento, sin embargo, afronta dificultades por el cierre de los aeropuertos hondureños por los brotes de violencia y la necesidad de un salvoconducto del Congreso de Honduras para permitir la entrada de la misión, puesto que Brasil rompió unilateralmente las relaciones diplomáticas con ese país.

En opinión de analistas brasileños citados por AFP, la inesperada irrupción de Zelaya el lunes pasado en la delegación de Brasil ha causado un conflicto inédito y difícil de resolver, pues no hay una situación técnica de asilo ni de refugio y la embajada ha quedado en el centro de una crisis interna.

"No hay dudas de que Brasil debía darle asilo político a Zelaya si lo pedía cuando fue víctima de un acto de fuerza, pero su retorno genera un cuadro diferente, en el cual la embajada brasileña es protagonista de primera línea", declaró el ex canciller Luis Felipe Lampreia (1995-2001).

El Gobierno brasileño asegura que fue "tomado por sorpresa" y que no colaboró con el regreso de Zelaya, quien, según muchos dirigentes políticos, sobre todo opositores, ha convertido a la embajada en un "fortín" desde el que arenga a sus seguidores, lo cual contraría las normas del asilo y la diplomacia.

Altas esferas del poder brasileño acusan al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de "orquestar" el plan para el retorno a Tegucigalpa del depuesto gobernante hondureño, Manuel Zelaya, quien se encuentra refugiado en la embajada brasileña, afirmó hoy un diario local.

Según asesores del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y de la Cancillería consultados por el diario O Estado de Sao Paulo apuntaron que la "infraestructura, la logística y la orientación para decidir la embajada brasileña" para el retorno clandestino de Zelaya fue preparada por Chávez.

La inesperada irrupción de Zelaya en la legación diplomática de Brasil ha causado un conflicto inédito y difícil de resolver, pues no hay una situación técnica de asilo ni de refugio y la embajada, con su embajador retirado desde el comienzo de la crisis política en ese país centroamericano, ha quedado en el centro del conflicto.

Los asesores - dice O Estado - manejan la información de que Zelaya fue orientado por Chávez para pedir refugio específicamente en la embajada brasileña, debido a que era el lugar "más seguro", pues el presidente Lula "está al frente de las presiones para que el poder le sea devuelto al depuesto presidente".

El periódico apuntó que la cancillería brasileña le pidió "oficialmente" a Zelaya abstenerse de hacer declaraciones de incitación política mientras permanezca en la sede diplomática, lo que no fue respetada por el presidente derrocado que utilizó la delegación para realizar un show mediático contra el gobierno golpista.

Los partidos políticos brasileños, por su parte, se han nucleado en defensa de la soberanía nacional representada por la sede diplomática, pero manifiestan dudas sobre el papel cumplido por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en esta crisis.

El senador José Agripino Maia, del opositor partido Demócratas, dijo que Brasil se ha inmiscuido en "una confusión innecesaria" y hasta preguntó si Lula "aceptó entrar en el juego" para "quedar bien con Hugo Chávez", el líder venezolano que, al parecer, cedió el avión en que regresó a su país el presidente depuesto.

El Partido Popular Socialista (PPS) ha pedido que se aclare cómo Zelaya llegó hasta la embajada y también su permanencia en la sede, pues "como no se trata de un asilo, parece haber una participación de la diplomacia brasileña en una acción clandestina y en una clara injerencia en asuntos internos de otro país".

Según el diputado Raul Jungmann, del PPS, "la embajada brasileña se ha transformado en tribuna electoral" y el canciller Celso Amorim "debe ser responsabilizado por eso".

El senador Arthur Virgilio, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), afirmó que "si el Gobierno combinó todo esto, se trata de un disparate diplomático imperdonable".

Virgilio admitió que "es correcto dar abrigo", pero señaló que "también lo es impedir la actividad política" desde la legación.

En cualquier caso, sostuvo que "Brasil perdió la posibilidad de ser un interlocutor en esta crisis, pues está directamente implicado en la campaña para restablecer el mandato del presidente Zelaya".

Las dudas sobre el curso que tomará esta crisis han llegado a los editoriales de la prensa.

"La cuestión es delicadísima, porque abarca la garantía y respeto a la inviolabilidad de la embajada, en momentos en que abriga a un presidente depuesto que regresa para intentar recuperar el poder", indicó en un editorial el diario O Globo.

El periódico agregó que "se trata de una situación inédita, pues el refugio generalmente es concedido a personas que se ven obligadas a dejar un país, y no a las que vuelven".

Lula exigió el miércoles ante la Asamblea General de la ONU el"inmediato" regreso de Zelaya al poder y que la comunidad internacional esté "alerta" en cuanto a la "inviolabilidad" de la embajada brasileña en Honduras, en la que le garantizó "refugio" al jefe de Estado depuesto.

El Gobierno de facto de Honduras insistió hoy en responsabilizar a Brasil de los daños que puedan producirse en su embajada en Tegucigalpa, donde desde el lunes se encuentra el depuesto presidente, Manuel Zelaya.

Por su parte, el Ministerio de Exteriores del régimen de Roberto Micheletti indicó en un comunicado que sobre el Gobierno de Brasil recae "la responsabilidad por la vida y seguridad del señor Zelaya y por los daños a la integridad física de las personas y a las propiedades".

"La presencia del señor Zelaya en la misión de Brasil en Tegucigalpa (es) un acto promovido y consentido por el Gobierno de Brasil", aseguró.

Esos daños serían consecuencia de "permitir que se convierta dicha misión en una plataforma de propaganda política y concentración de personas armadas que amenazan la paz y el orden público interno de Honduras", agregó.(informe de IAR-noticias)


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