El mandatario venezolano Nicolás Maduro puso como excusa una falla en el avión presidencial para no estar presente en la investidura de la jefa de estado chileno.
La verdad es que la propia Michelle Bachelet le pidió que se abstenga de acudir, ya que el ambiente se estaba poniendo caldeado en Santiago, donde hubo algunos abucheos a Evo Morales y con la presencia de Maduro, la cosa se iba a poner muy fea, con el riesgo de empañar la fiesta. Nadie se opuso a la ausencia del venezolano, pues horas antes del acto de posesión, circularon entre los mandatarios presentes fotografías y otras evidencias que mostraban el verdadero horror que está ocurriendo hoy en el país caribeño, donde el chavismo ejecuta una represión al mejor estilo de las más férreas dictaduras militares.
El Gobierno boliviano fracasó en su intento de convocar a una reunión extraordinaria de Unasur para apoyar a Maduro y todo se limitó a un encuentro de cancilleres, que lejos de lanzarse a un respaldo incondicional, decidió conformar una comisión que viaje a Caracas para facilitar el diálogo entre las partes. Como todo le falló, las autoridades nacionales tomaron la determinación de enviar a la capital venezolana una comitiva de 80 dirigentes sindicales y líderes de movimientos sociales para llevar el aliento a los represores. Algo es algo.
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