El periodista Andrés Oppenheimer ha publicado un ilustrativo artículo intitulado El ranquin del cumplimiento de contratos (La Nación. Buenos Aires, 5.11.13), relativo a un nuevo estudio comparativo de 189 países, realizado por el Banco Mundial y la Corporación Internacional de Finanzas, sobre las facilidades que se otorgan para la creación de nuevas empresas y cuán fácil –o difícil– es hacer valer un contrato en cada país.
Ciertamente, los ranquins del comportamiento de los países contribuyen a precisar el lugar que ocupan en el mundo en ciertas áreas de actividad, mostrando necesidades y urgencias. Y, en este caso, como en muchos otros, hay una constante: los países latinoamericanos con gobiernos populistas y autoritarios, figuran entre los últimos, es decir, están ubicados en la franja ominosa de los perdedores.
En el estudio Haciendo negocios 2014 se examinan las facilidades que los gobiernos otorgan para la creación de nuevas empresas, y el resultado no es sorprendente: los latinoamericanos mejor ubicados, entre los 189 países estudiados, son Chile (34), Perú (42), Colombia (47) y México (53) –todos miembros de la Alianza del Pacífico. Entre los últimos figuran Nicaragua (124), Argentina (126), Ecuador (135), Bolivia (162) y Venezuela (181), es decir, al final de la tabla comparativa.
En cuanto se refiere al cumplimiento de los contratos en los mismos 189 países, los resultados tampoco son halagadores. “El tiempo promedio para que un tribunal haga cumplir un contrato es de 270 días en Rusia, 405 días en China, 426 días en Perú, 590 días en Argentina, 610 días en Venezuela, 725 días en Uruguay, 731 días en Brasil, 1.288 días en Colombia y 1.402 días en Guatemala. La excepción a la regla es México, donde lleva 400 días, dice el estudio”. Y Oppenheimer comenta: “Uno puede llegar a viejo antes de hacer cumplir un contrato de negocios”.
Los ranquins han venido mostrando comparaciones que resultan penosas para los pueblos bajo regímenes populistas, los que no figuran entre los exitosos. En este caso cobra significación lo que el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, afirma: el estudio prueba que “las economías con mejores regulaciones para el sector privado son más propensas a animar a los empresarios locales a crear más empleos, otro paso en la dirección correcta para acabar con la pobreza extrema en 2030” (citado por Oppenheimer). Este es uno más de los muchos ranquins que muestran el rezago de algunos países de América Latina, creando tanta decepción
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