Varios medios locales acaban de reproducir -fragmentados- sobresalientes de la extensa entrevista concedida por SE al periódico El País de Madrid. Leyéndolos, por esa extraña asociación de ideas, mi imaginación fugó a la mítica gastronomía cochabambina. Decidí que si esas aseveraciones presidenciales no se fragmentaran, equivaldrían a un "trancapecho" riesgoso de digerir sin tomar grandes bocanadas de aire y sendos tragos de agua.
Es indudable el olfato político de Evo Morales y su innata inteligencia. Por lo que no queda más que acreditarle a su casi absoluta concentración del poder y los proverbiales grupos palaciegos que le limitan la comprensión de la realidad, la dicotomía frecuente en la línea de su pensamiento y consecuente expresión.
A la pregunta : Como están actualmente las relaciones de Bolivia con EEUU responde "mal pero tampoco quisiéramos que vayan bien". Pero a la pregunta en sentido de si no ve posible una relación normal responde: "mmmm, sería deseable". Vale decir ni. Lo que sucede es que ver en EEUU la madre de todos los males relacionados sobre todo con la temática coca -que es donde el Presidente tiene puesto el 99% de su sentimiento y de su compromiso- es lo que altera su objetividad.
Aseveró que la erradicación de mil hectáreas de coca de los Yungas paceños no tiene precedente y es una muestra muy clara del éxito del control de los cocales. Lo que quizás ignora SE, es que hasta los españoles se han informado que la coca de Yungas corresponde al cultivo tradicional para el masticado y usos medicinales. Pero le hizo gambeta a las hectáreas (que se exceden por varios miles) erradicadas en el trópico de Cochabamba cuya suelo produce una clase de coca amarga que es utilizada en casi su totalidad, a la fabricación de cocaína de la que no ingresa a Estados Unidos ni un solo kilo desde hace varios años. Otra es la historia si hablamos de Brasil o Argentina y el salto del Atlántico hasta Europa.
La supuesta "derecha" es otra muletilla que utiliza con demasiada frecuencia para justificar cualquier situación que escapa al control de los organismos del gobierno. Si se trata de marcha indígena, reivindicaciones sectoriales o la sola mención de la palabra "gasolinazo", apunta a la derecha -que cual fantasma esquivo a la vista del resto de la ciudadanía- se materializa amenazante como factor de desestabilización. La audiencia que pretenden los indígenas de la Novena Marcha con el secretario general de la OEA para exponer sus puntos de vista en defensa de sus territorios originarios, es convenientemente etiquetada de una espúrea alianza con la derecha a fin de restarle la repercusión -que al menos en los medios -indudablemente originará.
Al ritmo cuatro por cuatro del Polaco Goyeneche, pide que no le hablen de la justicia. No parece dispuesto a admitir los grandes cuestionamientos que desvirtúan las elecciones judiciales propiciadas por su gobierno donde el mayoritario voto nulo no fue óbice para que se instalen en posiciones fundamentales de la administración de justicia, a cuestionados ciudadanos cuya legitimidad es tan dudosa como la sabiduría que emana de la hoja de coca en la resolución de fallos en justicia. Extrañamente, cual convidados de piedra, se excluyó a adherentes y simpatizantes del partido de gobierno que sí reunían los requisitos necesarios aunque posiblemente su grado de subordinación no era la deseada.
Nada se oye sobre la rampante corrupción, cuya muestra como botón es el obsceno sobreprecio y oscuros manejos de Cartonbol y Papelbol, o sobre el inexistente mantenimiento de las carreteras cuyo deterioro cotidianamente se cobran decenas de vidas, o la inseguridad ciudadana que mata, que viola, que hiere y que está convirtiendo a poblaciones enteras, en enajenadas asesinas y en presencia de niños. A nadie parece importarle que estas aberraciones estén siendo imperecederamente talladas en los cerebros infantiles con consecuencias futuras que no me atrevo siquiera a formular.
Es indudable el olfato político de Evo Morales y su innata inteligencia. Por lo que no queda más que acreditarle a su casi absoluta concentración del poder y los proverbiales grupos palaciegos que le limitan la comprensión de la realidad, la dicotomía frecuente en la línea de su pensamiento y consecuente expresión.
A la pregunta : Como están actualmente las relaciones de Bolivia con EEUU responde "mal pero tampoco quisiéramos que vayan bien". Pero a la pregunta en sentido de si no ve posible una relación normal responde: "mmmm, sería deseable". Vale decir ni. Lo que sucede es que ver en EEUU la madre de todos los males relacionados sobre todo con la temática coca -que es donde el Presidente tiene puesto el 99% de su sentimiento y de su compromiso- es lo que altera su objetividad.
Aseveró que la erradicación de mil hectáreas de coca de los Yungas paceños no tiene precedente y es una muestra muy clara del éxito del control de los cocales. Lo que quizás ignora SE, es que hasta los españoles se han informado que la coca de Yungas corresponde al cultivo tradicional para el masticado y usos medicinales. Pero le hizo gambeta a las hectáreas (que se exceden por varios miles) erradicadas en el trópico de Cochabamba cuya suelo produce una clase de coca amarga que es utilizada en casi su totalidad, a la fabricación de cocaína de la que no ingresa a Estados Unidos ni un solo kilo desde hace varios años. Otra es la historia si hablamos de Brasil o Argentina y el salto del Atlántico hasta Europa.
La supuesta "derecha" es otra muletilla que utiliza con demasiada frecuencia para justificar cualquier situación que escapa al control de los organismos del gobierno. Si se trata de marcha indígena, reivindicaciones sectoriales o la sola mención de la palabra "gasolinazo", apunta a la derecha -que cual fantasma esquivo a la vista del resto de la ciudadanía- se materializa amenazante como factor de desestabilización. La audiencia que pretenden los indígenas de la Novena Marcha con el secretario general de la OEA para exponer sus puntos de vista en defensa de sus territorios originarios, es convenientemente etiquetada de una espúrea alianza con la derecha a fin de restarle la repercusión -que al menos en los medios -indudablemente originará.
Al ritmo cuatro por cuatro del Polaco Goyeneche, pide que no le hablen de la justicia. No parece dispuesto a admitir los grandes cuestionamientos que desvirtúan las elecciones judiciales propiciadas por su gobierno donde el mayoritario voto nulo no fue óbice para que se instalen en posiciones fundamentales de la administración de justicia, a cuestionados ciudadanos cuya legitimidad es tan dudosa como la sabiduría que emana de la hoja de coca en la resolución de fallos en justicia. Extrañamente, cual convidados de piedra, se excluyó a adherentes y simpatizantes del partido de gobierno que sí reunían los requisitos necesarios aunque posiblemente su grado de subordinación no era la deseada.
Nada se oye sobre la rampante corrupción, cuya muestra como botón es el obsceno sobreprecio y oscuros manejos de Cartonbol y Papelbol, o sobre el inexistente mantenimiento de las carreteras cuyo deterioro cotidianamente se cobran decenas de vidas, o la inseguridad ciudadana que mata, que viola, que hiere y que está convirtiendo a poblaciones enteras, en enajenadas asesinas y en presencia de niños. A nadie parece importarle que estas aberraciones estén siendo imperecederamente talladas en los cerebros infantiles con consecuencias futuras que no me atrevo siquiera a formular.
Si sólo se admitiera que existe inoperancia y falta de conocimientos en posiciones que requieren de cierta ciencia y experiencia obviando la soberbia inexplicable, se podría otorgar una duda razonable que, pese a todo, se hace examen de conciencia y que eventualmente llegaría la enmienda.
Un cambio de actitud disiparía en parte, la sospecha que el gobierno tiene miedo real de perder el poder en las calles y que indefectiblemente le llegará la hora de presentar en limpio, el libro del debe y haber. El descontrol se ha notado en la total indiferencia ¬-aparente- con que han tomado las muy desfavorables últimas encuestas. La reacción a ellas era previsible.
El síndrome de la avestruz es un recurso válido como muleta psicológica tanto como lo es formular anhelos de perpetuación por medio milenio. Se equivoca quien piensa que el proyecto político va más allá del caudillismo de Evo Morales. Pero guarda con la tentación ya manifiesta de recurrir a la violencia, el autoritarismo y la supresión de las libertades, pues ello convertiría la defección de los "resentidos" como los califica, en la nueva mayoría nacional.
Un cambio de actitud disiparía en parte, la sospecha que el gobierno tiene miedo real de perder el poder en las calles y que indefectiblemente le llegará la hora de presentar en limpio, el libro del debe y haber. El descontrol se ha notado en la total indiferencia ¬-aparente- con que han tomado las muy desfavorables últimas encuestas. La reacción a ellas era previsible.
El síndrome de la avestruz es un recurso válido como muleta psicológica tanto como lo es formular anhelos de perpetuación por medio milenio. Se equivoca quien piensa que el proyecto político va más allá del caudillismo de Evo Morales. Pero guarda con la tentación ya manifiesta de recurrir a la violencia, el autoritarismo y la supresión de las libertades, pues ello convertiría la defección de los "resentidos" como los califica, en la nueva mayoría nacional.
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