Vistas de página en total

jueves, 9 de febrero de 2012

Mario Rueda a propósito de la Ley Siñani relaciona con la Reforma Agraria los cambios allí propuestos. de los intentos de mejorar la Educación pregunta i no conducirán a mayores confusiones


Desde el lunes pasado se intenta aplicar en el país una ley (denominada Avelino Siñani-Elizardo Pérez) que marca rumbos inéditos a la educación en Bolivia. Algunos de sus objetivos empiezan a ser cuestionados por algunos sectores, como el del magisterio, tanto urbano como rural, que prepara acciones contra mudanzas que, en su criterio, le perjudican.
Siñani era un pedagogo que se hizo de gran prestigio por sus emprendimientos pedagógicos en el centro educativo altiplánico de Warisata (La Paz), en favor de los indígenas, en tiempos en que estos eran meros ‘pongos’ de los latifundistas. No se los consideraba ciudadanos con derecho a elegir y ser elegidos. Tenían las puertas cerradas a la propiedad de la tierra. Se daban de narices contra toda posibilidad de afirmar su identidad étnico-cultural. El prestigioso maestro apostaba esencialmente a la educación para sacar del rezago a las comunidades indígenas.
Obviamente que tal vía iba a conducir al destino deseado siempre y cuando apuntase también a un cambio en el régimen de tenencia de la tierra, que convirtiera a los campesinos en propietarios de la misma. De esto se encargó el Movimiento Nacionalista Revolucionario, con la Reforma Agraria de 1953, cuyas deficiencias pondría en evidencia, después, un minifundio que condenó a los ‘liberados’ a una economía de subsistencia que les frenó el ascenso económico-social y su plena integración a la sociedad.
A consecuencia de tan lamentable falla, la mayor parte de la población rural (predominantemente indígena) emigró a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida y ahora representan una manifiesta minoría demográfica las comunidades indígenas que aún quedan en regiones del altiplano, los valles y selvas tropicales del oriente.
En las ciudades del eje troncal y subtroncal del país, que concentran más del 70% de la población total de Bolivia, predomina el idioma español, y los nietos de los que llegaron del altiplano, los valles o las selvas orientales ya no hablan la lengua nativa de sus abuelos o padres. Podría decirse que desde el punto de vista cultural y lingüístico aquellos pasaron a formar parte de lo mestizo-urbano, más acercados a la modernidad que a cosas del pasado. No altera esta verdad su afición al folclore nativo (danzas de Carnaval o de festividades religiosas).
Entre los objetivos de la ley educativa que empieza a aplicar el Gobierno figura el de salvar la identidad étnico-cultural de nuestros pueblos indígenas, sobre bases curriculares específicas, como la enseñanza obligatoria de lenguas nativas en las escuelas y el énfasis didáctico en la cosmovisión de las comunidades originarias, entre otras cosas.
En síntesis, una pulseada del pasado con el presente. ¿El primero imponiéndose al segundo? Para una correcta respuesta a esta interrogante debe considerarse que nunca pasan las mismas aguas bajo el puente de la historia. Ellas siempre cambian de color y contenido…
Es de elogiar, por supuesto, el énfasis de lo técnico-científico en el currículo escolar. Pero, ¿cómo conciliar ciencia y tecnología modernas con esa cosmovisión indígena que convierte a la Tierra (Pachamama) y a los astros del universo (el Sol y la Luna) en dioses a los cuales adorar, sin sumir a los escolares, particularmente a los urbanos, en una grave confusión?

* Abogado y periodista

No hay comentarios:

Publicar un comentario