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sábado, 31 de diciembre de 2011

los mayas y sus portavoces se dieron modos para convencer a incautos que el mundo se terminará el 21 de dic. 2012. los serios dicen que el mundo seguirá girando con sus días y noches...nos recuerda Iván Arias Durán


¿Qué  nos depara el 2012 que ya arrancó? Mark Van Stone  junto a otros investigadores mayistas  de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y Norte América han estado observando con diversión y desmayo cómo personas que se hacen pasar por "expertos" proclaman que los profetas mayas antiguos pronosticaron un evento que estremecería la tierra el 21 de diciembre de 2012. Este fenómeno vaticinado es descrito como un colapso ecológico, una tormenta solar, una rara conjunción de la Tierra, el Sol y el centro galáctico, una nueva y asombrosa etapa en nuestra evolución, y hasta un repentino revés del campo magnético de la Tierra que borrará los discos duros de todas nuestras computadoras. Una profecía incluso predice la iniciación de la Tierra dentro de una federación galáctica, cuyos ancianos han estado acelerando nuestra evolución con un "rayo galáctico" por los últimos 5,000 años. En síntesis, el mundo como lo conocemos llegará sorpresivamente a un alto repentino.
Estas predicciones dicen esos “expertos” que son profecías de los "mayas antiguos" cuyo calendario de "precisión astronómica" supuestamente termina en esa fecha. Según estos relatos, estos misteriosos genios mayas aparecieron de repente, construyeron una civilización extraordinaria, diseñaron en ella pistas para nosotros, y luego desaparecieron de manera repentina e inexplicable, como si hubieran terminado su misión en la Tierra. Estos mismos expertos reclaman credibilidad especial para las profecías mayas al asegurar que estos sabios históricos, con sus posibles orígenes extraterrestres, habían tenido acceso a una asombrosa sabiduría esotérica. Sin embargo, los mayistas serios afirman que el 2012 no tiene nada que ver con las predicciones mayas, que la tierra seguirá dando vueltas y que los seres humanos, según dónde y cómo estemos,  continuaremos avanzando en nuestras grandezas y retrocediendo en nuestras mezquindades.
De esa manera los bolivianos tenemos al frente un año que pudiendo ser de esperanza y grandeza, por las últimas declaraciones de los jerarcas gubernamentales, mas bien se presenta complicado y mezquino. Las derrotas democráticas sufridas por el régimen en el año 2011, lejos de provocar un espíritu reflexivo y autocritico que los obligue a un ajuste de timón en bien del consenso y la reconciliación, han agazapado a los lideres masistas, cual leones heridos, están dispuestos a seguir el ataque y la confrontación entre bolivianos y bolivianos. Después de la reunión a puertas cerradas entre el Presidente y los cocaleros en Lauca Ñ, el jueves 29 de diciembre, se prevé que, para el 22 de enero, se produzcan ajustes en el gabinete y se tomen medidas más estrictas para blindar al régimen de supuestos infiltrados contrarrevolucionarios y  “malinches” que, según el Vicepresidente, con rostro y voz indígenas sirven al opresor, al que no cuida la patria, al extranjero, a quien no quiere el progreso ni el desarrollo de nuestro país.
La orden explicita es proteger al régimen para que no retornen al poder "los k’aras" y se produzca "otra vez 500 años de silencio y oscuridad". García Linera pidió al movimiento indígena campesino colaborar, porque Bolivia “está siendo dirigida por un campesino, por un indígena, por un trabajador, por un pobre. Esto tenemos que saberlo cuidar como tesoro, saberlo defender, saberlo (sic) sentir orgullosos de lo que hace nuestro Presidente, pero también sus colaboradores, y apoyarle y ayudarle".
La agenda de destituciones de autoridades contrarias al régimen seguirá su proceso imparable, el amedrentamiento y presión contra los medios que se pongan demasiado críticos copiará métodos bolivarianos y la agenda política, un año más, se tragará a la agenda económica. Empezaremos con el show de la posesión de magistrados, sin la presencia de Presidentes vecinos, luego vendrán las demandas de presupuesto. Haremos un alto obligado para las fiestas de carnaval y una vez pasen éstas volverán las marchas por salarios y las peleas por que se realice el censo y que en él se incluya, por ejemplo, la opción mestizo y no solo un listado de grupos étnicos a los cuales deberíamos afiliarnos todos los bolivianos. La agenda de los referéndums revocatorios para los poderes nacionales, primero, y subnacionales, luego, le pondrá el condimento al año 2012.
Así, mientras los países vecinos avanzan, los bolivianos danzan. Bailamos al son de la política mezquina y no de economía proyectiva. Seguiremos haciendo política, mientras los vecinos se insertan a la economía global y se alistan para competir con los grandes. 2012 otro año perdido para la gestión y ganado para el balcón. Quisiera, sinceramente, equivocarme, pero estoy seguro que al insistir en el cumplimiento de este deseo voy parecerme más a los “expertos” del mundo maya que a los verdaderos mayistas como Mark Van Stone

viernes, 30 de diciembre de 2011

Daniel Pasquier con maestría fija los itos del año que termina y puntualiza lo negativo en el campo oficial. EM ya no nos representa dicen los indígenas.


La magia del Año Nuevo promete cambiarlo todo; adiós a la penas, los sufrimientos, las carestías, las dudas personales y colectivas convertidas en convicciones por días mejores. Transportar nuestros más sinceros anhelos al mundo de las realidades. En todas partes se cuecen habas, según cierto dicho popular, pero son menos afortunadamente aquellas donde mucho depende de pocos. En el Estado Plurinacional (EP) casi todo depende de uno; la suerte fue echada el 2005 al elegir un mestizo de origen aymara, sin estudios, y cuya experiencia laboral se identifica casi en exclusiva con la historia de una zona dedicada al cultivo de la coca destinada fatalmente a la producción de cocaína. Del Chapare a Palacio Quemado. Eso la realidad tangible; los oropeles para hacer digerible el invento lo aportaron audaces intelectuales foráneos que jugaron todo al “experimento social”, al “Estado experimental”. Vivimos las consecuencias.
Un Estado artificial, el de las transformaciones estructurales, va quedando en papel. El realismo mágico deslumbra mientras sea ficción, pero tener a Gabriel García Márquez tomando cafecito, de traje blanco, piernas cruzadas, con los sanguinarios dictadores Fidel-Raúl Castro por más de medio siglo es un vomitivo para los estómagos más duros. Así el año que termina ha visto arriarse una por una todas las banderas con las que el “indio”, como lo llamaba con cariño Hugo Chávez a Evo Morales, engatusó a un buen porcentaje del 53.4 % que lo subió al poder.
"Evo Morales ya no nos representa”, lo dicen los indígenas. Los de Tierras Altas y los de Tierras Bajas, es decir, todos los indígenas de Bolivia y empoderados según la nueva Constitución han decidido públicamente separarse del actual gobierno, se sienten traicionados. Se mueven huestes de burócratas a sobornar a unos cuantos tratando de dividir ambos bloques; lo conseguirá con unos pocos. Las comunidades indígenas hablan abiertamente de organizar la resistencia; se cansaron de denunciar y esperar “cambio de rumbo”. Por la psicología del indígena, es un camino sin retorno; han resistido siglos, y esto de haberse equivocado en una elección no pasa de ser un accidente.
“El presidente está mintiendo al país y al pueblo yungueño", afirma Lino Villca, exsenador del MAS. Sinceridad general. Se le propuso cambiar la política económica, dejar el discurso para la galería de desinformados. La prueba de error más clara son los 300-500 dólares en importación de alimentos, porque se produce en el país el 40-60% menos que hace seis años. La subvención a combustibles ronda los 800 $us/año. Los vecinos en jauja, 6-8% de crecimiento; los incrédulos deberían echarle una hojeada al multicolor e inabarcable campo argentino. Volver al país dependiente en un 80% del gas y los minerales no es un aporte revolucionario, es la vuelta atrás a la economía más reaccionaria y colonial imperante  antes y después de 1825. Evo al fin se da cuenta, levanta las restricciones, saca a los “bocazas” de hidrocarburos y minerales, pone profesionales  competentes y confiables, se inicia el proceso de industrialización; la  crisis global previsible el 2012, lo aconsejan y convencen.
La proverbial insensibilidad de Evo, afloja. En el Cusco para Navidad con sus hijos; según la prensa, los alojó en un buen hotel ($us 1.500 la noche); con eso  pudo calcular el “bono para los discapacitados” y trata de evitarles la   marcha “como pueden”, por más de mil kilómetros hasta La Paz. Un poco de ingenio para evitar un final trágico; la de “féretros gratis” propuesta por el Vice en otra ocasión, no será solución. 
Recuperar dignidad frente al mundo. Hoy, nuevamente somos “revisados íntegros”, es decir, incluyendo partes íntimas, al cruzar las fronteras. Nadie le garantiza un viaje tranquilo; revisiones de documentación y equipaje en cualquier punto del trayecto; gente  de toda edad y condición retenidas. Inician otro viaje. El EP convertido en enemigo público.  Pero al fin se aprobó el  convenio obstaculizado varios años por un  “quítame unas pajas” entre Brasil, EEUU y Bolivia,  para coordinar la lucha contra el narcotráfico en el país. Solo la noticia de la firma ya movilizó grandes operativos. En cuatro días se decomisan cuatro toneladas de cocaína de origen boliviano en puntos tan distantes como Perú, Argentina, Brasil y Canadá. Evo pide helicópteros, información, apoyo logístico,  etc. Hora de honrar lo firmado, ¿el presidente contrarreloj hacia el 2014?
Coca-cocaína, el círculo vicioso. Se exige un solo discurso. Primero con los bolivianos y con la comunidad internacional después. “Acá la pelea es entre la coca tradicional que somos los Yungas respaldados por ley de la Convención de Viena y la historia contra la coca ilegal del trópico de Cochabamba que quieren legalizar", y está vigente la Ley 1008. Quien habla no es un neoliberal en trajines golpistas, son yungueños, la base de todo el discurso ideológico cultural de la coca. Porque de las 30.000 has del Chapare, ya es  reconocido por todos, un 95% tiene como fin el narcotráfico y, para peor,  allí se han asentado grupos narco-terroristas internacionales. En los Yungas se aplica la “erradicación forzosa”,  en el Chapare no. El tema podría convertir las próximas elecciones en un referéndum nacional sobre el tema coca-cocaína. Y Evo no quiere correr ese riesgo.
Como actor principal político en la última década y beneficiado por la ley de amnistía decretada por Carlos Mesa, Evo podría recurrir al mismo recurso legal para levantar la suspensión de facto de los derechos constitucionales y políticos de los bolivianos, que ha llevado a cientos a la clandestinidad, al exilio, a otros a la cárcel sin sentencia, y cientos curan heridas de enfrentamientos fratricidas promovidos por razones políticas. ¿Serviría de algo esa ley a los cerca de cien muertos por las mismas razones en el sexenio de Evo? Como reparación moral, quizás. Reunir a la familia boliviana. Sería un año increíble, el 2012.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Claudio Ferrufino uno tras otro señala países que están a la espera de "poco menos que milagros" para salir de las autarquías que los gobiernan. Valiosa reflexión del talentoso escrito

Triste el destino opositor en América Latina. Se espera, país por país, prácticamente la intervención de la providencia para descartar a los líderes actuales, populistas y corruptos. No hay unidad, menos proyectos que opongan alternativa.

Argentina, donde ya se ha fundado una sucesión que puede durar cincuenta años, se sustenta con un auge económico sin precedentes en las últimas décadas. Eso ve el “pueblo”, lo siente, y lo apañan los intelectuales para quienes revolución puede bien significar un entarimado de drama televisivo, con llanto y fastuosas perlas, donde Cristina Cenicienta materializa el sueño escondido de la masa argentina del retorno de la gran cabrona, Evita, arrojando regalos desde un tren de lujo. De eso gusta la chusma, de la dádiva y el novelón. No pide otra cosa. No hay secreto. ¿Qué oponer a ello? Aguardar por algún fortuito incidente que vuelque la tortilla.

En Venezuela se sigue con ansiedad el embate del general cáncer. El coronel Chávez jura y rejura haberlo derrotado. Ha requerido el embrujo de los demonios originales, las sombras traídas del África, las supervivientes indias, sumadas a la parafernalia católica para lograrlo. Escondió los tratados del judío de Tréveris, Marx, para no ofender a los espectros, y en lugar de combatir con la espada de Bolívar se hace limpias con ramas encantadas, manejadas por inmundas manos, y pasará de rodillas, como niño al lado de cama, demandando al destino el por qué le quita la gloria de ser eterno y bocón. La oposición en Venezuela es la muerte. Voto único y decisivo.

Ecuador, qué decir, cuando el individuo que preside representa una mezcla extraña de machito audaz y mariquita sollozante. El pobre es víctima de todos. Nadie comprende el altruismo  inconmensurable de su gobierno, solo el pueblo humilde, a quien controla, como sus iguales afuera, con la falacia de los bonos que son soborno de la inteligencia, insulto de la dignidad. Cómo, y quién, puede revertir las cosas: el Niño, la Niña, alguna bala perdida, un milagro, un meteorito.

Y podríamos seguir subiendo por el continente, cruzando el Darién donde en algún momento también alguien se creyó intocable e imprescindible: Manuel Antonio Noriega, pero el azar dispuso mareas de helicópteros y marines que acabaron con el oprobio que habían contribuido a fundar, y convirtieron al amo en un número de celda, al vindicador en presidiario al arbitrio del vicio de los reclusos antiguos.

Preferimos no avanzar ya, quedarnos donde estamos. Al encender el televisor, Marcelo Tinelli, showman rioplatense, demuestra por qué un lugar que dio a Borges y creció entre caudillos y cuchilleros, tiene visión tan escasa. El día en que Tinelli invite a bailar a la viuda en cueros, habrá roto para siempre el rating. Ni la Difunta Correa traería más audiencia que la llorona echándose un tango kirchneriano.

Nos quedamos en Bolivia, país donde el que preside huye cada vez que amenaza tormenta. O tiene miedo y es cagón, o necesitan proteger a ojos vista de la ignorancia popular su aura de profeta lampiño. La oposición anda dejándose cazar como conejos. Si no fuera por la patriada de los indígenas del TIPNIS, que ahora quiere desmerecer otra marcha de comprados, poco habría para preciarse. Los ambiciosos de siempre debieran entender que es ese núcleo de la CIDOB y el CONAMAQ por donde pasa la derrota masista. Lo demás son balbuceos partidarios, mínimos, inocuos. 

Al oriente le rompieron el espinazo. Una cosa es bravuconear con pistolas y bandas de música en las calles y otra el valor de enfrentar a quien quiere destrozarte. Ya no sirven fachadas en la hora actual. Ahora es tiempo de valientes o no queda tiempo. Si no estamos como los otros, los vecinos, rogando porque Obama se dé cuenta del peligro narcoboliviano y actúe, o que se caiga el cielo sobre la cabeza de la hidra.

El segundo de Evo, o su jefe, prepara medidas abusivas y la gente reaccionará. Pero dónde están los previsores de tal alzamiento, sus catalizadores y guías. La masa ciega inunda, incendia, destruye, y de ahí qué.

martes, 27 de diciembre de 2011

valentía y coraje de Los Tiempos para llamar las cosas por su nombre cuando atribuye a la falta de gas para explotar El Mutún, incumpliendo el contrato y dando lugar a un arbitraje que EM lleva las de perder.


La decisión de la empresa siderúrgica Jindal de India de presentar una demanda arbitral contra Bolivia en la Corte de Arbitraje de París, por la decisión boliviana de ejecutar en 2010 una boleta de garantía de 18 millones de dólares por un supuesto incumplimiento del contrato suscrito para explotar el yacimiento de hierro del Mutún, ha vuelto a dar actualidad a un tema que, prácticamente desde el inicio, ha sido motivo de múltiples controversias.
Como se recordará, Jindal Steel and Power se adjudicó en 2007 la explotación de hierro en el cerro Mutún para extraer aproximadamente 20.000 millones de toneladas de hierro, con la promesa de invertir en los primeros 10 años 2.100 millones de dólares. En una primera fase, Jindal debía invertir unos 600 millones de dólares, pero sólo lo hizo en un monto aproximado del 2 por ciento.
Al justificar su incumplimiento, la empresa india alegó que pese a tener la mejor intención de hacerlo, no pudo cumplir con su parte del contrato porque el Gobierno boliviano, a su vez, incumplió la suya, la que consistía en asegurar la provisión de gas natural sin el cual sería imposible la buena marcha del proyecto. El Gobierno boliviano tendría que garantizar la provisión de hasta 6 millones de metros cúbicos diarios, cantidad que supera con mucho la capacidad productiva de nuestro país.
Hasta ahora, y a pesar de que la verdadera naturaleza y complejidad del problema es ampliamente asumida por quienes conocen los alcances y las limitaciones del contrato suscrito, ambas partes —el Gobierno boliviano y la Jindal— han hecho sus mejores esfuerzos para minimizarlo y dar un aspecto de amistosa y mutua buena voluntad a las dificultades que han tenido prácticamente desde el día mismo en que iniciaron su relación contractual.
Sin embargo, ante la contundencia de los hechos y la enorme falta de correspondencia entre los buenos deseos y la realidad, todo parece indicar que ha llegado el momento de la verdad y ya no será posible mantener por más tiempo la ficción. Ni Jindal puede seguir disimulando su disconformidad por la manera sistemática como durante los últimos cuatro años el Gobierno boliviano ha eludido su parte del compromiso ni éste puede fingir un insostenible optimismo sobre la viabilidad del proyecto atribuyendo todas las dificultades a la empresa india.
Lo cierto es que, al margen de los muchos tecnicismos con los que las partes en conflicto intentan defender sus respectivas posiciones en las instancias judiciales nacionales y extranjeras, el proyecto del Mutún sigue hoy, como hace cuatro años y otras tantas décadas, en el plano de los deseos más que en el de las realidades concretas. Y así está condenado a permanecer, más allá de la voluntad de quienes se hagan cargo de su ejecución, porque requiere de una fuente de energía de grandes proporciones. Y Bolivia, por lo menos por ahora, no está en condiciones de proporcionarla.
Así las cosas, no es sorprendente que el proyecto del Mutún esté condenado a ser uno más de los que en vez de dar sólidas esperanzas al futuro económico de nuestro país no hace más que producir frustraciones.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Claudio Ferrufino recrea la historia del gato de 9 vidas. "siempre cae parado" refiriéndose a SEEM arropado por las masas pero también "por anónimos poderosos" que están lucrando a su sombra.


Hasta un aura mítica se va creando alrededor de la capacidad de supervivencia del presidente. Ha capeado conflictos que hubieran destronado a otros, e incluso se ha burlado de ellos después. ¿Responde a especiales cualidades políticas o a circunstancias? ¿Características que tengan que ver con lo boliviano, nacional o pluri, por igual?
En Bolivia, siempre, incluso en incipiente democracia, lo que prima son los intereses de los poderosos. Se me dirá que eso es extensivo a cualquier país y cualquier época. Cierto, pero no en vano ha avanzado la historia para permitir realidades de bienestar colectivo sin caer en la falacia “socialista” donde un amo y su corte piensan y deciden por los demás. No es el caso nuestro, donde maquillajes sociales usurpan el pleno derecho de las gentes a elegir sus pasos.
Eso sin considerar un aspecto importante de tipo subjetivo, que se anota en el plus del gobierno masista, quizá a través del miedo a los otrora patrones, haber logrado vencer barreras insalvables de diferenciación étnico-social. Subjetivo porque las masas sienten que alcanzaron un espacio negado por demasiado tiempo y lo hacen saber con orgullo, como debió haber sido desde un principio. Si el indio hubiese participado como sujeto del quehacer nacional, otro sería el cuento. Los errores se pagan, y esa queja, la del “indio” como culpable y enemigo, es obsoleta.
Pros y contras superestructurales, como decían en la universidad, y digresión necesaria para aclarar que ese punto no es el pivote sobre el cual debe basarse la oposición, y sí en el que se apoya y sostiene el Gobierno de tinte popular. Lo concreto es que el pobre no ha cambiado de estado. Políticas de limosna, usuales en gobiernos similares, doran la píldora, crean espejismos de falsa comodidad, pero no fundan bases para ningún progreso posterior. La dependencia de la masa hacia el poder garantiza en primera instancia su popularidad, pero suele ser arma de doble filo si la economía no crea recursos para sustentarlos indefinidamente.
Con unos pesos se tapa la boca del hambriento, en cualquier lado. Se eterniza la abyección del limosnero, camino que no conduce a fin, que en algún momento va a explotar y revertirse en contra de los domadores-amansadores. Esa masa, pueblo, plebe, idolatra a Morales por ahora, mientras pueda mamar así fueren miserias, sin esfuerzo.
Pero, y volvemos al principio del texto, no son sólo los desarrapados y menesterosos la base que sostiene al Gobierno, sino gente poderosa, escondida, cuyos intereses se han visto beneficiados sobre todo por la relajada política de la coca, y que, aunque por origen debiesen contarse en el grupo opuesto, por ganancias se sitúan del otro lado.
Hemos vuelto a los años de las dictaduras militares, donde una casta delincuencial, que se ha ampliado al altiplano y los valles esta vez, continúa lucrando con el negro negocio del narcotráfico. Hay puntales, en El Alto o Rurrenabaque, para quienes mantener el statu quo actual es vital, y que, dados los enormes réditos, impedirán el cambio, abogarán por la destrucción de los parques nacionales, y más.
En Bolivia el asunto no es de tipo étnico, ni siquiera partidario; esa es la fachada, manipulando una larga historia de racismo y abuso. Aquí hay un fabuloso negocio donde participan quién sabe cuántos, dónde y a qué niveles. Así es fácil sobrevivir cualquier andanada coyuntural. Que tal vez ocurra un descalabro, nadie duda. Las explosiones populares son ciegas y se guían a oscuras; son imponderables. La pregunta es simple: ¿conviene a cuántos la situación, y cuán serios son en querer transformarla?
 

sábado, 17 de diciembre de 2011

Alvaro Riveros describe la cadena de anécdotas y paradojas a lo largo de los sucesos que nos caracterizan como Nación hasta la más reciente con el soplido de hojas a un diplomático de la ONU

Es irrebatible la capacidad que tiene el pueblo boliviano de asombrar al mundo con sus extravagancias y episodios que colman las fantasías surrealistas más audaces, colocándonos, con cierta periodicidad, en las primeras planas de la prensa universal y en la cúspide de los creadores del realismo fantástico.
Desde compatriotas que destacaron por apedrear a la Gioconda en el museo del Louvre de Paris, pasando por aquel pintor que le cayó a cuchilladas al Papa Paulo VI en Manila; la caza del Ché en suelo vallegrandino; hasta la entrega de Klaus Altman, puesto en gancho Paris, fueron los acontecimientos que siempre pintaron de cuerpo entero el carácter de nuestro pueblo.
No todos los acontecimientos que marcaron este curioso afán de hacer noticia fueron halagüeños. En el transcurrir de los años nos fuimos caracterizando como el país que batió todos los records de revoluciones y golpes de estado posibles, para colocar gobiernos de las más disímiles tendencias que pueden caber en la fantasía humana, desde fascistas, pasando por comunistas, hasta llegar a etnocentristas. Por supuesto, una variopinta suerte de gobernantes que se hicieron del poder a raíz de estos sucesos caracterizó esta demencial carrera como: Militares, abogados, dentistas, periodistas, señoras, curas y trompetistas.
En nuestra forma violenta de hacer patria no estuvieron ausentes las guerras contra todos los países limítrofes y una que otra civil. En todas ellas clasificamos segundos. ¡Eso sí! Fallamos estrepitosamente en la guerra contra la corrupción, el narcotráfico, el contrabando y la pobreza.
Antes del referéndum revocatorio, recientemente inventado, habíamos descubierto la forma más expedita de deshacernos de un presidente a través de la suspensión por cuerda, es decir: colgándolo en un poste de la plaza principal de la capital empero, dicho método tuvo que ser abolido, dada la consternación y el repudio mundial que ocasionó ese “reality show”.
La beatificación de la hoja de coca es otro argumento que nos mantiene en el estrellato y amenaza con convertirnos en un estado forajido y totalmente aislado si se decide retirar a Bolivia de la Convención de Viena, como acaba de expresar el jefe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, después que un “amauta” tratara de hacerle soplar unas hojas de coca durante un acto protocolar en la Cancillería.
Sin salirse del libreto de la espectacularidad, este estado de cosas originó una estremecedora exposición de lo insólito, como es la marcha de discapacitados capaz de estremecer a una momia. Esa patética batalla entre inválidos y gobierno corona este cúmulo de paradojas y nos introduce en el reino de la parajoda.

viernes, 16 de diciembre de 2011

el Jefe de Estado vuelve a provocar escándalo cuando afirma no necesitar de la activación económica. "sus empresas" son deficitarias, la nacionalización un fraude, sin precios altos por la coyuntura internacional no habría bonanza, pero se acaba...nos lo previenen

Alguien va a tener que explicarle al presidente Morales que “sector productivo” no tiene que ver solo con los cocaleros, la única franja de la economía boliviana que ha incrementado su producción, que exporta sin ningún problema, que recibe grandes cantidades de capitales extranjeros y que se ha metido de lleno en la industrialización, con tecnología de punta, que permite obtener más valor agregado con menor cantidad de insumos.

La explicación es estrictamente necesaria, porque recientemente, en la apertura de la Cumbre Social que se desarrolla en Cochabamba, el presidente Morales afirmó que Bolivia no necesita reactivar su sector productivo como lo plantearon los dirigentes de la COB, quienes se abstuvieron de participar en el encuentro oficialista.

El presidente acaba de ser informado que el país ha roto nuevamente el récord histórico de exportaciones, lo que automáticamente se traduce en un incremento de las reservas internacionales. Él está convencido de que ese es un fenómeno productivo y sin duda lo es, pero ocurre en China, en Brasil, en la India y en otros mercados cuyo dinamismo ha generado un fabuloso incremento de la demanda de materias primas y por ende, un aumento de los precios.  El ejemplo más claro es el gas. En el 2004, un millar de metros cúbicos costaba menos de un dólar y en este momento Bolivia lo está vendiendo en más de diez dólares a la Argentina. Es obvio que no se necesita producir más para aumentar los ingresos y eso es precisamente lo que ha ocurrido. De hecho, en ese periodo, la producción de hidrocarburos líquidos cayó en un 35 por ciento, lo que nos ha obligado a importar más diesel, más gasolina (esto también es histórico) y nada menos que gas licuado de petróleo.

Evo Morales dice que no se necesita reactivar la economía porque eso equivaldría a tener que aumentar la inversión pública y destinar todo el dinero que se destina hoy al gasto corriente, a las pegas, al proselitismo los 365 días del año y a toda clase de despilfarro (50 mil millones de dólares en cinco años) en una verdadera revolución productiva y no en esos remedos de empresas públicas creadas por el Estado Plurinacional que no producen nada y ocasionan pérdidas. Cómo va a decir el presidente que no se necesita reactivación, si YPFB no ha logrado perforar ni un solo pozo, si estamos exportando gas y minerales tal como se lo extrae de la tierra. Ni un solo gramo, ni una sola molécula industrializada.

Transferencia. Ese es otro término que debe entender el presidente. Transferir no solo es la repartija de bonos, que dicho sea de paso, representan menos del dos por ciento del presupuesto. Este concepto significa volcar los ingresos que se generan en las actividades extractivistas, que son no renovables, que son poco intensivas en empleo y que son altamente dependientes de los precios internacionales, hacia otros sectores como el agropecuario, las manufacturas, la agroindustria, el turismo y otras franjas que son capaces de darle sostenibilidad a la economía boliviana y generar un desarrollo integral.

El presidente no parece estar enterado que Bolivia está rompiendo cada mes los récords en importaciones, sobre todo en el rubro de los alimentos, en el que se han registrado caídas estrepitosas, no solo por falta de incentivos reales sino por las constantes trabas que ha inventado el régimen con intenciones de destruir a los sectores productivos del oriente boliviano. Bolivia debería estar siguiéndole los pasos a Brasil, pero lamentablemente está en el camino inverso.
Evo Morales dice que no se necesita reactivar la economía porque eso equivaldría a tener que aumentar la inversión pública y destinar todo el dinero que hoy se despilfarra en una verdadera revolución productiva y no en esos remedos de empresas públicas creadas por el Estado Plurinacional que no producen nada y ocasionan pérdidas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

gran parte del presupuesto está destinado a policías y militares, mientras que educación, salud, desarrollo reciben menores items. nunca tantos ingresos por el extraordinario precio internacional de minerales gas y petróleo. demasiado gasto y poca producción. El Día sobre Cepal y su silencio

Evo Morales ha quedado “chocho” por los piropos que lanzó la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, a unos logros económicos que consiguieron los neoliberales en Bolivia hace casi treinta años, pero que lamentablemente nadie ha podido superar.

Desde 1985 el país atraviesa por el más largo período de estabilidad macroeconómica, sin inflación, sin mayores sobresaltos, pero no hay crecimiento, no aumenta la producción, el empleo sigue en las mismas y la lucha contra la pobreza apenas muestra unos aleteos que han sido ponderados con mucha bondad por la funcionaria del organismo, pese a que otras organizaciones de gran renombre como la FAO (nada menos) afirma que en Bolivia hay más de dos millones de personas que sufren de hambre.

Los neoliberales consiguieron poner orden cuando el modelo minero estatista se había agotado y había mandado a la bancarrota al Estado. No se pudo avanzar, porque desafortunadamente, los precios de las materias primas que exporta Bolivia eran muy bajos y apenas alcanzaban para mal administrar la puja distributiva en un país que no ha podido superar la tragedia del rentismo asociada a la excesiva dependencia de la producción primaria.

Los neoliberales nunca tuvieron el estaño a precios récords, nunca hubo petróleo a 100 dólares el barril y tampoco los jugosos recursos del gas cuyos precios también han trepado  niveles nunca vistos. ¿Oro a 1.500 dólares la onza troy? Ni en sueños, tampoco soya en los valores que se pagan hoy. En definitiva, ninguno de los gobernantes que tomaron las riendas del país pensaron alguna vez atravesar por la bonanza económica que le ha tocado vivir al presidente Morales, quien se jacta de ser el artífice de unas reservas internacionales que han sobrepasado los 11 mil millones de dólares.

Pero digamos que ha sido el Gobierno de Evo Morales el gestor de esta bonanza, no vale la pena discutir. Pero en ese caso, sería la misma Bárcena la encargada de contradecir el modelo económico masista, pues precisamente la ha reclamado que se dedique a producir, a crear empleo y que no despilfarre tanto el dinero que ingresa al país gracias a los precios internacionales.

Nadie va a discutir el acierto que ha tenido la creación de los bonos, cuya incidencia ha sido determinante para bajar algunos puntos en la extrema pobreza pero ¿qué más? La inversión pública ha subido, pero no en la misma proporción de los ingresos. En el periodo que lleva Evo Morales en el Palacio Quemado, el dinero que ha ingresado a las arcas estatales es cinco veces mayor al de las anteriores administraciones y la inversión apenas ha subido del 4,73 al 11,83, mientras que el gasto corriente se ha multiplicado casi por tres. En los últimos seis años, el Gobierno ha gastado 558 mil millones de bolivianos, cifra que supera a la que gastaron los gobiernos predecesores en 15  años, es decir 358 mil millones de bolivianos.

¿En qué gasta el Gobierno? Sólo hay que echarle una ojeada al Presupuesto General de la Nación para constatar que más de la mitad de la plata se va en los ministerios de Defensa y de Gobierno, mientras las carteras de Salud y Educación juntas, no llegan al diez por ciento, lo que echa por tierra la idea de que este es un régimen que apunta a superar los problemas sociales históricos.

Es por eso que Bárcena le dice a Evo Morales que gaste menos y produzca más. Porque Bolivia ha duplicado sus importaciones y cada vez produce menos alimentos, menos hidrocarburos y también menos minerales, lo que explica por qué las cifras indican que el empleo en el país se ha vuelto más precario que en el pasado, porque la informalidad, el contrabando y el narcotráfico son las únicas actividades en auge.
¿En qué gasta el Gobierno? Sólo hay que echarle una ojeada al Presupuesto General de la Nación para constatar que más de la mitad de la plata se va en los ministerios de Defensa y de Gobierno.

domingo, 4 de diciembre de 2011

acción de la calle que puede suplantar instituciones, desconocer lo mestizo, la Ley se negocia no se cumple. rasgos de una sociedad que describe con precisión Carlos Mesa.

¿Cree realmente la sociedad boliviana que hemos cambiado? ¿En qué? La percepción general es que sí, que Bolivia ha cambiado desde la asunción del presidente Morales en algo fundamental, la autoconciencia indígena, su salto definitivo a ser Protagonista con mayúsculas de la vida política, económica y social del país.
Cambió la percepción del “otro”. Se subvirtió la idea de quién es uno y quién es el  otro, se logró —todavía en la superficie— la horizontalidad en la relación, se aceptó de manera explícita que las formas y el fondo cultural de cada comunidad en el país tienen valores que deben ser medidos con la vara del respeto y sin presunciones o prejuicios. Ningún pensamiento es, per se, superior a otro, ninguna manera de entender el mundo es, per se, más clara o lúcida que la otra. Éste fue el final de un giro copernicano que la población percibió como algo consumado a partir de 2006.
Objetivamente se produjo un desplazamiento radical de las élites de poder político. El viejo sistema de partidos y sus representantes más importantes fue barrido del mapa. El Gobierno fue integrado a nivel de ministros y viceministros en número significativo por ciudadanas y ciudadanos de diferentes estratos sociales y diferentes orígenes étnicos.
La movilidad de la sociedad que se vivía de modo dinámico desde mucho antes, se mostró más intensamente y con menos complejos. Algunas personas dicen o a perciben que incluso en las fiestas populares como el Carnaval de Oruro o el Gran Poder, que hace ya décadas tienen participación de las élites tradicionales, los bailarines de siempre tienen un espíritu de apropiación mayor que en el pasado. Esto demuestra que además de las transformaciones objetivas, se produjo un cambio mental tanto a más importante que el tangible. La sociedad boliviana, finalmente, aceptó el horizonte de la igualdad como algo necesario (y para algunos inevitable).
El mérito de Morales y su Gobierno no estuvo tanto en hacer cambios reales que ya estaban en camino desde 1952, y del que él mismo es beneficiario, sino en tener la capacidad de representar ese proceso. Tomar la bandera de una reivindicación y convertirla en plenamente legítima. Por eso, la idea de un indígena en el mando de la nación logró tener una fuerza de vendaval. Fue la última vuelta de tuerca del desarrollo histórico al que nos referimos. Lo que ocurrió es que, por fin, se cerró una página y se abrió otra. 
Ahora bien, la culminación de la igualdad en los hechos, la visibilización del mundo indígena y su posicionamiento definitivo en el centro de la sociedad, deja varios asuntos aún pendientes. El más grave y profundo es el racismo, que plantea la paradoja de que a pesar de todo, en lo subterráneo estamos aún anclados. La construcción del racismo fue una tarea de zapa y de largo aliento, empezó en el periodo colonial y continuó ininterrumpidamente en la República y no ha cambiado en el “Estado Plurinacional”. La descalificación de este Gobierno por su origen étnico es todavía un elemento si no explícito, parte de los comentarios soterrados de muchos. Quizás la destrucción total del racismo sea una de las tareas más importantes que tiene que encarar la sociedad boliviana si quiere avanzar realmente sin ataduras. Se trata –eso sí- de un desafío de todos, del que el Gobierno no puede ser ajeno. El Presidente tiene que proponer un discurso inclusivo en el que se reconozca la pluralidad y que sea capaz de comprender que además de los 36 pueblos indígenas, el país tiene una gigantesca comunidad culturalmente mestiza independientemente de su origen étnico. La idea de unidad no es un paradigma obsoleto como pretenden algunos intelectuales radicales y de pensamiento arcaizante.
En esa dirección, la lógica de los compartimentos estancos y de las “dos repúblicas” que la Constitución y los ideólogos de este proceso reproducen, no le hace ningún favor a la transformación de la sociedad. La debilidad básica del proyecto nacional de 2006 es —irónicamente— la repetición de la “República de indígenas y la República de españoles”, como espacios separados, que impuso Felipe II a partir de la acción lúcida y genial —desde la perspectiva de la metrópoli— que llevó a cabo Francisco de Toledo. Las debilidades de nuestra Constitución en ese contexto, no pueden permanecer indefinidamente, y lo ideal sería que se encaren en el contexto de un Gobierno cuya legitimidad de origen estuvo precisamente en el discurso transformador.
El otro problema que se ha convertido en crónico y devastador es el de la visión de la mayoría de los ciudadanos sobre la ley. La idea de que la ley no se cumple sino que se negocia está pudriéndonos hasta las raíces. A esa perversión de comportamiento ciudadano, se suma la otra distorsión de patología política la suposición de que la acción de las calles debe ser permanente y, lo peor, que puede y debe suplantar a las instituciones representativas.
Los cambios que coronaron un largo, doloroso y heroico camino, sufren serios déficits por falta de visión del Gobierno, por falta de respeto al otro de los ciudadanos, y por falta de un compromiso con la vida en común que el sentido de igualdad, la ley y las instituciones, representan y deben imponer.
  
 
El autor fue Presidente de la República
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