Con el titulo podríamos volver a recrear la imagen de aquel pastorcillo de ovejas que deambulaba por la carretera esperando las migajas de pan que caían de los buses interdepartamentales y, que con el tiempo lograron hacer de ese niño indígena fortalecido con harina y alcohol al nacer, en el Presidente de los bolivianos.
Es indudable que una carrera vertiginosa, llena de conflictos, con acusaciones –como él lo dice en sus biografías- de asesino, narcotraficante, drogadicto, cocalero lo han curtido y han vuelto de él un hombre inmisericorde con los problemas ajenos y conflictos, incluso de su esposa Bolivia, como él la suele llamar.
La trompeta del ejército, la vestimenta camuflada que le permitió estar al frente en dos golpes de estado, el ser testigo de la muerte de un dirigente por manos del ejército al que él mismo sirvió y que le permitió decidirse por la lucha de los desposeídos, hoy le permite decir que no es su culpa lo que pasa en Potosí.
La lucha sindical en el chapare, lugar de asentamiento de sus padres. La dirigencia que sintió en él la fuerza del cambio, hoy aturdida ve, como el poder cambió la carretera polvorienta en una de pavimento, y que velozmente pasa olvidando el compromiso de defender al pueblo que lo eligió como su Presidente.
Y deja de lado su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución, pues no propone y tampoco dirige política alguna de gobierno y de Estado. La muestra está tan clara que no es capaz de coordinar acción alguna con sus Ministros y estos a su libre albedrío amenazan y organizan una vez más la defensa del Estado Plurinacional con hordas campesinas afines, que actúan como marionetas al son de la desequilibrada mano que guía los hilos de la desventurada fortaleza de un teatro callejero.
Cientos de compromisos fueron firmados, muchas promesas escuchó el pueblo; y lo que nunca sospechó el Presidente, es que sus mentiras hayan sido tomadas como verdaderas obras de arte y ahora son expuestas en la gran galería del mundo para que millones contemplen como se desvanece la obra del pintor, para dejarnos un paño teñido e inservible.
Corre evo corre, que la pelota te la cruzaron para que le hagas un gol a tu pueblo, corre evo corre, para que te reúnas con dirigentes que solo te sirven para destruir la esperanza y el sueño de un pueblo, corre evo corre, para que les des solución a las buenas o a las malas a tus mentiras, corre evo corre, a Cuba y Venezuela para que traigas recetas de hambre y represión.
Corre evo corre y enciérrate en tu rodillo de Asambleístas para que salgas victorioso como el rambo que tanto odias por ser imperialista, pero que te identifica porque preparas civiles para perseguir y matar a quien se oponga a la revolución democrática propuesta por tu movimiento.
Corre evo corre, porque te alcanza la historia -a la que mil veces han hecho referencia- para cobrarte por tus muertos que exigen justicia y que te obligan al encierro, para que te acuerdes de tus padres y le pidas te protejan de esas almas que cada vez que te sueñas crees que es una premonición.
Corre evo corre, porque tus Ministros te están preparando el camino por su arrogancia para con un pueblo que te dio todo su apoyo. Corre evo corre, porque has decidido matar un pueblo con la mentira de que “son ellos los que han encaminado a su propios conciudadanos a una muerte súbita por no escuchar a técnicos mentirosos y Ministros prepotentes”.
Corre evo corre, aún tienes tiempo.
* El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social
Alumno de 5to año de Derecho.
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