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miércoles, 20 de enero de 2010

los mismos que destruyeron estatuas de Buda a cañonazos, ahora queman fotografías, destruyen esculturas de la historia de Bolivia. son los talibanes..

“Por primera vez en la historia” es la manida frase que utilizan los gobernantes de diverso cuño cuando resaltar algunas de sus medidas. Sin embargo Evo Morales está llevando este concepto hasta extremos inimaginables y al parecer ha llegado a la conclusión de que la historia es él mismo, que es el demiurgo de un nuevo mundo regido por los cánones dictados por los próceres indígenas. Todo lo que hubo antes de él, definitivamente no existió; él es el Verbo encarnado, creador de todo lo que existe sobre la Tierra.

Todo este criterio está siendo aplicado por su huestes masistas en forma descarnada en el edificio de lo que era el Congreso de la República de Bolivia, hoy devenido en Asamblea Legislativa Plurinacional. Se cuenta que los romanos, una vez derrotada Cartago, destruyeron minuciosamente la ciudad y arrojaron sal sobre la tierra para que ni la hierba volviera a crecer, para que Cartago no existiera ni en la memoria.

Los masistas evidentemente están actuando con el mismo criterio. Están empeñados en que no persista ni la memoria de aquella República que fue forjada luego de 15 años de lucha independentista y que existió a lo largo de 185 años.

El panorama del recinto congresal es desolador. Han retirado todos los retratos de los legisladores a lo largo de la historia republicana, el busto del cuatro veces presidente, Víctor Paz Estenssoro -sin cuyas medidas del 52 los hijos y nietos de los pongos de ayer, hoy no serian gobernantes y parlamentarios- y todo lo que consideran representa a la vieja república. Se libraron de correr la misma suerte los retratos de los Libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, quizá porque eso hubiera ocasionado un tirón de orejas del padrino venezolano.

Es probable que dentro de su ímpetu iconoclasta, el ministro de Culturas, Pablo Groux, hubiera querido derribar todo el edificio del Congreso y construir otro con reminiscencias tiahuanacotas. Por suerte la cosa no llegó a tanto pero no se sabe hasta cuando.

Queda claro que los masistas están actuando con un primitivo fundamentalismo propio de los talibanes que destruyeron a cañonazos las inmensas estatuas de Buda en Afganistán alegando que no correspondían a la religión musulmana. Trae también ingratos recuerdos de las hordas hitlerianas quemando los libros de todos aquellos autores que no comulgaban con su nefasta doctrina.

Que se reivindique a los líderes indígenas como Tupac Katari y Bartolina Sisa puede resultar hasta encomiable como un acto de justicia pero no lo es intentar borrar la historia de un plumazo. Esto es no solo una expresión de ignorancia y de absoluta intolerancia sino también de ingenuidad. La historia persiste así se pretenda borrar todas sus referencias.

Bolivia es tal como es. Un país abigarrado como lo describió René Zabaleta. Su historia no fue protagonizada solo por indígenas y su esencia es fundamentalmente mestiza a pesar de todos los esfuerzos que puedan hacer los “ideólogos” del masismo para demostrar lo contrario.

No nos sorprenda que en cualquier momento esos ideólogos comiencen a escribir la nueva historia que seguramente al influjo del talante imperante en la actualidad muy bien podría comenzar: “Y en el principio fue Evo”.

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