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sábado, 19 de noviembre de 2016

Lupe Cajías hace historia recordando a "militares constitucionalistas" que lograron mantener el respaldo de las FFAA a procesos electorales que le devolvieron soberanía al pueblo. positiva tarea de Lupe, especialmente para los jóvenes que deben saber que no todos los uniformados son "llunkus e interesados", los hay patriotas y honestos a toda prueba.

El 24 de noviembre se cumple el aniversario de otro de los golpes militares que se acumulan en nuestra historia republicana. Sin embargo, el pronunciamiento del general David Padilla Arancibia y de un grupo de oficiales fue para asegurar la convocatoria a elecciones y el retorno a la vía democrática surgida en enero de 1978.

Al recordar aquel movimiento es ineludible nombrar a los uniformados que desde otro intento de golpe en 1974 buscaron consolidar un Ejército y unas Fuerzas Armadas institucionales y al servicio de la Constitución Política del Estado.

A ese grupo, al que pronto se lo llamó simplemente ‘institucionalista’, pertenecieron Gary Prado Salmón, Raúl López Leytón, Iván Urgel, Lucio Áñez, Simón Sejas y muchos otros, que poco se nombran en los discursos presidenciales, que se jugaron la carrera y también la vida por un ideal libertario. Actuaron, hay que subrayarlo, no solamente en plena dictadura banzerista (en su momento más duro con las medidas de noviembre de 1974), sino contra el contexto sangriento de la Doctrina de Seguridad Nacional en todo el Cono Sur.

Prado y López se arriesgaron a liberar a presos políticos. Que cuente Jaime Paz Zamora cómo se dieron los hechos para que sus compañeros abran su celda en el control político. Era como el intento de los oficiales alemanes, casi desesperado, para salvar a Alemania y al mundo de Adolf Hitler. Recordemos que fueron los militares institucionalistas los que se rebelaron contra Luis Arce Gómez, en febrero de 1981.

Prado habría de entregar más tarde su permanente discapacidad para prevenir graves incidentes en Santa Cruz. López fue la figura respetada que impidió a otros golpistas atentar contra el débil Gobierno de la naciente democracia, en 1984. Áñez impulsó una fuerza antidroga institucional y evitó caer en trampas como la preparada contra una ciudadana canadiense-boliviana; fue un vocero respetuoso y abierto con los periodistas. Urgel ayudó en la resistencia.

Es verdad que el propio Padilla confesó cómo se resolvió el golpe para el 24 de noviembre de 1978 en una parrillada y casi como una tómbola. Era parte del juego. Sin embargo, él y su gabinete dieron garantías para las campañas electorales y las elecciones de 1979. Lo que sucedió luego fue un capítulo ajeno a ellos.

En la última transición militar civil, le tocó a Guido Vildoso entregar la banda presidencial y cruzar la plaza Murillo en medio de los aplausos pueblerinos. Hasta 2006, el Ejército, las FFAA, mantuvieron esa línea institucional, sobria, sin escándalos

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