El columnista Reymi Ferreira publicó, hace una semana, el artículo La innecesaria monarquía española (EL DEBER, 04.07.14), réplica a mis artículos La abdicación del rey (ED, 20.06.14) y El rey y la monarquía parlamentaria (ED, 27.06.14), en los que yo glosaba un artículo suyo titulado Las tres herencias del franquismo (ED, 06.06.14), origen de este diálogo de besugos.
En su réplica, Reymi opina que yo afirmo “temerariamente” (¿por qué temerariamente?) que “en Bolivia se desconoce la bibliografía sobre la Guerra Civil Española”. La cita es inexacta. Lo que dije y digo es que “el artículo de Reymi revela que, en Bolivia, se desconoce la abundante bibliografía sobre la Guerra Civil, el franquismo, la transición española y el reinado de Juan Carlos I”. A esos temas añado hoy el de la II República Española. Prueba de mi opinión nada “temeraria” es que Reymi parece desconocer los libros Juan Carlos. El rey de un pueblo, de Paul Preston (2003), y Juan Carlos de España (2014), de la historiadora francesa Laurence Debray –hija de Elizabeth Burgos y Régis Debray–, autora, asimismo, de otro libro –La forja de un rey–, que no he leído.
Luego, Reymi dice que en Latinoamérica “se exiliaron poetas, catedráticos y filósofos republicanos, escribiéndose aquí más libros sobre la guerra que en la propia península, con el aditamento de que en nuestro continente se lo hizo en libertad y sin censura”. Resulta obvio, aunque solo conocimos una versión parcial de la Guerra Civil. Por mi parte, añado que también se exiliaron militares leales a la II República, como el general Vicente Rojo, que honró a Bolivia al fijar su residencia en Cochabamba.
Lo que Reymi no aclara es que muchos de esos intelectuales exiliados eran republicanos liberales, católicos demócratas (como el Gral. Rojo) y anarquistas no siempre dignos, todos perseguidos y amenazados de muerte por los milicianos del Frente Popular (las famosas ‘checas’), durante la II República. Citaré a tres firmantes del manifiesto Al servicio de la República (1931): José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, exiliados al iniciarse la Guerra Civil, en 1936. Cierto es que Marañón volvió a la España franquista en 1942; Ortega, en 1945; y Pérez de Ayala, en 1949, pero el ‘exilio interior’ fue más duro que el otro exilio. Durante su permanencia en Argentina, el Dr. Marañón y Pérez de Ayala visitaron Bolivia, en 1939. Ortega no se atrevió a pisar Bolivia por miedo a la altura… (Continuará) // Madrid,
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