AHI ESTAMOS
Karen Arauz
Los agobiantes -por
repetitivo estilo y contenido- discursos presidenciales que ahora a falta de
uno al año, son dos, nos aportan inequívocas constataciones. En primer lugar,
"estamos bien" suena a multitud. Sin duda que al referirse a "nosotros", es una confirmación más
que el Presidente Morales, gobierna para los sectores que le interesan y los
que le aportan con las buenas noticias aunque no sean ciertas, que él prefiere
escuchar. Nosotros, es un pronombre en primera persona por lo que en esta
oportunidad, está mal empleado. Que su gobierno está bien, ni duda cabe. Basta
ver los cambios que hasta en el guardarropa de ministros y asambleístas -amén
de las movilidades terrestres o aéreas- más
las poses de perdona vidas que han adquirido, por obra y gracia del
dinero y privilegios da la seguridad que a ellos, les va muy bien.
El Presidente, en
una verdad incontrastable, se cree el dueño hasta de los ceniceros de este
país. Está tan genuinamente convencido que Bolivia es de su propiedad, que todo
lo rescatable, se debe -como no podría ser de otra manera- a que el Estado le pertenece a él. Es más,
el Estado es él. Desde esa perspectiva, el que ciertas cosechas hayan sido extraordinarias
en su rendimiento por la cantidad exacta de lluvia propicia por ejemplo, es por
su mérito propio. Cada enero y cada agosto, sin ninguna aproximación a la
realidad, recita el verso de la magnífica situación económica en virtud a su
gestión que hasta en referente mundial nos ha convertido. Es reiterativa la
frustración que causa el que SE no tenga a nadie (o al menos un alguien a quien
escucharía) que lo mantenga con los pies sobre la tierra.
Es truculentamente
fascinante no sólo escucharlo, sino interpretar sus gesticulaciones,
entonaciones y mensaje corporal. Nadie está más convencido de él, que él mismo.
Envidiable auto estima. Aunque vale aquello de que lo tuyo, deja de serlo, en
cuanto traspasas la línea de lo ajeno. Ni una mención siquiera a la coyuntura
internacional que es en el fondo, la verdadera causa de la acumulación de
recursos en el Banco Central. Ni un gracias a chinos, hindúes y hasta
brasileros, que por estar desarrollándose tanto, necesitan de nuestras materias
primas al precio que sea. Con aspaviento anuncia la creación de empresas que
están solucionando la crisis y falta de empleo. Pero claro, olvida decir, que
es por iniciativa de los privados que están invirtiendo y arriesgando su
capital. Porque de las empresas creadas por el gobierno, las que ni sabemos siquiera si funcionan, ignoramos
a cuantas decenas de militantes del MAS emplean.
En una clara
demostración de que su realidad -así como su bienestar- es ajeno a ese sesenta
por ciento de los ningunos que somos (y que acabamos de descubrir). Pertenecemos
a una categoría casi alienígena según el docto Vice presidente, por la que, existimos pero no somos. Sin pretender ni
siquiera por aproximación divagar sobre los retos filosóficos que esto pueda
representar para esta categoría de bolivianos (cómo identificó su nacionalidad
García Linera?) es evidente que ese altísimo porcentaje de humildes ciudadanos
que sólo atina a identificarse como simples bolivianos, podría necesitar de
apoyo psicológico ante la crisis de identidad gracias a las hipérbolas
envolventes a las que son enfrentados.
En todo caso, el
Censo le trae al Presidente una nueva oportunidad de dejar las cosas claras. La
prensa, traductora de esa fastidiosa opinión pública cuestionante y pensante, por lo tanto despreciable, es la madre de
todos sus males. Si no hubieran sido las "insinuaciones de la
prensa", él no tendría por qué haber brindado datos preliminares de los
resultados del Censo. La ministra Caro, debe ser muy valiente o muy
inconsciente, para darle a leer al Presidente, datos preliminares que son una
molotov política. Por que así sea preliminar, contar la friolera de 300 mil
personas de más, es un poquito más que un error. Toda una obra de arte de
incompetencia.
El presidente es
muy leal con su grupo ministerial. Siempre les está sacando las castañas del
fuego, aunque claro, al ser "su" equipo, no es pasible a sanciones.
Es inadmisible el reconocimiento público que él pudiera estar equivocándose al
contar con su concurso. Es mejor pasar un barniz dorado encima de los errores
de sus colaboradores antes de admitir que su pensamiento y su acción no son
considerados. Para esta falta de autocrítica, por suerte, existen movimientos
sociales, esa entelequia infalible que en números considerables, no sólo de
individuos sino también de gastos que representan para el Estado, son quienes
en bullangueras y arbitrarias demostraciones tienen la última palabra.
Esa opinión
pública que tiene como oídos y voz a la prensa no alineada, ha tomado debida
nota de la denuncia presidencial en sentido que ciertos medios están
defendiendo intereses chilenos en contra de la aspiración boliviana al mar. Esa
es una cuestión muy seria que exige nombres y pruebas. Ya está de buen tamaño
lanzar constantemente cortinas de humo con este tipo de acusaciones que sólo
pretenden exacerbar el enfrentamiento y la desconfianza. El Presidente ha
declarado que no está en su cultura el manipular. Es probable que no sea una
cuestión de cultura, sino de veleidad avasalladora y marcado egocentrismo.
Karen Arauz
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