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lunes, 27 de mayo de 2013

Pura suerte. llámese plata, llámese quina...llámese gas natural. todo depende de la coyuntura y los gobierno sólo administran la buena racha, generalmente mal administrada. Mario Rueda

Si se revisa la historia de Bolivia se colige enseguida que periodos de buenos precios para las exportaciones primarias fueron la clave de la fortaleza e incluso longevidad política de muchos gobiernos. De 1837 a 1845, la colocación de la quina en el mercado mundial, a causa de los altos precios del producto, pasó a convertirse en una de las principales fuentes de los ingresos nacionales, desplazando a una minería inmersa en la crisis. Tan buen interregno favoreció al Gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, que dispuso de los recursos necesarios para reacomodar a Bolivia a los tiempos de la época sobre bases constitucionales y estructurales de corte liberal.

Después del cierre del ciclo de la quina tuvo lugar la ‘resurrección’ de la industria minera, basada en la explotación de la plata, cuyos precios repuntaron en el mercado internacional. Este interregno de bonanza corrió a favor de los gobiernos conservadores de la época y desde 1899 hasta 1952 los gobiernos oligárquico-liberales y sus desgajes republicanos fueron halagados por los buenos réditos de la minería, aunque gran parte de estas ganancias se la llevaban los ‘barones del estaño’. El MNR tomó el poder en 1952, liquidando con reformas estructurales a la oligarquía minero-feudal. Nacionalizó las minas, pero la caída de los precios del estaño y una pésima administración estatal colocaron a Comibol en virtual quiebra.

En la posta de esa buena suerte a la que arribaran gobiernos conservadores y liberales del pasado aparece ahora el régimen del MAS. Evo Morales y sus hombres se instalaron en el poder justo en el momento en que los precios de los hidrocarburos registraban buenos incrementos. Aún no hay señales de cierre de tan buen interregno de mercado internacional para nuestras exportaciones gasíferas. Parece que el país seguirá afirmando su macroeconomía con buenos ingresos, garantizando la estabilidad de su moneda contra riesgos inflacionarios. Pura suerte, y nada más. Que esta le favorezca por un periplo más o menos largo, es algo que aún no es posible predecir 

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