No existe otra salida que aunar esfuerzos, emplear nuevos métodos y técnicas de investigación para una cooperación fluida y permanente, con eficiencia y honestidad.
A medida que crecen los problemas en las sociedades, debido a diversos factores, la violencia y los crímenes del mismo modo salen de los esquemas tradicionales. Los países están enfrentando a grupos delictivos que ya no tienen nada que ver con la delincuencia doméstica y por el contrario se trata de organizaciones delictivas estructuradas con vinculaciones en diferentes países.
Ante esa realidad, las autoridades deben asumir su responsabilidad a partir de un nuevo enfoque en relación a la lucha contra el crimen organizado o sea contra aquellas asociaciones que actúan de manera concertada.
Bolivia es un país vulnerable no sólo por los medios limitados para la represión de la delincuencia, sino porque posee extensas fronteras con los países que la circundan. La lucha contra el crimen organizado también adquiere carácter internacional y por ello mismo los Estados apresuran métodos y convenios de cooperación. Las últimas semanas, el vecino país de Brasil ha hecho conocer planes para luchar conjuntamente con Bolivia contra el tráfico de drogas a través de tecnologías que puedan captar la imagen de aviones que transportan la droga y en consecuencia derribarlos. En este mismo empeño, Bolivia pondría a disposición de la lucha antidroga aviones modernos que realicen vigilancia y labores de interdicción.
Argentina a través de su embajador, Horacio Antonio Macedo, hizo conocer su compromiso para cooperar a Bolivia en la lucha contra el crimen organizado y delitos conexos como el narcotráfico, contrabando y la trata y tráfico de personas en las zonas fronterizas. La teoría en esta lucha, como ha dicho el diplomático argentino, es que las fronteras dejaron de ser lugares que separen, para ser lugares que unen y en ese sentido el combate contra el delito internacional también tiene el mismo concepto.
Si bien es evidente que el narcotráfico es uno de los problemas centrales que preocupan a los organismos policiales es cierto también que existen otras formas de delito que operan bajo las mismas modalidades de las organizaciones criminales más sofisticadas, como ocurre con el tráfico de personas, que reclutan a ciudadanos bolivianos, hombres, mujeres y niños para trasladarlos con una serie de argucias a centros donde la explotación laboral tiene cuadros desgarradores y estadísticas que crecen cada vez más.
Todo esto hace ver una realidad que ya no puede ser abordada con los métodos tradicionales de combate a las bandas delictivas, sino mediante una cooperación internacional que parta desde los Gobiernos en una integración completa en labores de Inteligencia, logística, información permanente y acciones policiales consecuentes con la gravedad del problema. La delincuencia está mejor preparada tanto en lo técnico como en lo intelectual, pero también influida por la globalización, es decir, por la asociación de bandas internacionales y organizaciones que se dedican al narcotráfico, trata de blancas, robo de autos, terrorismo, tráfico de personas y muchas otras figuras delictivas que ponen en vilo a los Estados y a la seguridad de las personas.
Al parecer no existe ninguna otra salida frente a esta nueva realidad, que aunar esfuerzos, emplear nuevos métodos y recursos, innovar técnicas de investigación y crear condiciones adecuadas para una cooperación internacional fluida y permanente, con eficiencia y honestidad.
Ante esa realidad, las autoridades deben asumir su responsabilidad a partir de un nuevo enfoque en relación a la lucha contra el crimen organizado o sea contra aquellas asociaciones que actúan de manera concertada.
Bolivia es un país vulnerable no sólo por los medios limitados para la represión de la delincuencia, sino porque posee extensas fronteras con los países que la circundan. La lucha contra el crimen organizado también adquiere carácter internacional y por ello mismo los Estados apresuran métodos y convenios de cooperación. Las últimas semanas, el vecino país de Brasil ha hecho conocer planes para luchar conjuntamente con Bolivia contra el tráfico de drogas a través de tecnologías que puedan captar la imagen de aviones que transportan la droga y en consecuencia derribarlos. En este mismo empeño, Bolivia pondría a disposición de la lucha antidroga aviones modernos que realicen vigilancia y labores de interdicción.
Argentina a través de su embajador, Horacio Antonio Macedo, hizo conocer su compromiso para cooperar a Bolivia en la lucha contra el crimen organizado y delitos conexos como el narcotráfico, contrabando y la trata y tráfico de personas en las zonas fronterizas. La teoría en esta lucha, como ha dicho el diplomático argentino, es que las fronteras dejaron de ser lugares que separen, para ser lugares que unen y en ese sentido el combate contra el delito internacional también tiene el mismo concepto.
Si bien es evidente que el narcotráfico es uno de los problemas centrales que preocupan a los organismos policiales es cierto también que existen otras formas de delito que operan bajo las mismas modalidades de las organizaciones criminales más sofisticadas, como ocurre con el tráfico de personas, que reclutan a ciudadanos bolivianos, hombres, mujeres y niños para trasladarlos con una serie de argucias a centros donde la explotación laboral tiene cuadros desgarradores y estadísticas que crecen cada vez más.
Todo esto hace ver una realidad que ya no puede ser abordada con los métodos tradicionales de combate a las bandas delictivas, sino mediante una cooperación internacional que parta desde los Gobiernos en una integración completa en labores de Inteligencia, logística, información permanente y acciones policiales consecuentes con la gravedad del problema. La delincuencia está mejor preparada tanto en lo técnico como en lo intelectual, pero también influida por la globalización, es decir, por la asociación de bandas internacionales y organizaciones que se dedican al narcotráfico, trata de blancas, robo de autos, terrorismo, tráfico de personas y muchas otras figuras delictivas que ponen en vilo a los Estados y a la seguridad de las personas.
Al parecer no existe ninguna otra salida frente a esta nueva realidad, que aunar esfuerzos, emplear nuevos métodos y recursos, innovar técnicas de investigación y crear condiciones adecuadas para una cooperación internacional fluida y permanente, con eficiencia y honestidad.
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