Han transcurrido cincuenta años de dictadura comunista en Cuba y, al margen del majadero pretexto del bloqueo norteamericano, el régimen imperante carece de todo argumento valedero que justifique el total fracaso que ha sufrido su modelo social, político y económico.
A medio siglo de haber liquidado el aparato productivo de esa nación que no tiene nada que vender, ni con qué pagar, vemos que sus industrias están destruidas o son muy atrasadas tecnológicamente y están dirigidas por líderes políticos y personajes incapaces que sólo aportan con su fidelidad perruna a la revolución, en lugar de brindar una gerencia profesional que las torne productivas y competitivas internacionalmente.
La nomenclatura del régimen ha desarrollado una curiosa habilidad consistente en vivir de la manga; maña que la ejercieron con la Unión Soviética y, a la caída de ésta, mediante el Foro de Sao Paulo, una entelequia formada por Fidel y sus secuaces, para sustituir sus fuentes de exacción hacia países del tercer mundo como: Brasil, Venezuela, Bolivia etc.
No trataron siquiera la posibilidad de adoptar la destreza de los países comunistas que sobrevivieron a la caída del Imperio Soviético como: China, Corea o Vietnam por el simple hecho de que en tales sistemas prima la mala costumbre del trabajo. Hoy, esos acérrimos enemigos del imperialismo se mantienen boyantes, gracias a su sociedad con los grandes diablos capitalistas de América y Europa,
Para justificar este modus operandi, la viveza socialista ha inventado, como moneda de cambio, planes de salud y educación, sin ruborizarse frente al informe de los médicos de la Organización Mundial de la Salud que han determinado que en la isla, la epidemia de enfermedades de la vista, mentales y de niños nacidos prematuramente y con defectos son un problema de falta de vitaminas y proteínas ocasionados por la mala nutrición. Por su parte, en lo que a la educación se refiere, Cuba está muy por detrás de Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica, según la UNESCO.
Ante semejante cuadro desgarrador, el gobierno boliviano ha decidido enviar 11.000 quintales de arroz a Cuba, en el marco de una donación de tres mil toneladas que tiene estimado mandar a ese país caribeño que sufre la escasez de este producto. Es decir: San Juan regalando camisa a San Sebastián. No se descarta el envío de azúcar, ya que sus tan publicitadas zafras decayeron de 8 millones de toneladas, a sólo una en este año.
Las noticias nacionales dan cuenta que en el Chaco y el oriente bolivianos se debaten en medio de una feroz sequía que amenaza dejar sin alimentos a extensas zonas de la geografía nacional. Entretanto, sirva de consuelo saber que nuestra comida ha ido a paliar el hambre de los heroicos socialistas caribeños y que a nosotros sólo nos toca conformarnos con Arroz a la cubana, pero sin huevos.
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