En Bolivia los negocios con China son vendidos como un asunto ideológico y los más ingenuos (o vivos, que ven al resto con cara de tontos) se atreven a decir que es mejor hacer tratos con los chinos comunistas que con los imperialistas del norte porque los chinitos son bondadosos y que van a hacer fuerza para que nos desarrollemos, vivamos felices, comiendo perdices, bla, bla.
Lo cierto es que desde hace mucho China solo aplica el comunismo para evitar que haya librepensantes y se maneja en el mundo con el lenguaje del capitalismo más agresivo. China no solo se ha convertido en el principal socio comercial de Bolivia a fuerza de comprar materia prima y vender todo tipo de chatarras y baratijas, sino también es el principal negociante en Brasil, en Perú, el segundo en Argentina, en México y Colombia y por supuesto está a punto de convertirse en el que más vende y compra en Estados Unidos y Europa.
Hace mucho que China aplica el refrán del líder que tiró a la basura la cháchara ideológica, Deng Xiaoping, quien afirmó que “No importa el color del gato pues lo importante es que cace ratones”. Hay que ser muy roedor, desde el punto de vista mental como para andar pensando de otra manera o al menos tratar de negar que la tierra es hoy más redonda que nunca.
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