Vistas de página en total

domingo, 1 de diciembre de 2013

nos tiene Gastón habituados a testimonios de vida, con la descripción de personajes vivos unos, otros como en éste caso ya finados. siempre es grato leerlos, recrear el recuerdo, acompañarle en el pesar.

DR. HILARIÓN CAMARGO  LANZA
por Gastón Cornejo

 Nació en Sucre el 13 agosto de 1909-Falleció en Cochabamba el 15 septiembre 1992.
Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier. Tuvo profesores de excelencia: Julio César Fortún, Walter Villafani, Anastasio Paravicini, Gerardo Pareja y Nicolás Ortiz Antelo el padre del vate ingenioso en obstetricia. Como condiscípulos notables recordaba a Hernando Briancon y Jorge Barrero, galenos famosos en Cochabamba.

Egresado de Médico Cirujano el año 1940, inició sus actividades profesionales en Zudáñez y Vila Vila, como médico internista en el ferrocarril del valle cochabambino en construcción a Santa Cruz.

En Cochabamba atendió en la sección del “Lazareto”, del hospital Viedma; luego en Psiquiatría, y a la muerte del Dr. Antenor de la Vía García en el amplio salón hospitalario de Medicina Mujeres 2, donde se distinguió como  un eximio clínico de diagnóstico preciso. En 1950 fue Médico de Guardia del principal hospital público  donde logró una maestría quirúrgica personal reconocida, pues al mismo tiempo fue cirujano experto de la Corporación Boliviana de Fomento y de la empresa “Maco Pan Pacific”, hasta su Jubilación en 1981.

Tuvo actuación relevante en la Guerra del Chaco. Evento de violencia internacional a la cual asistió interrumpiendo sus estudios de medicina. Ingresó a pie desde la Capital de Sucre como Sanitario de Primera Línea en el Destacamento Moscoso, atendió heridos en Saavedra y Muñoz. En vida logré de él un emocionado testimonio: “La víspera de la Navidad en Muñoz, fue sorprendida con la alegría de un falso anuncio de Tregua; al contrario, arreció el bombardeo; estalló una bomba sobre el puente “Pahuichi” del General Kundt ya ausente decapitando al estafeta; otros proyectiles cayeron sobre la Sanidad hiriendo y quemando a muchos heridos. Compartí la reacción de furia del Director de la Asistencia que profería iniquidades contra los militares porque no colaboraron con los heridos que se quemaban. Caían las bombas y vi el desastre con dolorosa impotencia”, así me relató conteniendo lágrimas.

Tuvo actuación heroica en Alihuatá cuando cercado su Regimiento por tropas envolventes paraguayas logró salir y salvar a innumerable tropa mediante la ayuda de un pequeño nativo mataco, se permitió luego un contraataque que resultó victorioso. Por ello fue ascendido a Sub Oficial con medalla en el Campo de batalla y así obtuvo el reconocimiento de Benemérito con medalla al Mérito.

Posteriormente radicó en Cochabamba donde efectuó vasta obra benéfica en salud; sobre todo, en favor de la gente humilde, como humilde fue él en todos sus gestos humanos, humildad y bondad virtudes sólo de los más grandes espíritus. Fue honrado por todos sus colegas hasta el término de una vida entregada al servicio humanitario.

Honor a su existencia. Ahora evoco su recuerdo con la mayor honra posible.

Yo intervine en el equipo quirúrgico que atendió la cirugía última realizada a su hijo, el poeta Edmundo Camargo. Los cirujano fueron el Dr. Alberto Requena Taborga, Washington Vargas Favo,  Anestesista René del Barco Arana y el suscrito como segundo ayudante. El diagnóstico preoperatorio era grave “Abdomen Agudo” por peritonitis generalizada. Cuando se abrió la pared abdominal, el cuadro era patético, había una rara enfermedad llamada “Neumatosis” derivada de una úlcera duodenal complicada. Poco había que hacer, ensombrecido el pronóstico observé el profundo pesar de la familia, de la esposa y los padres. Cuánto sufrió Hilarión cuando falleció Edmundo a la semana siguiente, su primogénito poeta, el autor de los versos sublimes condensados en su obra eterna “Del Tiempo de la Muerte”

“Yo sé que he de morir un día
en que no encuentre mi soledad junto a mi sombra,
habrá un olor a rosas barbadas por el musgo
y un aire lleno de rostros olvidados”

Falleció el 27 de marzo de 1964, día de Viernes Santo y el valle nuestro estaba cubierto de un cielo gris y denso. El vaticinio - dice otro poeta amigo Jorge Suárez - se había cumplido rigurosamente. Su vida se extinguió prematuramente, las riendas se quebraron cuando él existía pleno de poemas en la mente y en el alma. Y así cantó en vocablos trascendentes:
 “Quiero morar debajo de la tierra/ en un diálogo eterno con las sales/ raíces mis cabellos/ arcilla mis palabras/ en un pueblo de muertos/ tabicada mi boca…”  y la Parca, dándole gusto, lo cegó inmisericorde.

Han pasado los años, ahora ambos descansan en el seno de Dios. El padre curando a los ángeles, el hijo pergeñando poemas en el cielo.

Cuando pienso en ellos derramo unas lágrimas quemantes.




Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, noviembre 2013.


No hay comentarios:

Publicar un comentario