Soluciones para Evo Morales
Hay noches en las que el presidente Evo Morales se desvela. Cuando despierta se le presenta un conflicto de órganos. Su olfato político se enciende y le dice: “Es muy peligroso forzar otra elección”. Su corazón arranca y susurra: “Quiero más”. De pronto su cerebro político se ilumina y le permite realizar algunas constataciones.
Por más que quisieran ayudarlo Fidel, Hugo y Néstor poco pueden hacer desde la tumba. Ya no se puede contar con Cristina, Dilma, Lula ni Rafael, todos desalojados del poder y perseguidos por la justicia. Mucho menos con Nicolás que está con el agua al cuello. Pepe es el único exmandatario del socialismo del siglo 21 libre de acusaciones de corrupción, el único exguerrillero convertido a la democracia con total integridad, que dejó el poder para regresar a su chacra sin haberse llevado nada.
Pasaron tres años desde que dijimos adiós a los altos precios de los hidrocarburos, de los minerales y de la soya. Con ese dinero se redujo la pobreza, se aumentó la inclusión social y se montó una nueva clase de dirigentes bien forrados, de militares convertidos mediante bonos de lealtad en supuestos izquierdistas y de empresarios felices de no meterse en política y de meterse plata al bolsillo. Ahora que se acaba, los dirigentes de los movimientos sociales piden doble ración. ¿Qué se hará cuando algunos uniformados hagan cola con sus platos en la mano en vez de gastarla y guardarse el cambio? ¿Qué se hará si ya no hay apoyo electoral de la clase media urbana, de los empresarios y de muchos sectores populares?
Sin plata, hasta los periodistas que nos apoyan se nos pueden dar vuelta. ¿Y cómo mantendremos alineados a nuestros ávidos legisladores, jueces y autoridades electorales? Con tanta garrapata y tanto pedigüeño, ¿cuánto podrán durar las reservas del Estado? Si no les damos todo lo que piden, nos quitarán su apoyo. Para peor aparecieron los desvíos del Fondo Indígena, de las barcazas chinas, de la Gabriela Zapata y de otros. ¿Qué pasará cuando descubran quién se llevó y dónde se guardó tanta plata?
La venta de gas a Brasil y Argentina nos permitió gobernar tranquilos por más de una década. Los neoliberales nos dejaron esos dos mercados bien amarrados mediante buenos contratos y con dos enormes gasoductos que sus gobiernos construyeron. Pero al ritmo actual de venta externa y de consumo interno las reservas de gas que hemos heredado se acabarán en pocos años. Según el informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos entre 2006 y 2016 hemos perforado cinco pozos por año, pocos exitosos. Argentina y Brasil se curan en salud y están perforando cientos de pozos exploratorios al año. Sin exploración oportuna y con esos clientes encontrando su propio gas lo poco que queda del nuestro se quedará para siempre en las sagradas entrañas de la Pachamama.
Eso es lo que prometimos en octubre de 2003 y lo estamos cumpliendo. También cumplimos otra promesa, la de acabar con el extractivismo. Todo eso está muy bien, pero ¿para qué ser presidente otra vez sin tener plata por demás?
Si ganamos la demanda contra Chile en La Haya podemos tener un respiro. Chile estará obligado a negociar con nosotros. Lo malo es que con todos los insultos apilados sobre las autoridades de ese país, es casi imposible que los chilenos se sienten a negociar amistosamente. Sus picardías durante las negociaciones de 2018 pueden arruinar nuestra re-elección del 2019.
Felizmente no todo está mal. Mientras hacemos lo posible por destruir la democracia liberal desde adentro, Vladimir Putin apunta a destruirla sin salir de su oficina. Sus informáticos se han esforzado en volcar las elecciones francesas, alemanas, holandesas y austríacas a favor de la ultra derecha. Esta vez no lo han logrado. Sin embargo, lograron volcar las elecciones de EEUU a favor de Donald Trump.
Nuestros discursos ya no convencían a casi nadie hasta que Trump llegó y nos salvó. Hasta los masistas más convencidos ya estaban empezando a dudar de que todos nuestros males se debieran al capitalismo y al imperialismo, los dos demonios que pintamos con tanto éxito en la pared. Hoy escuchan y ven a Trump y les parece que esos demonios no son de mentira. Gracias a los esfuerzos de Vladimir Putin, Trump le está dando respiración artificial al socialismo del siglo 21.
El olfato político de Evo le dice que las condiciones ya no le son favorables. Su cerebro político le dice que no conviene forzar otra elección. Al despuntar el amanecer, su corazón político pone fin a sus dudas. Por más que su olfato y su cerebro le aconsejen lo contrario, el corazón le dice que hay que meterle nomás. No importa cómo voten los bolivianos, con el hermano Putin del brazo Evo ganará la elección.
Por más que quisieran ayudarlo Fidel, Hugo y Néstor poco pueden hacer desde la tumba. Ya no se puede contar con Cristina, Dilma, Lula ni Rafael, todos desalojados del poder y perseguidos por la justicia. Mucho menos con Nicolás que está con el agua al cuello. Pepe es el único exmandatario del socialismo del siglo 21 libre de acusaciones de corrupción, el único exguerrillero convertido a la democracia con total integridad, que dejó el poder para regresar a su chacra sin haberse llevado nada.
Pasaron tres años desde que dijimos adiós a los altos precios de los hidrocarburos, de los minerales y de la soya. Con ese dinero se redujo la pobreza, se aumentó la inclusión social y se montó una nueva clase de dirigentes bien forrados, de militares convertidos mediante bonos de lealtad en supuestos izquierdistas y de empresarios felices de no meterse en política y de meterse plata al bolsillo. Ahora que se acaba, los dirigentes de los movimientos sociales piden doble ración. ¿Qué se hará cuando algunos uniformados hagan cola con sus platos en la mano en vez de gastarla y guardarse el cambio? ¿Qué se hará si ya no hay apoyo electoral de la clase media urbana, de los empresarios y de muchos sectores populares?
Sin plata, hasta los periodistas que nos apoyan se nos pueden dar vuelta. ¿Y cómo mantendremos alineados a nuestros ávidos legisladores, jueces y autoridades electorales? Con tanta garrapata y tanto pedigüeño, ¿cuánto podrán durar las reservas del Estado? Si no les damos todo lo que piden, nos quitarán su apoyo. Para peor aparecieron los desvíos del Fondo Indígena, de las barcazas chinas, de la Gabriela Zapata y de otros. ¿Qué pasará cuando descubran quién se llevó y dónde se guardó tanta plata?
La venta de gas a Brasil y Argentina nos permitió gobernar tranquilos por más de una década. Los neoliberales nos dejaron esos dos mercados bien amarrados mediante buenos contratos y con dos enormes gasoductos que sus gobiernos construyeron. Pero al ritmo actual de venta externa y de consumo interno las reservas de gas que hemos heredado se acabarán en pocos años. Según el informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos entre 2006 y 2016 hemos perforado cinco pozos por año, pocos exitosos. Argentina y Brasil se curan en salud y están perforando cientos de pozos exploratorios al año. Sin exploración oportuna y con esos clientes encontrando su propio gas lo poco que queda del nuestro se quedará para siempre en las sagradas entrañas de la Pachamama.
Eso es lo que prometimos en octubre de 2003 y lo estamos cumpliendo. También cumplimos otra promesa, la de acabar con el extractivismo. Todo eso está muy bien, pero ¿para qué ser presidente otra vez sin tener plata por demás?
Si ganamos la demanda contra Chile en La Haya podemos tener un respiro. Chile estará obligado a negociar con nosotros. Lo malo es que con todos los insultos apilados sobre las autoridades de ese país, es casi imposible que los chilenos se sienten a negociar amistosamente. Sus picardías durante las negociaciones de 2018 pueden arruinar nuestra re-elección del 2019.
Felizmente no todo está mal. Mientras hacemos lo posible por destruir la democracia liberal desde adentro, Vladimir Putin apunta a destruirla sin salir de su oficina. Sus informáticos se han esforzado en volcar las elecciones francesas, alemanas, holandesas y austríacas a favor de la ultra derecha. Esta vez no lo han logrado. Sin embargo, lograron volcar las elecciones de EEUU a favor de Donald Trump.
Nuestros discursos ya no convencían a casi nadie hasta que Trump llegó y nos salvó. Hasta los masistas más convencidos ya estaban empezando a dudar de que todos nuestros males se debieran al capitalismo y al imperialismo, los dos demonios que pintamos con tanto éxito en la pared. Hoy escuchan y ven a Trump y les parece que esos demonios no son de mentira. Gracias a los esfuerzos de Vladimir Putin, Trump le está dando respiración artificial al socialismo del siglo 21.
El olfato político de Evo le dice que las condiciones ya no le son favorables. Su cerebro político le dice que no conviene forzar otra elección. Al despuntar el amanecer, su corazón político pone fin a sus dudas. Por más que su olfato y su cerebro le aconsejen lo contrario, el corazón le dice que hay que meterle nomás. No importa cómo voten los bolivianos, con el hermano Putin del brazo Evo ganará la elección.
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