José Luis Bolívar Aparicio
En un popular canal televisivo de red nacional, se les ocurrió la idea de hacer un programa novedoso y con otro formato de interpelación que, según mi punto de vista, realmente modificaba por completo la forma en la que los políticos se llamaban la atención los unos a los otros, se acusaban, se sobreseían o se trataban lo peor posible para el deleite de la teleaudiencia.
Resulta que el canal que “tiene las imágenes” de todo pero sólo muestra lo que le conviene, lanzó al aire para las elecciones del año 2009 el programa “El Abogado del Diablo”, que cumplió con sus expectativas de tal manera que se convirtió en una franquicia para todos los eventos electorales que vinieron y seguramente los que están por venir.
Su formato es simple pero muy dinámico y eso ayuda a que no se pierda el ritmo, puesto que a medida que avanza el mismo, los conductores que fungen de moderadores, especialmente tratando de regular los tiempos de participación, van lanzando las preguntas cada vez más picantes, lo que provoca que uno se quede prendido del show hasta que se acaba.
Un jurado compuesto por tres personas, evalúan al final del programa, a los participantes, quienes han sido cuestionados por estos miembros y también entre ellos, sacando un veredicto, que lógicamente dependía de la razón que también ellos defendían.
Por lo general lo componían un oficialista, un opositor y un analista, que de eso tenía poco, y casi siempre estaba con una posición política mucho antes de que siquiera empiece el interrogatorio.
Como dije antes, era una exhibición que ocupaba las pantallas en tiempos de elecciones, y no recuerdo exactamente qué proceso electoral se acercaba por entonces, pero lo que sucedió es que durante estas presentaciones que tenían lugar los días lunes por la noche, el sábado 27 de febrero de 2011, una noticia conmocionó la vida política del flamante Estado Plurinacional.
El último fin de semana, el director de Inteligencia para el Narcotráfico del Ministerio de Gobierno, general René Sanabria, fue detenido en Panamá por agentes de la DEA en una encerrona que le tendieron desde hacía más de un año y se supo que estaba detrás de la cabeza de un grupo que en el último tiempo se había encargado de mandar al país del norte más de una tonelada de droga.
Esta transacción por la que se lo arrestó se trataba de un cargamento de 144 kg. de cocaína, camuflados en zinc y que tenían como destino los Estados Unidos.
Eran tres los aspectos que provocaban el escándalo de este arresto. Por un lado, este oficial no era cualquier funcionario de la Policía Nacional. Se trataba de quien mientras era un oficial efectivo, era el mimado de la DEA en Bolivia. Dentro de su institución el respeto y lealtad de sus subordinados era enorme por lo intachable de su carrera, lo que le daba un toque más trágico a su caída. Pero lo que sirvió realmente para que la oposición haga su salsa y eche un grito al cielo, era que en el momento de su aprehensión, Sanabria era la cabeza de la lucha contra el narcotráfico desde el Ministerio de Gobierno.
Vale decir que las cosas peor no le podían ir al entonces ministro de Gobierno Sacha Llorenti, pues, era como si hubiera dejado al lobo cuidando las ovejas.
Como era de esperarse, los noticieros del día lunes explotaron con la noticia, y durante esa jornada, nadie hablaba de otra cosa que no fuera el arresto de semejante funcionario y claro, los posibles nexos del Gobierno con el tráfico de drogas.
En la noche, como no podía ser de otra manera, la programación del dueño de la franquicia aprovechó la ocasión, y seguramente contra todo lo planificado, designó como tema principal lo acaecido con Sanabria e invitó entre muchos analistas a dos personajes muy especiales. Por el lado de la oposición, el entonces diputado y hoy gobernador de Tarija Adrián Oliva Alcázar y por el oficialismo, a la ex diputada del MAS Rebeca Delgado, por entonces, sumamente alineada a las políticas del gobierno y lejos de su filosofía del libre pensamiento.
En cuanto comenzó la discusión, obviamente todos los participantes que no eran de la norma gubernamental, dispararon toda su artillería dejando muy mal parados a quienes trataban con todas sus fuerzas de desvincular al mal policía del gobierno y redundaban a que los delitos son intuito persona, etc., etc., etc.
Pero lo que se veía venir, no porque uno fuera adivino sino porque esa es la manera que tiene el gobierno de camuflar sus errores, fue cuando doña Rebeca Delgado pasó de la defensa al contraataque y documentación en mano (un interminable cúmulo de recortes de periódico), empezó a querellar al resto de presentes sobre la conducta y sobre todo complicidad de los anteriores periodos de gobierno con el tráfico de drogas en especial de cocaína.
Le faltaba tiempo para poder exponer a los gritos y con toda emoción los narcovínculos del MIR, Huanchaca y el MNR, los narco arrepentidos y de su boca fluían nombres como los de Roberto Suárez, Techo de Paja, Oso Chavarría y así, una cronología de la historia nacional y la gran influencia de la pichicata en la política boliviana.
Pero en lo que hizo especial énfasis casi hasta el cansancio fue con el narcoavión, aquel que el 15 de septiembre de 1995 fuera detenido luego de que el avión que Luis Amado Pacheco, alias Barbaschocas envió rumbo a México, fue investigado en el aeropuerto Chávez de Lima, causando un escándalo tal que hacía de lo de Sanabria un cuento de niños, y es que las investigaciones de entonces determinaron que las mafias habían penetrado hasta la funcionaria de más confianza de Sánchez Berzaín y los vínculos de todo esto con el MNR brotaban por donde se veía.
Entonces claro, doña Rebeca hallaba en ese argumento la mejor manera de sacudirlos a todos, y su pregunta punzante a cada participante era ¿Dónde estaba usted cuando pasó lo del narcoavión? Las respuestas eran varias, ninguna claro establecía alguna relación con ese episodio, pero la que la dejó en ridículo y pagando fue cuando Adrián Oliva le dijo que no se acordaba porque estaba en colegio y seguramente le dieron mucha tarea.
Todos estallaron en risas, al dejar tan desubicada a la política que mientras comulgaba con el MAS, seguía su línea de defensa al pie de la letra. No necesitas explicar nada, simplemente trata de hacerlos sentir lo más culpables posible por su pasado.
Ayer cuando el ministro de Gobierno, Carlos Romero dio una conferencia de prensa, reafirmando las relaciones familiares del recién detenido en el Brasil, Fabio Andrade Lima Lobo, no tuvo otra que reconocer como una ex candidata a una subgobernación en el Beni, era la madre de este muchacho y de paso lo había procreado nada más y nada menos que con un capo del Cartel de Cali.
También resaltó la relación del otro detenido Carlos Andrés Áñez Dorado con su tía Yaniñe Áñez diputada de UD. Pero lo que no podía faltar, fue la exposición que durante 45 minutos empleó para decir lo mismo que dijo Rebeca Delgado aquella noche de lunes del 2011.
Señores del Gobierno, ya sabemos de memoria que los de antes fueron una podredumbre y una de las razones por las que ustedes están gobernando durante tanto tiempo es justamente por eso, porque sabíamos de memoria cómo eran esos sinvergüenzas. Pero eso no les da justificativo para ser iguales o peores, no los exime de culpa, no los hace inmunes a la crítica, y es que los neoliberales hayan hecho turumba no quiere decir que ustedes tengan piedra libre. Basta de ampararse en el pasado y basta de seguir delinquiendo por favor. En estos doce años de gobierno, es increíble el enorme parecido que han adquirido con los gobiernos del pasado.
(*) Paceño, stronguista y liberal
En un popular canal televisivo de red nacional, se les ocurrió la idea de hacer un programa novedoso y con otro formato de interpelación que, según mi punto de vista, realmente modificaba por completo la forma en la que los políticos se llamaban la atención los unos a los otros, se acusaban, se sobreseían o se trataban lo peor posible para el deleite de la teleaudiencia.
Resulta que el canal que “tiene las imágenes” de todo pero sólo muestra lo que le conviene, lanzó al aire para las elecciones del año 2009 el programa “El Abogado del Diablo”, que cumplió con sus expectativas de tal manera que se convirtió en una franquicia para todos los eventos electorales que vinieron y seguramente los que están por venir.
Un jurado compuesto por tres personas, evalúan al final del programa, a los participantes, quienes han sido cuestionados por estos miembros y también entre ellos, sacando un veredicto, que lógicamente dependía de la razón que también ellos defendían.
Como dije antes, era una exhibición que ocupaba las pantallas en tiempos de elecciones, y no recuerdo exactamente qué proceso electoral se acercaba por entonces, pero lo que sucedió es que durante estas presentaciones que tenían lugar los días lunes por la noche, el sábado 27 de febrero de 2011, una noticia conmocionó la vida política del flamante Estado Plurinacional.
Esta transacción por la que se lo arrestó se trataba de un cargamento de 144 kg. de cocaína, camuflados en zinc y que tenían como destino los Estados Unidos.
Eran tres los aspectos que provocaban el escándalo de este arresto. Por un lado, este oficial no era cualquier funcionario de la Policía Nacional. Se trataba de quien mientras era un oficial efectivo, era el mimado de la DEA en Bolivia. Dentro de su institución el respeto y lealtad de sus subordinados era enorme por lo intachable de su carrera, lo que le daba un toque más trágico a su caída. Pero lo que sirvió realmente para que la oposición haga su salsa y eche un grito al cielo, era que en el momento de su aprehensión, Sanabria era la cabeza de la lucha contra el narcotráfico desde el Ministerio de Gobierno.
Vale decir que las cosas peor no le podían ir al entonces ministro de Gobierno Sacha Llorenti, pues, era como si hubiera dejado al lobo cuidando las ovejas.
Como era de esperarse, los noticieros del día lunes explotaron con la noticia, y durante esa jornada, nadie hablaba de otra cosa que no fuera el arresto de semejante funcionario y claro, los posibles nexos del Gobierno con el tráfico de drogas.
En la noche, como no podía ser de otra manera, la programación del dueño de la franquicia aprovechó la ocasión, y seguramente contra todo lo planificado, designó como tema principal lo acaecido con Sanabria e invitó entre muchos analistas a dos personajes muy especiales. Por el lado de la oposición, el entonces diputado y hoy gobernador de Tarija Adrián Oliva Alcázar y por el oficialismo, a la ex diputada del MAS Rebeca Delgado, por entonces, sumamente alineada a las políticas del gobierno y lejos de su filosofía del libre pensamiento.
En cuanto comenzó la discusión, obviamente todos los participantes que no eran de la norma gubernamental, dispararon toda su artillería dejando muy mal parados a quienes trataban con todas sus fuerzas de desvincular al mal policía del gobierno y redundaban a que los delitos son intuito persona, etc., etc., etc.
Pero lo que se veía venir, no porque uno fuera adivino sino porque esa es la manera que tiene el gobierno de camuflar sus errores, fue cuando doña Rebeca Delgado pasó de la defensa al contraataque y documentación en mano (un interminable cúmulo de recortes de periódico), empezó a querellar al resto de presentes sobre la conducta y sobre todo complicidad de los anteriores periodos de gobierno con el tráfico de drogas en especial de cocaína.
Le faltaba tiempo para poder exponer a los gritos y con toda emoción los narcovínculos del MIR, Huanchaca y el MNR, los narco arrepentidos y de su boca fluían nombres como los de Roberto Suárez, Techo de Paja, Oso Chavarría y así, una cronología de la historia nacional y la gran influencia de la pichicata en la política boliviana.
Pero en lo que hizo especial énfasis casi hasta el cansancio fue con el narcoavión, aquel que el 15 de septiembre de 1995 fuera detenido luego de que el avión que Luis Amado Pacheco, alias Barbaschocas envió rumbo a México, fue investigado en el aeropuerto Chávez de Lima, causando un escándalo tal que hacía de lo de Sanabria un cuento de niños, y es que las investigaciones de entonces determinaron que las mafias habían penetrado hasta la funcionaria de más confianza de Sánchez Berzaín y los vínculos de todo esto con el MNR brotaban por donde se veía.
Entonces claro, doña Rebeca hallaba en ese argumento la mejor manera de sacudirlos a todos, y su pregunta punzante a cada participante era ¿Dónde estaba usted cuando pasó lo del narcoavión? Las respuestas eran varias, ninguna claro establecía alguna relación con ese episodio, pero la que la dejó en ridículo y pagando fue cuando Adrián Oliva le dijo que no se acordaba porque estaba en colegio y seguramente le dieron mucha tarea.
Todos estallaron en risas, al dejar tan desubicada a la política que mientras comulgaba con el MAS, seguía su línea de defensa al pie de la letra. No necesitas explicar nada, simplemente trata de hacerlos sentir lo más culpables posible por su pasado.
Ayer cuando el ministro de Gobierno, Carlos Romero dio una conferencia de prensa, reafirmando las relaciones familiares del recién detenido en el Brasil, Fabio Andrade Lima Lobo, no tuvo otra que reconocer como una ex candidata a una subgobernación en el Beni, era la madre de este muchacho y de paso lo había procreado nada más y nada menos que con un capo del Cartel de Cali.
También resaltó la relación del otro detenido Carlos Andrés Áñez Dorado con su tía Yaniñe Áñez diputada de UD. Pero lo que no podía faltar, fue la exposición que durante 45 minutos empleó para decir lo mismo que dijo Rebeca Delgado aquella noche de lunes del 2011.
Señores del Gobierno, ya sabemos de memoria que los de antes fueron una podredumbre y una de las razones por las que ustedes están gobernando durante tanto tiempo es justamente por eso, porque sabíamos de memoria cómo eran esos sinvergüenzas. Pero eso no les da justificativo para ser iguales o peores, no los exime de culpa, no los hace inmunes a la crítica, y es que los neoliberales hayan hecho turumba no quiere decir que ustedes tengan piedra libre. Basta de ampararse en el pasado y basta de seguir delinquiendo por favor. En estos doce años de gobierno, es increíble el enorme parecido que han adquirido con los gobiernos del pasado.
(*) Paceño, stronguista y liberal