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martes, 30 de junio de 2015

garantizar que la llegada de Francisco sea una fiesta para celebrar la vida y la esperanza que nos regala Jesús en el Evangelio, formula El Deber en una fervorosa glosa.

A pocos días de la llegada del santo padre, los bolivianos debemos prepararnos para una prueba histórica. Cientos de miles de personas se congregarán en las ciudades de El Alto, La Paz y Santa Cruz para recibir al papa Francisco, en una visita que marcará un hito fundamental, 27 años después del periplo que realizó a Bolivia el carismático Juan Pablo II en mayo de 1988. Todo está prácticamente listo. Un enorme operativo de seguridad y de organización se ha puesto en marcha desde hace semanas para garantizar la venida del sumo pontífice al país. Sin embargo, es fundamental que la población en su conjunto participe del evento con fervor y responsabilidad, a fin de mostrar al mundo que Bolivia está a la altura de los grandes países para realizar este tipo de eventos.

Francisco es un hombre sencillo y su mensaje fundamental tiene que ver con la esperanza que regala el Evangelio a la humanidad en su conjunto. Como lo ha dicho en varias ocasiones, el papa busca transformar la actual Iglesia católica en una organización más humilde y más coherente con el legado de Jesucristo y, con ello, apunta a generar un cambio para la humanidad. El papa viene al encuentro de la gente, principalmente de los más humildes, los olvidados, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los presos y los niños. Francisco no quiere oropeles ni regalos suntuosos. No trae ni busca oro ni lujos pasajeros. El pastor de los católicos viene a regalarnos algo más valioso que las cosas materiales. 
Desde su consagración como papa el 13 de marzo de 2013, Francisco ha dado muestras de su humildad, su voluntad de cambio y de la firmeza de sus convicciones cristianas. El papa trae entre sus manos el poderoso mensaje de Jesús: ser y vivir para los otros, con alegría y esperanza, por encima de nuestras limitaciones y en las condiciones que nos plantea la sociedad actual. Por eso es fundamental que todos los bolivianos, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, se sientan convocados por un líder religioso que por encima de cualquier diferencia es un humanista, un hombre que viene en son de paz, para ayudarnos como sociedad a encontrarnos unos con otros. 

Las familias bolivianas esperan al papa Francisco con esperanza. Irán con sus hijos, sus jóvenes y sus abuelos para oír las palabras de un hombre que está planteando un cambio no solo para la Iglesia católica, sino para el mundo entero. Con esta visita, todos tenemos una responsabilidad: garantizar que la venida del papa sea una fiesta, una celebración por la vida y por la esperanza que nos regala Jesús en el Evangelio  

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