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lunes, 27 de septiembre de 2010

la cultura del "buscapeguismo" es ejecutada por los masistas desesperados de ubicarse en empleo público. estado lánguido, debil no genera empleo. H.O.

Una de las causas del descontento que catapultó al presidente Hugo Chávez como un aluvión fue la incapacidad del Estado de proporcionar suficiente empleo. Por ese entonces (dos o tres décadas atrás) había cerca de 1,5 millones de empleados registrados en las planillas del Estado, sobre una población de alrededor de 22 millones de habitantes. Es decir, una de cada seis personas dependía del Estado. Las industrias básicas estaban en manos del Estado y los emprendimientos privados estaban más relacionados con el comercio, salvo algunas áreas agrícolas y de alimentos. Entre los venezolanos se había difundido durante décadas la idea de hacer negocios con el Estado y llegado un momento –¡bingo!– asegurarse la vida por largo tiempo. Era la idea del Estado empleador y benefactor en su mejor expresión, con las manos llenas gracias al petróleo que proporcionaba –y sigue proporcionando– más del 90% de las divisas que entraban al país.
En Bolivia ha ocurrido algo semejante. Con la diferencia de que los que tenían entrada al festín eran muy pocos, y muchos los que no llegaban ni siquiera a tocar la puerta. Eso ha jugado a favor de un Estado lánguido, que se debilita continuamente, pues su capacidad de generar empleo es escasa. La reversión de los contratos petroleros trajo algunas decenas de puestos para personal del partido de Gobierno. Pero como el petróleo no es un sector de empleo masivo de mano de obra permanente, su capacidad generadora de trabajo se agotó al quedar la cadena productiva amarrada donde empezó. Es decir, no hubo desarrollo de la industria, no se perforaron nuevos pozos en la cantidad necesaria para un país que tiene algunas (subrayo algunas) reservas que le permitirían aumentar una producción de menos de 40.000 barriles diarios de petróleo (¡igual que hace 40 ó 50 años!) hasta cubrir las necesidades internas con una holgura mínima. Las reservas de gas declinaron y el concepto de Bolivia como nudo energético continental se diluyó y nadie más se atrevió a hablar de él. Vinieron nuevas estatizaciones, pero ninguna ofrecía la cantidad de empleo que requieren los sectores que engrosan las filas pro gubernamentales. La más reciente estatización –la del cemento– garantizará sólo algunas decenas de empleos y nada más.
Es la lógica de la no preparación y mediocridad. Con buena preparación, los postulantes podrían encontrar con cierta facilidad buenos empleos en el sector privado, que a la vez serían generados por los inversionistas que perciban que Bolivia cuenta con mano de obra capaz. Pero en la base está, claro, la excelencia que debe provenir de los centros de formación. Como tal excelencia es sólo una excepción y no la norma, la mayoría acaba enlistada en las filas del ‘buscapeguismo’. ¿Dónde pueden conseguir empleo con mayor facilidad sobre la base de una capacidad que va de regular hacia abajo? En el Estado, que lo que más les exige es obediencia ciega a los mandamientos del partido gobernante y a su jefe. Allí yace la inestabilidad, los cambios de gobierno, los reclamos por designar nuevos ministros, etc. El buscapeguismo acaba encarnándose en el Estado, que se convierte en un fin para generar gestiones mediocres o pésimas. El tema es fascinante y merecedor de un tratamiento mayor.

* Periodista,
http://haroldolmos.wordpress.com

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