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sábado, 15 de noviembre de 2014

Harold Olmos que está siguiendo el juicio Terrorismo día tras día, como periodista independiente y en este caso cronista de la historia del pundonoroso General Gary Prado Salmón, quién hace 45 años destruyó el mito del Che Guevara en Ñancahuazú, dibuja el último escenario

Cuarenta y cinco años después de haber capitaneado la derrota y capitulación de Ernesto “Che” Guevara en los parajes selváticos del sudeste boliviano, general (r) Gary Prado Salmón inició esta semana  unadeclaración para defenderse de la acusación de preparar una campaña terrorista que derivaría en un alzamiento armado y el desmembramiento de Bolivia tras vencer al ejército del que ganó máximos honores.

La declaración que inició el miércoles ante el tribunal que preside el Juicio del Siglo (magnicidio, terrorismo, alzamiento armado, derrota del ejército y separatismo) fue una conferencia de historia contemporánea de Bolivia, con detalles poco conocidos para muchos de los que asisten al proceso en el Palacio Judicial de Santa Cruz.
Prado Salmon subrayó que a las doctrinas que regían la vida de las naciones se había agregado la “doctrina (Evo) Morales” que dictaba que si sus ideas e iniciativas tropezaban con obstáculos legales “yo le meto, nomás”,  en actitud de “menosprecio”, subrayó, por la justicia y sus administradores. Si el presidente proclamó, hace unos días, ante dirigentes cocaleros, que “hay que acabar con el debido proceso” y que las obras que propone el gobierno pueden ser ejecutadas sin licitación, “¿de qué justicia hablamos?”.
Le tocaba defenderse, dijo, cercado de muros levantados por la fiscalía y el Ministerio de Gobierno, por el propio tribunal y por la cancillería, que no dio curso a las solicitudes ni el juez las requirió para legalizar los documentos que emitió el ex fiscal Marcelo Soza, ahora fugitivo de la justicia, oficialmente tildado de “delincuente” y cuya acusación es seguida por el Ministerio Público y el Ministerio de Gobierno. Las barreras han buscado, dijo, ocultar las irregularidades a lo largo del proceso, que tiene un curso separado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a ser activado cuando concluya el que contabiliza 67 meses desde el asalto al Hotel Las Américas.
Autor de seis libros, entre ellos “La guerrilla Inmolada” con la tesis de que “Ché” Guevara salió de Cuba y se fue al África y luego vino a Bolivia por desacuerdos con la plana mayor cubana, el general retirado es pieza angular en la acusación elaborada por ex fiscal Soza que ahora el mismo ex magistrado repudia. Su presencia entre los 39 acusados es básica para la tesis oficial de que en Bolivia hubo una intentona, que publicaciones solicitadas del gobierno han difundido ampliamente.
Recluido en silla de ruedas desde hace más de tres décadas cuando un incidente al parecer fortuito le paralizó las dos piernas tras reimponer el orden en un campo petrolero  tomado por radicales de Falange Socialista Boliviana, para la acusación era instructor de la supuesta campaña separatista. Para el ex comandante militar la acusación es una venganza por haber derrotado al  ícono del castrismo y su doctrina para desarrollar movimientos guerrilleros en todo el continente.
La declaración de Prado Salmon eclipsó momentáneamente otro tema surgido a principios de mes: la posibilidad de una “conciliación entre partes”,  que provocó  reacciones encontradas.
Entre las ligerezas que atribuyó a la fiscalía mencionó la de no haber investigado el episodio del video en el que Ignacio Villa Vargas (El Viejo) supuestamente recibe un soborno del ahora fallecido ex funcionario del gobierno Carlos Nuñez del Prado. “Unos 10 testigos pudieron haber sido convocados a declarar”, entre ellos altas autoridades del gobierno, afirmó. Los audios, dijo, en los que se escucha al ex fiscal mencionar sobornos, y en un tramo asegurar que uno de sus colegas se quejó de que su nombre había sido utilizado para sobornar, tampoco fueron investigados.
“Vamos a seguir batallando”, declaró, al rememorar acontecimientos que lo llevaron a cruzar su destino con el del “Ché” y sellar el destino del guerrillero cubano-argentino el 8 de octubre de 1967. Comparó a  los guerrilleros a los que combatió con los que supuestamente encabezaba Eduardo Rózsa Flores, de acuerdo a la tesis oficial de complot separatista. “Dormían en la selva”, no en hoteles de primera, dijo, para ridiculizar la noción de que con eso supuestos comandantes se gestaba un movimiento guerrillero-separatista.
Corrigió a uno de los abogados del gobierno que en la jornada anterior había preguntado al neumólogo Juan Carlos Santisteban,  también acusado en el juicio, sobre cuestiones militares que involucraría la participación en los cursos de Altos Estudios Nacionales en los que Prado Salmon enseña. Subrayó que asistir a esos cursos no conlleva adiestramiento militar sino conocimiento de la  realidad boliviana desde todos sus ángulos.
Tras contar resumidamente su vida militar y el respeto que ganó en todo el país por su cruzada por la democracia (la más reciente distinción ocurrió hace sólo unos días), pidió a las jueces que, para emitir su veredicto, colocasen su historia en la balanza junto a la que había contado el ex fiscal.  Soza, recalcó, nunca dispuso que sobre las computadoras relacionadas al caso se realizase una pericia, que habría demostrado que hubo forjamiento de pruebas.
Cuando concluya su declaración, la defensa y los acusadores del Ministerio Público y el Ministerio de Gobierno, podrán interrogar al general. Tras el fin de semana, la audiencia se reanudaría el 24 de noviembre.
El jueves, al escribir esta reseña, la sesión estaba suspendida debido a las penurias de Ignacio Villa Vargas, cuya glucosa había llegado a un nivel alarmante de 400 (3 ½ veces el máximo que el organismo puede tolerar) y requería de un tratamiento clínico de urgencia pues podría estar ante complicaciones aún mayores.

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