El nacimiento de Bolivia tiene una fecha: el 15 de febrero de 1560. Tan desafiante afirmación la hizo en 1955 el historiador Humberto Vázquez Machicado: “El 15 de febrero de 1560, fecha del nombramiento de Ñuflo de Chaves como lugarteniente de Gobernador de la provincia de los Moxos, que tal era el nombre que se dio al actual Oriente boliviano, señala, pues, la data precisa de la incorporación de esos territorios tropicales a la nacionalidad boliviana” (ensayo Orígenes históricos de la nacionalidad boliviana publicado en 1955).
La tesis de Vázquez, el historiador cruceño más destacado después de Gabriel René Moreno, es que nuestra nación, tal como existe hoy desde el punto de vista geográfico, jurídico y político, no se puede entender sin explicar el momento de articulación entre occidente y oriente. En su criterio ese vínculo no se produjo en el periodo indígena a pesar de la evidencia de testimonios arqueológicos, arquitectónicos y de crónicas que hablan de los avances y la presencia inca en el norte y en el este. Más allá de encuentros comerciales y desencuentros militares, no quedó un legado que enlazara ambas regiones de modo permanente.
No cabe duda de que es imposible hoy entender a Bolivia y sobre todo su coherencia y su unidad nacional, sin explicar los vínculos entre todas sus regiones, no por determinantes étnicos y geográficos, sino por la voluntad de los hombres y mujeres que los forjaron. Para nuestro historiador el momento estelar de esa fusión se produjo cuando Chaves partió de Asunción en 1558 y fundó en 1559 Nueva Asunción a orillas del río Guapay. Poco después se confrontó con otro conquistador, Andrés Manso, que llegó al mismo lugar proveniente del Perú, planteándose un conflicto de jurisdicciones entre ambos. Chaves decidió entonces –y esto es definitivo para nuestra historia según Vázquez– someterse a la decisión de Lima y no a la Gobernación del Paraguay que, dicho sea de paso, dependía de Lima. El virrey Hurtado de Mendoza falló a favor de Chaves y designó a su hijo García Hurtado de Mendoza como gobernador de las tierras reivindicadas. Pero Manso mantuvo el pleito, lo que obligó a una intervención de las autoridades de la corona. Pedro Ramírez de Quiñones, presidente de la Audiencia de Charcas y el tribunal de La Plata, su capital, fallaron decidiendo las jurisdicciones de Chaves y Manso. La decisión del capitán de someterse a Lima y la intervención de la Audiencia prueba, de acuerdo a Vázquez, el que “con ello se independiza para siempre del Río de la Plata todo el territorio oriental de la actual Bolivia y con personería propia se incorporaba a lo que entonces se llamaba el Perú”.
A partir de entonces Chaves, que fue quien realmente tomó control de la nueva Gobernación, fundó poblaciones, entre ellas la más importante Santa Cruz de la Sierra creada el 26 de febrero de 1561 en las cercanías de lo que hoy es San José de Chiquitos. Nuestro historiador recuerda que del total de hombres presentes en esa fundación, la gran mayoría habían venido del Perú, los que llegaron con Manso y otros muchos que el propio Chaves llevó desde Lima, Potosí y La Plata, y apenas algo más de cuarenta provenientes de la expedición de Asunción. Remata Vázquez: “hay que considerar a Santa Cruz de la Sierra como una fundación de origen peruano, tal cual lo sostiene Enrique Finot, y no paraguayo cual lo han pretendido muchos autores coloniales y contemporáneos”.
Continúa el trabajo indicando que además de las razones políticas y jurídicas, esa articulación entre lo que sería la Gobernación de Santa Cruz y su rol en el poblamiento y control de Chiquitos y de Moxos, tenía que ver con un vínculo esencial: el económico. Sostiene el estudioso que la atracción del Cerro Rico giró a Santa Cruz hacia el oeste “olvidando el camino del Paraguay”. Lo prueba a partir de la petición de autorizar a Santa Cruz a sacar indígenas de sus pueblos encomendados para que sirvan en las minas de Potosí. Poco a poco, además, la producción cruceña fue interconectándose con Charcas a través del comercio de azúcar, dulces, telas de algodón, tabaco, cecina, ganado en pie y otros. En lo político y jurídico la Audiencia intervino directamente en los asuntos de Santa Cruz como lo prueba dicho fallo que dirimió la disputa entre Chaves y Manso, y en el siglo XVII en la atemperación de disturbios en la época del gobernador Mate de Luna.
Santa Cruz le dio a Bolivia no sólo la incorporación de un espacio geográfico extenso y rico, sino un nuevo sentido de destino además de una evidencia crucial, la vocación atlántica del país a despecho de la errada visión que miró durante siglos exclusivamente al Pacífico.
Mirada lúcida del gran historiador que concluye “La estructuración definitiva de la nacionalidad está llegando, y si antaño se forjó alrededor del eje Potosí-La Plata (Chuquisaca), hoy lo hace sin limitaciones, alrededor de sus dos grandes componentes: El Ande y el Trópico”.
El autor fue Presidente de la República