Vistas de página en total

sábado, 23 de enero de 2016

Roger Ruiz sale en defensa de Carlos Meza "objeto de furiosos ataques". Mesa replicó aunque "la prepotencia con que fue respondido, lejos de debatir, denigra al expresidente y vocero de la Causa del Mar. en la historia nos sitúa Roger y puntualiza hechos destacados para juzgar a sus protagonistas con altura de miras y justicia.

El expresidente de la República y vocero de nuestra causa radicada en La Haya ha sido objeto de furiosos ataques de, principalmente, representantes oficialistas, incluyendo al Vicepresidente, por afirmar que el actual Jefe de Estado tendría una deuda no reconocida con el último presidente del MNR, quien habría allanado su ascenso al Gobierno con medidas como la Participación Popular, la educación intercultural, la ley INRA, entre las principales.
La prepotencia con que le han respondido, con amenaza de juicio incluida, refleja la actitud de quienes acostumbran amedrentar e imponer una nueva y peor versión de pensamiento único, pero desatiende debatir el concepto de que “la construcción de un proceso histórico es una sucesión de elementos de agregación”, sobre el que basa su razonamiento Carlos Mesa.
Ese enfoque suyo -parte de una corriente muy influyente en el análisis y enseñanza de historia en Bolivia- confunde a los sujetos, se concentra en los personajes y los gobiernos, y omite las fuerzas sociales que los animan, entronizan o defenestran. Conduce a conclusiones erróneas porque la contraparte, y muchas veces la base de la acumulación a la que alude, es más bien producto de contradicciones y pugnas esenciales.
La construcción histórica de las sociedades no se forja en acumulaciones lineales, sino en contraposiciones y rupturas. La agregación puede presentarse en el tránsito de una administración a otra, no en un momento de cambio de ciclo histórico y de intento de sustitución de un tipo de Estado por otro.
El fundamento último de la adopción de cualquiera de las medidas que anticiparían el futuro cambio en la fase neoliberal está en lo imperioso de las demandas y reivindicaciones de movimientos populares, aunque sus organizaciones estuviesen debilitadas o postradas.
Por debajo de los resultados electorales, favorables a los llamados partidos “sistémicos”, se desplegaba una resistencia de sectores subalternos, subterránea, pero imponente y una creciente autonomía social que indujeron los cambios mencionados. El Gobierno vigente entre 1993 y 1997 llegó a percibir esa creciente fuerza (Condepa y otros partidos ya habían empezado a hacerlo) y respondió de manera más novedosa y flexible que los demás partidos defensores del orden social de la época, pero no por eso se estaba convirtiendo en pionero y precursor del que lo sustituiría: el MNR llevó a un aymara a la vicepresidencia, no para preparar transferirles el Gobierno a los indígenas, sino para someterlos más y mejor.
Las acciones de aquel Gobierno jamás se tomaron, ni por acción ni omisión ni siquiera inconscientemente, en plan de ser “una base fundamental para la construcción del Estado Plurinacional”, usando las palabras del expresidente Mesa.   
De hecho, el conjunto de las medidas a las que se refiere están despojadas de cualquier intención de favorecer a las fuerzas que erigieron al régimen presente. El conjunto de las políticas que adoptó respondía a una noción de modernidad articulada con la lógica de la globalización y a una estrategia de conservación del poder para las fuerzas dominantes de ese momento, no para heredárselo a sus competidores.
Porque esperar, así sea sólo coloquial o académicamente, que un nuevo régimen tribute reconocimiento al que lo antecedió y trató de ahogarlo no tiene sustento histórico, en ningún lugar, en ninguna época, menos en la fase de germinación de una crisis de Estado y del recambio de bloques de poder. Los barones del estaño no quisieron tender la cama para la Revolución Nacional ni la recuperación democrática tiene deudas pendientes con las dictaduras.
Si se tratara de agradecer las acciones que lo ayudaron a ascender, el Gobierno actual tendría que incluir la represión de octubre de 2003 o la decisión emenerrista de poner cuanto obstáculo pudo a la Asamblea Constituyente o al decreto sobre que los conscriptos deben prestar trabajos gratuitos y serviles (denunciado por Carlos Mesa cuando era Vice) o el “cuoteo” de la administración pública entre los socios de la coalición gubernamental, etcétera.
La libertad, la democracia, el avance de las sociedades necesitan, en múltiples ocasiones, de la negociación y el pacto entre beligerantes, pero, indudablemente, nacen y se desarrollan en medio de tensiones y forcejeos, donde la pertinencia de que quienes usufructúan el poder agradezcan a sus antiguos beneficiarios es dudosa, cuando no impugnable.
El autor es investigador y director del Instituto Alternativo.

domingo, 17 de enero de 2016

no fue Evp. fue Goni que aún manteniendo el nombre de República, cambió la CPE clarificando que Bolivia es multiétnica y plurinacional, lo asegura J.L.Baptis, abogado, profesor universitario y ex-ministro de la Corte Suprema de Justicia en artículo de Los Tiempos

La calificación de “Estado Plurinacional”, que tiene nuestro país, no surgió por disposición de la actual Constitución Política del Estado que emitió Evo Morales sino por la que promulgó Gonzalo Sánchez de Lozada que, aunque mantuvo la tradicional denominación de “República de Bolivia”, declaró en su artículo 1° que Bolivia es “multiétnica y plurinacional” .
Recientemente, Carlos Mesa, quien relevó a Sánchez de Lozada como primer mandatario a consecuencia de los actos sediciosos de octubre de 2003, manifestó que, gracias a la política que dicho gobernante aplicó en diferentes ámbitos de la vida pública, económica y social del país, fue posible la existencia del Estado Plurinacional. En ese sentido, destacó el proceso de la Participación Popular, la Reforma Educativa, el reconocimiento de Tierras Comunitarias de Origen, y la creación del Impuesto Directo a los Hidrocarburos.
Después de tales expresiones, Carlos Mesa agregó que Evo Morales debe entender que no es comprensible su presencia sin el periodo democrático previo, en atención a lo cual “debe a Sánchez de Lozada más de lo que se atreve a reconocer”.
Es importante recordar que los denominados “movimientos sociales” de febrero y octubre de 2003, que fueron la causa inmediata de la renuncia de Sánchez de Lozada a su función de gobernante, son calificados por el Artículo 123 del Código Penal como delito de sedición, respecto al cual, según el mismo artículo, también cometen delito “los funcionarios públicos que no hubieren resistido una rebelión o sedición por todos los medios a su alcance”.
Muy poco tiempo después del momento en que el vicepresidente Carlos Mesa asumió la función de Presidente de la República en su calidad de sucesor legal del gobernante renunciante, se reiniciaron las acciones de violencia. Refiriéndose a esos hechos, él, en su libro “Presidencia Sitiada”, claramente explica que “el vandalismo había hecho presa de la ciudad con agresiones callejeras, destrucción de automóviles y bloqueo total de circulación vehicular y peatonal” , hasta el extremo de “asfixiar el centro del poder” . Luego, ante esos hechos, señaló “que ya no tenía caso seguir en esa locura desatada” , y, en consecuencia, renunció a sus funciones para demostrar “que el desprendimiento es no sólo posible sino indispensable cuando uno de verdad quiere por encima de todo la ventura de vivir en el lugar que ama”.
Es incuestionable el hecho de que el actual régimen de gobierno no surgió por generación espontánea, sino que tuvo origen inmediato en acciones y decisiones de esos años, y que, en verdad, debe mucho a quienes gobernaron el país entre los años 2002 y 2005.

El autor es abogado, fue profesor universitario y ministro de la Corte Suprema de Justicia.

jueves, 14 de enero de 2016

hermosa lección de historia, incitación a la lectura, por Héctor Arinez en OPINION. uno de los dones más preciados del ser humano a ejemplo de Mario Vargas Llosa que aprendió a leer en Cochabamba, ensenado por el hermano Justiciano del Colegio La Salle. qué hermoso!

El 7 de diciembre de 2010, Mario Vargas Llosa recibió el premio Nobel de Literatura y comenzó su discurso diciendo: “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi 70 años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo (…), luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís (…), o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean (…). La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”.

La Resolución Ministerial 001/16, que norma la gestión educativa y escolar, establece, entre otras cosas, la lectura obligatoria por el lapso de diez minutos al inicio de cada jornada escolar. Esta es una de las pocas novedades que se están incorporando en la gestión educativa de este año y, a pesar de ello, ya ha recibido una serie de críticas por parte de algunos dirigentes del magisterio.

Para Vargas Llosa, el tiempo de la lectura comenzó a los cinco años, para otros más tarde o más temprano, pero es un tiempo que nunca termina. Termina la lectura de una novela o de un libro científico, de un artículo en internet o de una receta de cocina, pero el tiempo de la lectura solo concluirá con nuestra vida. Porque la lectura no es solo la capacidad de descifrar un código alfabético. Es, más bien, la comprensión de significados. Por eso, en 1959, el papa Juan XXIII desafiaba a la Iglesia instándola a “leer” los signos de los tiempos.

Los diez minutos de lectura serán imperdibles si están planificados, si se cuenta con el material suficiente y si son asumidos como responsabilidad de todos. Los maestros deberán proyectar actividades de prelectura, lectura y postlectura, de esta manera los niños aprovecharán mejor. Será importante contar con todo tipo de libros. Deberá ser una política de Estado dotar a todas las aulas una biblioteca seleccionada específicamente para cada grado. ¿Cómo enseñar a tejer sin hilo ni aguja? ¿Cómo enseñar a leer sin libros? El aula tendría que convertirse en una biblioteca, es decir, en un lugar del saber, donde el niño encuentre literatura de ficción, diccionarios, enciclopedias, libros de ciencia, revistas, etc. El tiempo de lectura será imperdible si la responsabilidad de enseñar a leer no recae solo en la profesora de lenguaje, sino en el plantel docente y en las familias. El mejor ejemplo para enseñar a leer es que los docentes y los padres lean, entonces ya no será necesario decir “hay que leer”, sino que simplemente tendremos que hacerlo. El tiempo de lectura será imperdible si invitamos a autores, si hacemos ferias y festivales de lectura y de escritura, si conformamos comunidades de lectores.

La lectura nos otorga mayor libertad, ampliando nuestro espectro de elección; nos protege del engaño, haciéndonos personas más críticas; nos ofrece momentos de disfrute y placer por aprender, por conocer algo nuevo o simplemente por contarnos una historia. 

Leamos, pues, y asumamos la responsabilidad de hacer del nuestro un país lector, porque esto es democrático, nos recupera los derechos y nos hace ciudadanos más plenos.

domingo, 10 de enero de 2016

Walter Vargas nos recuerda que cuando Hernando Siles quizo reelegirse, el pueblo de La Paz se levantó en armas y obligó a Siles en 1930 a huir de Bolivia. el hecho histórico se repitió en 1964 cuando Paz Estenssoro se lanzó a la Presidencia, venció las elecciones pero al cabo de pocas semanas fue echado por Obando y por Barrientos, reponiendo en Palacio a un régimen de controversias que frenó la Rvolución de abril de 1952 y dio margen a dictaduras una tras otra que castigaron a Bolivia pod dos decenios.

Se habla mucho del intento de prorroguismo de 1964 de Víctor Paz Estenssoro, para ilustrar la resistencia natural que tiene el pueblo boliviano a las presidencias abusiva e ilegalmente prolongadas. Pero en 1930 hubo otro hecho, que no por más lejano en el tiempo deja de ser aleccionador y divertido, sobre todo cuando es encarado por la literatura, como en este caso por Alcides Arguedas, que escribió sobre el tema en su libro menos conocido: La danza de las sombras (1934). Me refiero a la intentona de modificar la Constitución para postularse nuevamente, llevada a cabo en la década de los años 20 del siglo pasado por Hernando Siles, detenida con una revuelta popular.

Arguedas no será precisamente un escritor atildado y de buen humor, pero la información que transmite da por fuerza al episodio rasgos al mismo tiempo oscuros y cómicos. Si a ello se suma la también jugosa "data” sobre esa época que aporta James Dunkerley, en Orígenes del poder militar, se obtiene como resultado una sabrosa página de la tragicómica historia política nacional.

Cuenta Arguedas, por ejemplo, que la de 1930 fue la primera revolución realizada con resuelta participación de las mujeres, quienes habrían instigado a los cadetes a enfrentar al Ejército a mediados de ese año (hay que presumir que so pena de perder su cariño si no lo hacían), para detener el proyecto prorroguista de Siles. 

"Quienes han hecho la revolución son las chicas Bustamante y Salmón. Ellas, con otras, son las que han empujado a los cadetes”, dice Arguedas que le había contado la esposa de Siles en el exilio de Arica.

Entre esas otras, agrega Arguedas, estaba una chiquilla llamada Yolanda Bedregal, "hija de otro gran escritor de espíritu selecto y generoso”. Es que las féminas andaban alborotadas ese tiempo: un año antes se había sancionado el divorcio absoluto (debido a lo cual, debo añadir como queja personal, yo pertenezco a una de las primeras generaciones de nietos de divorciados), y se había llevado a cabo la primera Convención de Mujeres, organizada por María Luisa Sánchez Bustamante.

Sobre el hecho de armas propiamente dicho, Dunkerley cita por su parte el informe de la embajada británica de entonces: "Los cadetes, de doce años para arriba, dieron un excelente ejemplo: dieciséis de ellos mantuvieron acorralado por varias horas a un regimiento con ametralladoras  (…) no vi soldado en el pueblo en el curso de la batalla, por lo tanto, se podría decir que la revolución fue hecha por escolares”. Hay que concluir entonces que una oportuna intervención infanto-juvenil y de ambos sexos dio por tierra con la pretensión nacionalista de torcer la Constitución y habilitar a Siles para gobernar más tiempo. 

En cuanto toca a las causas de esta aventura política, llama la atención las razones que aduce un famoso politiquero de esos años: Abdón Saavedra, hermano de Bautista, predecesor de Siles en la presidencia, para explicar el comportamiento político de éste:

"Hay quienes piensan, y yo estoy inclinado a participar de esta opinión, que el servilismo que rodeaba al señor Siles, unido a su innata megalomanía, le hizo creer que era un predestinado, cuya misión en favor de la República no había aún terminado. Otros sostienen que en el señor Siles se despertó esa sed de mando tan común en los déspotas, y hay quienes afirman que el señor Siles quiso prorrogar sus funciones con el propósito de rehacer su fortuna adquirida en el gobierno”.

"Algunos piensan”, "otros opinan”; la historia es así, un revoltijo de interpretaciones que lo dejan a uno siempre perplejo. En cualquier caso, casi huelga decir que las coincidencias con el presente son llamativas. Y más allá de la compleja causalidad, el hecho se produjo, y su fracaso es ejemplo de cómo a estas ideas no les va bien en el país.  

En fin, y para no desesperar, hay que razonar que algo hemos avanzado, porque no se prevé que en el presente caso de abuso de poder que estamos viviendo, un eventual triunfo del No en el próximo referendo tenga este tipo de consecuencias (finalmente el MAS tiene aún cuatro años por delante). Ocurrirá nomás como en Venezuela, que a la balandronada desesperada seguirá la aceptación de los hechos.

Wálter I. Vargas  es ensayista y crítico literario.